Historia del Triángulo de la Muerte
El triángulo de las Bermudas es conocido como «el triangulo del diablo» o «el limbo de los perdidos», es un area geografica de 3.900.000 kilómetros cuadrados entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Melbourre (Florida) en las que se a producido inexplicables desapariciones de barcos y aviones.
El misterio se inicia a mediados del siglo XIX, y desde entonces un total de más de cincuenta barcos y veinte aviones han desaparecido en el triángulo. Uno de los casos más famosos es del vuelo 19. Cinco bombarderos estadounidenses tipo torpedo abandonaron Fort Lauderdale el 5 de diciembre de 1945, en un vuelo de entrenamiento rutinario y con buenas condiciones meteorológicas. Ninguno volvió. Incluso el hidroavión que se envió a buscarlos desapareció. Otras historias de la región hablan de barcos encontrados abandonados con comida aún caliente en las mesas y aviones que desaparecen sin siquiera haber lanzado una llamada de socorro.
Otro caso resonante fue sin duda la desaparición del Mary Celeste. El barco partió del puerto de Nueva York el 5 de noviembre de 1872 rumbo a Génova. Cargado con barriles de alcohol para el comercio. El 5 de diciembre, entre las Azores y la costa de Portugal, fue avistada por el bergantín Dei Gratia. Toda la tripulación había desaparecido. En el diario de a bordo la última anotación era de quince días antes y no había nada que permitiera vislumbrar la existencia de problemas. Todo estaba en orden, pero no había rastros de vida.
A decir verdad se hallaron algunos signos inquietantes: los flancos de la nave habían sido golpeados varias veces con objetos afilados, la amurada de estribor presentaba un profundo corte y en algunas partes del barco se descubrieron manchas oscuras identificadas posteriormente como huellas de sangre. La respuesta del misterio solo está en las aguas profundas, nunca nadie ha sabido nada más.
Las posibles explicaciones
Las explicaciones que han dado muchos investigadores para estas desapariciones van desde secuestros por parte de piratas modernos a un simple error humano. También existen especulaciones de que esa zona está situada por encima de un remolino o un agujero en el océano que se traga a los navíos o aviones lo suficientemente infortunados para pasar exactamente por encima.
Sin embargo, otra posibilidad consiste en que partes de la Atlántida se encuentran debajo del Triángulo de las Bermudas. Unas legendarias pirámides atlántideas, construídas como fuente de energía podrían funcionar de manera esporádica y perturbar la comunicación de barcos y aviones, así como los sistemas de control.
Además, naturalmente, existen los que creen que estamos siendo invadidos por unos malévolos o tortuosos extraterrestres, y que especulan respecto de que esos alienígenas pueden, de alguna manera, trabar el campo magnético del Triángulo de las Bermudas y capturar especímenes humanos y artefactos para sus propios propósitos de investigación.
Sin embargo, aunque se ha informado de numerosas desapariciones en esta zona, se ha hablado menos acerca de aparatos que han aparecido ahí. Por ejemplo, en julio de 1975, Jim Thorne, miembro de un grupo de investigaciones oceánicas, fotografió una deslumbrante tormenta eléctrica por encima del Triángulo. Al examinar la película revelada, quedó perplejo al ver una clara imagen de aparejos cuadrados, a unas 100 millas de su embarcación. Pero aquella noche sabía perfectamente que no había ningún tipo de nave en las proximidades.
Este misterio se remonta a mediados del siglo XIX, y desde entonces han desaparecido un total de 50 barcos y 20 aviones.
Volviendo a las posibles explicaciones, los análisis menos fantasiosos apuntan a que las fuertes corrientes y la profundidad de las aguas podrían explicar la ausencia de restos, subrayando que varias de las desapariciones atribuídas a esta zona, ocurrieron en verdad a más de 600 kilómetros. Además, naves civiles y militares atraviesan la región todos los días sin contratiempos.
En cuanto se perfeccionen las técnicas de inmersión en aguas profundas es probable que se recuperen la mayoría de los barcos perdidos, aunque también es probable que el misterio del Triángulo de las Bermudas permanezca durante mucho tiempo en nuestra imaginación.
