Según una leyenda irlandesa del año 90 A.C. existió una sirena que fue declarada santa.
Se trata de una niña de nombre Liban, que fue arrastrada por la olas y que sobrevivió gracias a que le creció una cola de salmón. Y vivió cientos de años hasta que unos pescadores la atraparan con sus redes en el siglo VI. Fue bautizada con el nombre de Murgen, cuyo significado es «hija del mar» y como le atribuyeron numerosos milagros el santo irlandés Congal la elevó a los santos altares.