Los demonios de Clifford Hoyt

Clifford Hoyt, de 31 años de edad, sufrió heridas graves en un accidente de tráfico en 1999. Cuando recobró el conocimiento después del accidente, la enfermera dijo que, según él, Hoyt había muerto y visitado el infierno, experimentando la terrible tortura que el Demonio le ofrecería a cualquier condenado. Después de negarse a recibir tratamiento psiquiátrico, Hoyt salió del hospital.

Varias semanas más tarde, los vecinos de Hoyt se quejaron con el propietario del edificio de que Hoyt estaba haciendo música, pero a altas altas horas de la noche. Entonces, el propietario del edificio fue al apartamento de Hoyt, en repetidas ocasiones llamó a la puerta. Debido al ruido, el propietario pensó que Hoyt no lo escuchaba, entonces se tomó la libertad de abrir la puerta del apartamento. La escena era grotesca por decir lo menos. Hoyt se encontraba tirado el suelo totalmente desnudo, en una mezcla de su propia sangre y excrementos, abrazado a un bloque enorme de hielo, aquella habitación más que un hogar, parecía una pocilga. Pero Hoyt se encontraba totalmente lúcido y se quejó de la atrevida acción del propietario. El dueño de la propiedad resolvió quejarse con la policía, consciente del daño a la propiedad.

Preocupado por los daños a su propiedad, el propietario tomó algunas fotos. Más tarde, se puso en contacto con la familia de Clifford, para que observaran su comportamiento. Clifford dijo que los demonios del infierno intentaban capturarlo. Explicó que para que su cuerpo no se quemara en la eternidad, debía tocar música para asustar a los demonios.

La única ocasión en que salía de casa era durante cortos períodos de tiempo para obtener los suministros mínimos necesarios para la supervivencia, incluyendo grandes bloques de hielo que utilizaba para calmar el ardor que sentía cuando intentaba dormir.

Los médicos atribuyeron el comportamiento de Clifford al daño cerebral que sufrió en el accidente. A día de hoy, él todavía cree que está siendo perseguido por los demonios. Reside en un centro psiquiátrico de Maryland, EE.UU.

El Puente de Overtoun; Donde los perros se suicidan

Una pequeña región de Escocia, Hamilton, encierra atractivos turísticos entre ellos la historia del enigmático puente de Overtoun.

Hamilton es una pequeña ciudad escocesa que se localiza al sur del estado de Lanarkshire, prácticamente a las orillas del río Clyde.

Esta pequeña urbanización está habitada por no más de 49 mil pobladores y originalmente se le denominó «Cadzow», que en español significa hermoso castillo, nombre que cambió años más tarde a Hamilton, en honor a James Hamilton, quien fue el propulsor del desarrollo del lugar.

A pesar de ser un lugar pequeño y del que poco se habla, Hamilton ofrece varios lugares que resultan atractivos para cualquier turista, tales como el Mausoleo Hamilton, recinto que se caracteriza por registrar el mayor eco de un edificio en el mundo; el Palacio Hamilton, el que fue el hogar de los duques de la región hasta finales del siglo pasado; Stratclyde Country Park, un parque temático excelente para niños, así como la iglesia parroquial de la ciudad.

Pero desde hace unos años, hay un puente en la ciudad, el «Overtoun Bridge», el cual ha llamado la atención de propios y extraños, incluso de la comunidad científica, ya que desde hace un poco más de 60 años ocurre en él un fenómeno muy particular: El suicidio de perros.

Este puente fue construido en 1895 por Lord Overtoun por encargo de James White, dueño de una mansión campirana y que para acceder a ésta, era necesaria hacer un acueducto para cruzar el río Clyde. El puente tiene un estilo victoriano, sostenido por tres grandes pilares a cada lado, ornamentados de manera clásica y sencilla.
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La extraña desaparición de James Worson

El 03 de septiembre 1873 James Burne Worson, un hombre de Warwickshire, Inglaterra, literalmente, desapareció en el aire, sin dejar rastro en cuanto a cómo sucedió, o dónde iba. O al menos eso dice la leyenda.


James Worson había aceptado un desafío para correr en tiempo récord desde el pueblo de Leamington hasta el pueblo de Coventry, un trayecto de 32 kilómetros. Había estado presumiendo su condición física y su habilidad de correr, por lo que se le pidió que lo probara, así que con un buen espíritu deportista se propuso a hacer exactamente eso.

Dos amigos, Hammerson Burns y Barham Wise lo siguieron de cerca en un vehículo jalado por un caballo. Burns llevó consigo su cámara. Worson nunca se apartó de su vista, y volteaba continuamente para compartir algunas amistosas palabras.

Worson logró los primeros kilómetros, con alegría, riendo y llevando a cabo una animada conversación con sus rivales, cuando inesperadamente, el equilibrio dio paso y tropezó, cayendo hacia el suelo con apenas el tiempo para un corto y penetrante grito. Wise diría después, “Fue el sonido más espantoso que cualquiera de nosotros alguna vez ha escuchado.” Pero mientras caía Worson hacía adelante con tan terrible grito, en lugar de caer al suelo como parecía que estaba por hacerlo, de desvaneció completamente a media caída, incluso antes de tocar el suelo.

Wise tomó fotos del suelo, y este parecía relatar la misma historia, las pisadas de Worson que se encontraban en la suciedad del suelo, parecían tambalear y desaparecían. Se organizo una búsqueda y se llevó a cabo una investigación ya que se sospecho que Burns y Wise lo habían asesinado, pero la investigación no encontró nada para respaldar la acusación. Los perros de búsqueda utilizados se mostraron renuentes a acercarse al punto donde Worson desapareció. Jamás se volvió a escuchar o a saber de el. Continuar leyendo «La extraña desaparición de James Worson»