El largo viaje del Voyager I

Las últimas noticias que ha dado La NASA respecto a la nave robótica, es que esta ya ha dejado atrás la llamada heliopausa, zona en que los vientos solares parecerían que detienen su carrera, o al menos, los sensores ya no lo detectan.

Este límite aparentemente sobrepasa casi por el doble el límite de la nube de Oort, o sea que se estimaban un año luz de distancia para este último y casi dos años luz para el fin de la heliopausa.

Por las razones antedichas, es algo menor que lo deducido. De todas formas, el viaje de la Voyager I, ya avanza por el espacio interestelar.

La misión iba a durar solo 5 años, pero ya van muchos más. Actualmente se encuentra más allá de los límites del Sistema Solar cuando su misión original era sólo visitar Júpiter, Saturno y los satélites. Es una veterana de 33 años y funcionando.

El 5 de septiembre de 1977 fue lanzada desde Cabo Cañaveral en Florida, curiosamente después de la Voyager 2. Cuando completó algunas misiones en el Sistema Solar, en los años 79 y 80, descubrió atmósfera en Titán. En la NASA tomaron la decisión de que se desviara de su ruta para estudiar más este satélite, improvisación con la que sacrificaban el resto de sus misiones planetarias, encargadas desde allí al Voyager II.

A partir de entonces, su destino fue totalmente diferente. Al modificar su ruta se dirigió al borde de nuestro Sistema Solar para localizar y estudiar sus límites. Para poder mantenerse operativa durante tantos años contaba, además de los paneles solares-poco importantes ya en esa parte del camino-, con tres generadores nucleares que le permitieron seguir funcionando tan lejos del Sol.

Porta sobre el casco un disco con músicas e imágenes que retratan la diversidad de la vida y la cultura en la Tierra. Se incorporó a la nave para dar a conocer la existencia de vida civilizada en nuestro planeta a cualquier posible forma de vida inteligente que se tope con él.

Debido a la obsolescencia, no ha podido mandar- al atravesar felizmente la nube de Oort- ninguna foto, ni hacer otro gran descubrimiento de objetos espaciales.

El misterio de la Antártida

Existe un misterio que gira en torno a la Antártida, y se remonta al año 1947, el mismo en el que la fuerza aérea norteamericana realizó la llamada «campaña a la Antártida». La misma, segun se informó era con propósitos científicos y estaba principalmente destinada a cartografiar la Antártida; Sin embargo Estados Unidos llevó 4000 hombres, 13 buques, submarinos y portaviones al mando del almirante Richard Byrd. Si bien es cierto que las condiciones climáticas de dicho continente son especialmente hostiles, la cantidad de soldados enviados sugiere una excesiva cantidad para el fin propuesto.

Algunos años atrás, precisamente en los años 1938 y 1939, los alemanes habrían realizado similares exploraciones del Continente Antértico. Después de hundir algunos barcos que circundaban el lugar se apoderan de un sector que pertenecía a Noruega, no muy lejano al sector de la Argentina, que se llamaba Queen Maud land y lo rebautizan con el nombre de su barco que se llamaba «Neusch Wabenland» (Nueva Suabia), haciendo unos de los relevamientos aéreos más importantes que se hicieron sobre la Antártida.

En esa ocación descubrieron oasis de aguas calidas, con líquenes o pequeños arbustos. Se sospecha que durante la guerra, fueron llevando material técnico y humano, y que habrían construido una base secreta. En algunos artículos periodísticos recientes, se habla de ésta «supuesta Base» como la Base 211. Se supone que allí montaron una factoría con personal militar y científico, continuando el desarrollo de las armas secretas y también se sospecha, que tenían otras bases en el continente americano, sobre todo en la Patagonia Argentina.

Según la creencia popular, no aceptada por la mayoría de los historiadores, en la expedición de Byrd, realizada en el 47 y que se llamó «High jump» – (Gran Salto), perdieron varios hombres y varios aviones. También se cree que una de las flotas norteamericanas se encontraron con un Ovni y el mismo los habría atacado.

En aquel momento, ésta información jamás fue publicada y se mantuvo bajo el mayor de los secretos, tal vez porque se le dió mayor importancia a los casos de Kenneth Arnold y el mismísimo Caso Roswell, los cuales ocuparon durante meses los medios de comunicación y las primeras planas de los periódicos.

