En distintos momentos de la historia, los juegos de cartas han sido considerados nocivos, endemoniados, blasfémicos, diabólicos. Estas caracterizaciones han alcanzado a muchos juegos de naipes, como ha sucedido desde hace bastante tiempo con el poker, aunque también con otros juegos mucho más antiguos que lo antecedieron, y también otros modernos como el Yugioh, ilustrado con divinidades chinas, junto a dragones y guerreros capaces de determinar la suerte del jugador.
Por lo general, los juegos de cartas traen ilustraciones o personificaciones con alta carga de simbolismo en las diferentes barajas que se conocen. Esto hace que muchas personas terminen subsumidas en estas verdaderas deidades, de las que muchas veces depende su fortuna o su bancarrota. Lo que todavía no explican estas teorías es si tales situaciones también se generan entre quienes se vuelcan a estos divertimentos en sus versiones online, que en la actualidad constituyen la plataforma más elegida por los jugadores. Millones de personas se divierten y ganan utilizando plataformas como www.pokergratis.es, que parecen mucho más preparadas para evitar las injerencias de estas maldiciones, y dejar al temido maligno bien lejos de la mesa del juego; pero esto merece un artículo aparte.
Regresenado al tema principal, dichas maldiciones han sido caracterizadas con maestría por muchas obras de la literatura, que relatan cómo la baraja pasa a gobernar las mentes y las vidas de las personas.
“Con endiablado afán de probar suerte, por irresistible instinto de mejora, me pasé la noche dando tremendos estirones a las orejas de Jorge, mas con tan loco desacierto en cuanto apuntaba, que ni un instante me sonrió la fortuna”, escribió el célebre Benito Pérez Galdós en ‘Las tormentas del 48‘, cuando relata sus desventuras en una mesa de baraja. “La terrible deidad me asestaba golpe tras golpe, como si fuese yo un excomulgado de la diabólica secta que tiene por Biblia los naipes malditos. Concluí en el mayor desastre, debiendo a mis amigos sumas que mi abrasada mente imaginaba fabulosas”, relata la fina prosa del autor.
Poseídos hasta los peores límites
¿Qué hay de cierto en los relatos de diabólicas posesiones de jugadores que quedan encerrados en un mazo de cartas? Hay relatos de todo tipo que aseguran que el propio demonio se personifica en esas figuras enigmáticas, y hace su propio juego, premiando y castigando según sus designios, para resultar él siempre el final ganador.
También el poder y la ambición del jugador empedernido, sus movimientos estratégicos, sus avances y sus retrocesos, su obsesión por ganar más o por recuperar lo perdido, su ceguera que avanza irremediablemente hacia la bancarrota, parecen atestiguar esta especie de posesión que a muchos esclaviza sobre una mesa de paño verde. De allí que no sean pocas las personas que atribuyen esta perdición a una definitiva toma de posesión por parte del maligno.