El despertar espiritual comienza con una inquietud, un presentimiento extendido y generalizado de que estamos en los tiempos del fin de un ciclo.
La búsqueda de la verdad conduce a la espiritualidad, a una puerta en el corazón que permite llegar a otro tipo de conocimiento, el interior. Mediante este conocimiento podemos acceder a experiencias místicas, vivencias de nuestra alma o espíritu que nos permiten conocer los misterios de la vida y la naturaleza.
Para lograr esto, mucha gente recurre a determinado tipo de prácticas: yoga, tai chi, relajación, meditación, técnicas para activar los chacras, viaje astral, etc. Todo ello son herramientas de ayuda, pero el verdadero despertar es el de la conciencia y se logra con voluntad, en un riguroso trabajo sobre nosotros mismos que nos permite crecer espiritualmente hasta alcanzar la iluminación interior.
Nuestro planeta está muy próximo a sufrir un proceso de cambio. Se acerca el tiempo de una nueva era, una etapa donde reinará la espiritualidad, el amor y la paz, pero antes vendrán grandes sufrimientos para esta humanidad…
No solo las personas más viejas. También las jóvenes tienen la sensación de que todo se está acelerando excesivamente. Ayer fue carnaval, dentro de poco Semana Santa y más tarde navidad. Ese sentimiento ¿es ilusorio o tiene base real?.
Por la Resonancia Schumann se procura dar una explicación. El físico alemán W.O. Schumann constató en 1952 que la tierra está cercada por un campo electromagnético poderoso que se forma en la parte inferior de la ionosfera, cerca de 100 km por encima de nosotros. Ese campo posee una resonancia (llamada resonancia Schumann), más o menos constante de unas 7,83 pulsaciones por segundo.
Es como una especie de marcapasos, responsable del equilibrio de la biosfera, hábitat y condicionante común de todas las formas de vida. Se ha verificado que todos los vertebrados y nuestro cerebro tienen la misma frecuencia de 7,83 hertz.
Empíricamente se tiene la constatación de que no podemos estar sanos fuera de esa frecuencia biológica natural. Siempre que los astronautas hacían viajes espaciales se salían de la resonancia Schumann y enfermaban. Si se les sometía a la acción de un simulador Schumann, recuperaban el equilibrio y la salud. Desde hace millares de años los latidos del corazón de la tierra han tenido esa frecuencia de pulsaciones y la vida se desarrollaba en relativo equilibrio ecológico.
Ocurre que a partir de los años 80, y de forma mas acentuada a partir de los 90, la frecuencia pasó de 7,83 a 11 y 13 hertz. El corazón de la tierra se disparó. Coincidentemente, desequilibrios ecológicos se hicieron sentir: perturbaciones climáticas, actividad volcánica creciente, mayores tensiones en los conflictos del mundo, aumento general de comportamientos desviados en las personas, etc. Debido a la aceleración general, una jornada de 24 horas, en verdad es solamente de 16 horas.
Por tanto, la percepción de que todo está pasando demasiado rápido no es ilusoria. Tendría base real en ese transtorno de la resonancia Schumann.
Se puede enfatizar una tesis recurrente entre los grandes cosmólogos y biólogos de que la tierra es, efectivamente un superorganismo vivo. De que la Tierra y la humanidad formamos una única entidad. Los seres humanos, somos Tierra que siente, piensa, ama y venera. Porque somos eso, poseemos una misma natureza bioelétrica y estamos envueltos por las mismas ondas resonantes Schumann.
Gaia, ese superorganismo vivo que es la Madre Tierra, deberá estar buscando formas de retornar a su equilibrio natural… Como cualquier ser vivo, pero no se sabe a qué precio habrá que pagarlo por la biosfera y por los seres vivos.
Aquí se abre un espacio para los grupos esotéricos y otros futuristas que proyectarán escenarios, ora dramáticos con catástrofes terribles, ora esperanzadores, como la irrupción de la cuarta dimensión, por la cual todos seremos más intuitivos, más espirituales y más sintonizados con el biorritmo de la Tierra. El brasileño Leonardo Boff es uno de los fundadores de la Teología de la Liberación.
Esta es la eterna pregunta que siempre se a hecho el ser humano desde tiempos remotos y es en gran medida uno de los mayores miedos del hombre. La filosofía y la religión han sabido dar respuesta a ésta pregunta desde su más intrínseco razonamiento.
El final de la vida representa un viaje hacia el misterio, hacia algo que excede nuestra propia conciencia y nuestro saber mundano. La respuesta, aunque certera para nuestra idiosincrácia, estará impregnada de cierto grado de de inseguridad.
Aun así, trataremos de indagar un poco más sobre la muerte, dándole vida una serie de relatos e historias verdaderas que van dejando abierta una esperanza para aquellos que aún no tienen por seguro lo que les espera más allá de ésta vida.
La visión doble
Al morir, el hombre no inmediatamente se percata del hecho. Y sólo después de ver a su doble yaciendo inanimado allá abajo y cuando se convence que no puede comunicarse, se da cuenta que su alma salió del cuerpo. A veces, en caso de un accidente, cuando la separación con el cuerpo es instantánea e inesperada, el alma no reconoce su cuerpo y piensa que ve a otra persona, parecida. La visión del doble y la imposibilidad de comunicarse crean un fuerte golpe en el alma, ella no está segura de si es realidad o es sueño.
Conciencia ininterrumpida
Todos los que pasaron la muerte temporal atestiguan que conservaron plenamente su «yo» junto con las capacidades intelectuales, sensitivas y volitivas. Más todavía, notaron que la vista y el oído se agudizan, el pensamiento es más nítido y extraordinariamente enérgico, y la memoria se aclara. Personas que perdieron algunas de sus facultades, a causa de la enfermedad o de la edad, sienten que las recuperaron. El hombre comprende que puede ver, oír, pensar, etc., sin órganos corporales. Es notable que un ciego de nacimiento, al salir de su cuerpo, vio todo lo que hacían los médicos y las enfermeras con su cuerpo y luego contó con todo detalle lo que pasaba en el hospital. Al volver a su cuerpo volvió a ser ciego. A los médicos y psiquiatras que identifican las funciones del pensamiento y sentir con los procesos químico-eléctricos del cerebro, les sería útil tomar en cuenta estos datos actuales reunidos por los médicos-reanimadores, para entender correctamente la naturaleza del hombre.
Una sensación de alivio
Habitualmente la muerte está precedida por la enfermedad y los sufrimientos. Al salir del cuerpo, el alma se alegra de no sentir más el dolor, la presión, la asfixia, en cambio percibir que el pensamiento trabaja claramente y los sentidos están apaciguados. El hombre se identifica con su alma, su cuerpo le parece como algo secundario y ya innecesario, así como todo lo material. «Yo salgo y mi cuerpo es una funda vacía» explicaba un hombre que pasó la muerte temporal. Él miraba la operación de su corazón, en curso, como un «observador ajeno.» Los intentos de reanimar a su cuerpo no le interesaban en absoluto. Aparentemente él mentalmente se despidió de la vida terrenal y estaba listo para comenzar una nueva vida. Sin embargo le quedaba el amor a sus parientes y la preocupación por sus hijos.
Hay que hacer notar que no se producen cambios importantes en el carácter del individuo. El hombre queda como estaba. «El concepto de que dejando el cuerpo al alma, enseguida sabe y entiende todo, es erróneo. Yo llegué a este nuevo mundo, tal como salí del viejo» — relataba K. Ikskul. Continuar leyendo «¿Hay Vida Despues de la Muerte?»