El pozo del dinero : El Tesoro de la isla Oak

En la isla Oak, (Isla del Roble) una de las cientos de islas situadas en la bahía Mahone, en las costas de Nueva Escocia, Canadá, existe un enorme laberinto de túneles donde se esconde el pozo de un tesoro que aún no se ha conseguido descubrir, pese a las numerosas excavaciones realizadas desde su descubrimiento en 1795.

Durante más de 200 años, muchos exploradores intentaron adentrarse en los laberintos subterraneos de la isla en busca de la anhelada recompensa sin correo con mayor suerte.

La construcción de éstos túneles es ingeniosa, aunque nadie sabe con exactitud porque fueron construidos ni quien fue el responsable de semejante construcción.

Algunos, consideran el tesoro escondido en la Isla Osak, como uno de los mayores secretos del mundo; Un misterio que ha conseguido frustrar a todo aquel que intente develarlo. Entre las teorías que se han expuesto sobre sus constructores se habla de los fenicios, los cartagineses, los vikingos, los templarios, y por supuesto, los piratas.

Una extraña piedra encontrada en el pozo en 1803, dice, en mensaje codificado, «cuarenta pies debajo están enterradas dos millones de libras». El Pozo del Tesoro no sólo ha costado fortunas a los buscadores de tesoros, sino también vidas. ¿Pero existe realmente un tesoro?

Las excavaciones en la Isla

En 1.795, alguien llamado Daniel McGinnis, llegó a la isla de Oak, ( vocblo que significa «roble»), un árbol que abunda en el lugar. Fue precisamente en un roble, en donde McGinnis encontró una polea de barco, que pendía de una de sus ramas, y debajo, una hendidura en forma de circulo. Creyendo que se trataba de un antiguo tesoro de piratas fue en busca de un equipo y algunos hombres para emprender la excavación en aquel lugar. Allí encontraron capas de piedras semejantes a las del pavimento y a unos tres metros de profundidad, hallaron una plataforma de troncos incrustados en las paredes de un pozo. A unos 6 metros de profundidad, encontraron otra plataforma de igual forma, pero no pudieron llegar más allá. Como nadie daba demasiado crédito a su aventura, sin el apoyo de otras personas no les fue posible encontrar nada y finalmente decidieron abandonar la búsqueda del tesoro.

Por años, esta historia cayó en el olvido al igual que sus protagonistas. Pero sucedió algo inesperado que puso a la Isla Oak entre las historias que todos deseamos escuchar. Un acaudalado hombre de negocios de la ciudad de Onslow, Simeón Lynds organizó una nueva expedición para seguir con la excavación. A medida que descendían en las profundidades de aquel pozo, encontraban más plataformas de roble, colocadas a 3 metros de distancia, unas de otras. Consiguieron cavar unos 30 metros hasta que comenzó a salir agua. A esa distancia encontaron una losa de piedra con caracteres extraños que nadie pudo descifrar.

Con una palanqueta larga tantearon el fondo del pozo y encontraron que una dura superficie les impedía seguir horadando. Entonces descubrieron que, a 20 metros de profundidad, el pozo estaba inundado. Trataron de quitar el agua con una bomba, pero no era suficiente, porque excedida continuamente por lo que tuvieron que abandonar la excavación.

En 1849 Smith y Vaughan, dos de los primeros descubridores ayudaron a que otros hombres excavaran el sitio exacto. Con mayor fortuna que los anteriores buscadores de tesoros, implementaron un sistema de drenaje para poder acceder a los niveles más profundos del pozo, construyendo un dique y en la bajamar encontraron restos de un dique más antiguo. Las mareas altas destruyeron el nuevo dique, dejando la evidencia de la pericia de los primeros constructores. Una avalancha, produjo un derrumbamiento, haciendo desaparecer la camara del tesoro, y lo que contenía.

El misterio de la Isla del Roble

Algunos relatos dicen que cada 3 metros se topaban con plataformas de roble, pero hay quienes solo hablan de «marcas». Una expedición encontró un túnel inundado a 30 metros, alíneado con piedras planas, sin embargo, Robert Dunfield (un geólogo entrenado) escribió que al examinar el las paredes del pozo re-excavado no encontró evidencias del túnel.