Luego de la expedición del del año 47, tuvieron que pasar diez años para que los americanos realizaran un nuevo viaje a la Antartida con una nueva expedición, al mando del almirante Byrd, nuevamente. Esta vez, la operación se llamó :»Deep freeze» o en español algo así como: Frío Profundo. (Y no solo porque habían pasado mucho frío la vez anterior)

Al año siguiente, precisamente en el 1958, se propone el «año geofísico internacional» y se declara a la Antártida como patrimonio de la humanidad. Permitiendo a algunos Países establecer Bases militares con objetivos de investigación.

Al regreso de ésta última expedición, Byrd debe ser internado en un hospital, por causas desconocidas. La prensa habló de que estaba recluido en un manicomio y de que se le prohibía hacer declaraciones y tener contacto con la prensa. Hace pocos años atrás, alguien encontró por casualidad, en una biblioteca de una universidad en EEUU un «supuesto» diario secreto del almirante Byrd. Su contenido es por demás llamativo ya que en él se realizan declaraciones muy interesantes. Por ejemplo, el libro «La tierra hueca» de Raymond Bernard, se basa en una supuesta nota periodística en la cual Byrd comentaba que se había topado con una civilización más avanzada que poseía platos voladores.

Un investigador llamado Peter Kolosimo, quien se dedicó a la investigación de numerosos enigmas de la humanidad, al igual que el conocido Von Daniken, pero con una actitud más crítica que éste, escribió en su libro «Flores de luna», que no creía en el «invento» de Bernard, sobre «la tierra hueca«.

En el diario Secreto de Byrd se mencionan además de los OVNIS, que él llama platos voladores, unos ríos y bosques completamente inusuales en aquel gélido lugar, que por naturalidad no deberían existir en medio de la Antártida; Una ciudad de cristal tipo futurista y una misteriosa base subterránea.

Misterios sin Resolver : El Paso Dyatlov

Este relato representa un gran misterio, aún vigente, de la antigua URSS. En el año 1959, un grupo de nueve alpinistas murieron bajo circunstancias misteriosas en los Montes Urales.

Durante el mes de febrero del año 1959, una decena de alpinistas se preparaba para realizar una expedición a la cordillera montañosa. El clima acompañaba las espectativas del grupo de estudiantes del Instituto Politécnico Ural a cargo de Igor Dyatlov, de 23 años, quien era un esquador y alpinista experimentado. Momentos antes de emprender el viaje hacia la base del monte Otorten nadie se podría haber imaginado el destino de tal odisea. Al llegar al último lugar de aprovisionamiento el día 28 de enero, un miembro del equipo llamado Yuri Yudin, enfermó repentinamente, lo que le obligó a quedarse allí para recuperarse ante la imposibilidad de seguir el ritmo del resto del grupo de estudiantes. Paradójicamente, aquella circunstancia se convirtió para su protagonista en un suceso providencial. Desanimado, Yudin se despidió de sus nueve compañeros. Esta sería la última vez que los vería con vida.

Cuando Yury se despidió de Igor, este le dijo que si el clima empeoraba, la fecha de regreso, prevista para el día 12 de Febrero podría postergarse. Ese fue uno de los motivos de que nadie se percatara de la posterior desaparición del grupo de alpinistas. Tal y como Igor lo había previsto, el clima empeoró, y ésto obligó a al grupo de jóvenes a desviarse de su curso, para formar un campamento desde el cual esperar a que las condiciones del clima mejoraran.

El día 20 de Febrero, los familiares de los jóvenes dieron la voz de alarma ante la ausencia de noticias de sus seres queridos. Ese mismo día se movilizó un equipo de rescate con miembros de la policía y del ejército y por un grupo de profesores y alumnos de la actual Universidad Técnica de los Urales. Después de varios días de búsqueda, encontraron el último campamento en el que se habían establecido los estudiantes. El estado del campamento no presagiaba nada bueno. Las tiendas estaban totalmente rajadas desde dentro y cubiertas parcialmente por nieve. No había nadie en su interior, pero, extrañamente, los objetos personales, incluso la ropa de abrigo, permanecían allí. Al revelar las fotos de las cámaras que los jóvenes habían dejado atrás como mudos testigos de lo sucedido, se determinó que el grupo había acampado en ese lugar el 2 de febrero hacia las cinco de la tarde. Continuar leyendo «Misterios sin Resolver : El Paso Dyatlov»