Durante la operación sucedió algo muy extraño. De repente su estado empeoró y tras una serie de complicaciones los médicos, cirujanos y enfermeros encargados de realizar la operación no pudieron salvarle la vida. Fue así como luego de cuarenta y cinco minutos de intervención, Karin Fischer dejó este mundo, pero no lo hizo de una manera común, si no, que para sorpresa de muchos, dejó tras de sí una prueba que habría revolucionado el mundo de la medicina y la ciencia: Al morir, el alma de Fischer, habría sido nada menos que fotografiada.
La fotografía del alma
Peter Valentín, uno de los médicos que asistió a esa cirugía, había decidido realizar algunas fotografías de la operación para que luego pudiera servir de manera didáctica para sus alumnos. Y fueron justamente estas fotografías, las que días después le revelarían a este escéptico hombre de ciencia aquella verdad que siempre le pareció imposible de que pudiera suceder: al revisar las tomas que había realizado durante la operación notó que en una de las fotografías, justo aquella que se tomó en el momento exacto en que Fischer falleció, se mostraba con total claridad, cómo una forma humana y transparente se elevaba hacia el techo de la sala de operaciones con los brazos abiertos en símbolo de ascensión.
Su primera impresión fue que alguien le habría jugado una broma que de alguna manera alguien había realizado un montaje sorprendente, es debido a esto que Valentín, llevó las tomas a un experto para que descubriera el engaño, sin embargo, las conclusiones del perito fueron claras, la foto era auténtica, era real.
En las manos del Vaticano
Una vez que tanto aquel experto como otros tantos, certificaran la autenticidad de la fotografía, el médico decidió acudir al párroco del hospital, el mismo que acreditó también que aquella era la imagen fidedigna de un alma humana. El religioso de inmediato convenció al médico para que divulgue la noticia y tal fue el estruendo de la misma que ésta llegó a oídos del Vaticano, que de inmediato pidió la fotografía para hacerle sus propios exámenes.
Según se cuenta fue el propio Papa Juan Pablo II, quien se mostró muy interesado en llevar a cabo la investigación del caso. Hasta la fecha, no ha habido respuesta oficial de la Santa Sede aunque se comenta que las primeras impresiones de los científicos de la Iglesia Católica fueron positivas para el fenómeno.