Otros Triángulos de la muerte…
«Vamos hacia un gran sol!». Éste fue el último mensaje enviado por el radiotelegrafista del avión antisubmarino Grumman, desaparecido el primero de julio de 1969. Cuando, trascurrido el plazo fijado para el regreso, el aparato no volvió a su base ni contestó a las llamadas que desde ésta se le hacían, se organizó una gran operación de búsqueda con medios aeronavales, que rastrearon una amplia zona del mar, únicamente se logró hallar restos dispersos del aparato desaparecido, entre ellos dos asientos.
Poco tiempo antes, el 15 de mayo del mismo año, otro avión gemelo Grumman cayó en la misma zona. En ambos casos, entre muertos y desaparecidos, hubo catorce víctimas en total. La encuesta hecha por las autoridades declaró «inexplicable» el siniestro.
Pero de 1952 a 1970, cinco modernos submarinos habían desaparecido también de manera inexplicable, en la misma región marina. Pero no nos estamos refiriendo al famoso Triángulo de las Bermudas.
El «triángulo» a que nos estamos refiriendo se encuentra en el Mediterráneo occidental: sus vértices son el monte Canigó, en los Pirineos franceses (donde entre 1945 y 1969 se produjeron once catástrofes aéreas, con más de doscientas víctimas humanas), la localidad africana de Tinduf, cerca de la frontera conjunta de Mauritania, Marruecos y Argelia, y las Islas Canarias. En toda esta amplia zona son también muy frecuentes las observaciones de ovnis (especialmente en las Canarias y el sur de España). No sólo en tierra, sino en el mar y «bajo las aguas» del mar.
Fuerzas Misteriosas.
El avión Grumman que emitió el extraño mensaje era un avión militar español, cuyo comandante, el capitán Antonio González de Boado, curiosamente uno de los pocos militares españoles del Arma Aérea que se tomaba en serio la cuestión de los ovnis. El capitán Boado había publicado interesantes artículos sobre el tema en la Revista de Aeronáutica y Astronáutica del Ministerio del Aire, y había dado muchas conferencias sobre Ufología a sus compañeros de promoción, que le querían y le respetaban.
¿Actúan entonces en esta zona las mismas fuerzas misteriosas y maléficas que parecen actuar en el Triángulo por antonomasia, el de las Bermudas?
Este triángulo y once más fueron ya señalados por el malogrado investigador y biólogo Iván Sanderson y sus colaboradores de SITU (Society for the Investigation of the Unexplained), de Nueva Jersey. Este grupo estaba formado por científicos especializados en distintas disciplinas: geólogos, meteorólogos, físicos, astrónomos, etc. Según ellos, existen en el planeta doce zonas de grandes perturbaciones geomagnéticas. Dos de ellas son los Polos y las restantes son todas marítimas. Se encuentran repartidas muy regularmente: cinco de ellas alrededor del paralelo 30 grados de latitud norte, y otras cinco en el paralelo 30 grados sur. Están separadas por distancias de 72 grados en cuanto a longitud.
Varios hechos sorprendentes se hallan asociados con estas zonas (que, más que triangulares, son romboidales; configuran un rombo inclinado unos 45 grados sobre el Ecuador). Todas ellas son zonas «calientes», donde los avistamientos de ovnis son frecuentes; en todas ellas se registran extraños fenómenos de distorsión del espacio-tiempo; en todas ellas la brújula se desvía unos cinco grados del Norte magnético; casi todas ellas se hallan cruzadas por la famosa línea BAVIC, descubierta por Aimé Michel y, aunque se ha exagerado mucho, en todas ellas se registran hechos inexplicables y misteriosas desapariciones de barcos y aviones.
¿Pero por qué se menciona únicamente una de estas zonas, el Triángulo de las Bermudas? Es muy sencillo: esta zona, por su ubicación geográfica, es la que registra un mayor tráfico marítimo y aéreo. Sólo es comparable a ella el «Triángulo del Diablo», en el Mar del Japón o también llamado Mar del Este, que también se ha ganado una cierta fama de lugar maldito. Los restantes «triángulos» caen en zonas marítimas de escaso o nulo tráfico marítimo o aéreo (ya hemos dicho que dos de ellas corresponden a los Polos), y esto explica que raramente se las mencione.
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