La piedra grabada, de la cual un investigador tradujo el mensaje «14 pies abajo 2,000,000 de libras están sepultadas», fue vista hasta a principios del siglo XX, pero la exactitud del mesaje, es motivo de disputa.

Las estructuras enterradas en la isla son motivo de discusión, ya que no se conoce si dichos objetos estaban en el lugar antes de la primera excavación o fueron deajadas por algunos exporadores. Lo que se sabe es que documentos después de 1860 mencionan que las excavaciones hechas para buscar el tesoro terminaron en derrumbes e inundaciones.

Desde 1900 y hasta la fecha, se han iniciado nuevas expediciones intentanto descubrir finalmente el supuesto tesoro escondido, algunas de ellas han terminado con la vida de los exploradores. Actualmente la región pertenece a empresas privadas.

Tesoros escondidos

Algunos creen que se trata del tesoro del capitán William Kidd o Edward Teach (Barbanegra), quienes dijeron que sepultaron sus tesoros «donde nadie más que Satán y yo mismo puede encontrarlo.» Algunos sostienen que Kidd en acuerdo con Henry Every emplearon la isla como comunidad pseudobancaria entre ambos.

Tal vez se trate del tesoro de un galeón español o de tropas británicas de la Revolución Estadounidense. John Godwin concluyó que debido al tamaño y complejidad puede tratarse obra de ingenieros navales franceses que ocultaron el tesoros de la Fortaleza de Luisburgo después de que cayera en poder británico durante la Guerra Franco-India.

Una historia sin apoyo sólido, relata que se trataría de de las joyas de María Antonieta (salvo algunas cuantas, las demás se encuentran actualmente desaparecidas). Durante la revolución francesa, cuando el palacio de Versalles cayó en poder de los revolucionarios en 1789, la reina dió órdenes a su doncella de tomar sus posesiones y huir. Esta mujer llegó a Londres con las joyas y otros tesoros tales como obras de arte y documentos (algunos dicen que ocultó las joyas en su ropa interior) y que probablemente fue ayudada por oficiales navales franceses en sus escape.

Luego fue de Londres a Nueva Escocia, siguiendo las instrucciones que le dió la reina en Versalles, donde contrató a la naval francesa para cavar el pozo. Poco tiempo después fue localizada por Daniel McGinnis en 1795. La complejidad del sitio hace cuestionable el tiempo de su realización, aunque algunos afirman que es de estilo de la naval francesa.

En 1953 en el libro The Oak Island Enigma: A History and Inquiry Into the Origin of the Money Pit, Penn Leary dijo que el filósofo inglés Francis Bacon usó el pozo para ocultar documentos que lo avalan como autor de la obras de William Shakespeare, según una teoría del libro noruego Organisten (El Organista) de Erlend Loe y Petter Amundsen. Otros le atribuyen la obra a los Caballeros Templarios como su escondite para el Santo Grial.

El milagro de Calanda

Miguel Juan Pellicer nació en Calanda – España en Marzo de 1617 en una familia humilde de labradores y a los 19 años se mudó a la casa de su tío en Castellón. Segun narra la historia, a finales de julio del año 1637, llevando un cargamento de trigo se accidentó gravemente al caer de la mula en que iba montado, con tal mal fortuna que la rueda del carro en que transportaba el trigo le pasó sobre su pierna derecha fracturándole la tibia en su parte central.

Inmediatamente es trasladado a la localidad de Valencia e ingresa en el Hospital Real el día 3 de agosto de 1637, según consta en el Libro de Registro, que aún se conserva. En este hospital sólo permanece unos días y luego vuelve a Zaragoza.

Una vez allí, decide visitar el Templo de Nuestra Señora del Pilar de la cual es muy devoto. Y posteriormente es llevado al Hospital General de Nuestra Señora de Gracia, en donde permanece internado bajo la atención del cirujano Juan de Estanga. Viendo el lamentable estado de la pierna de Pellicer, que para ésta alturas se encontraba ya en estado gangrenoso, y tras consultar con los cirujanos Miguel Beltrán y Diego Millaruelo, decide amputarle la extremidad unos cuatro centímetros por debajo de la rodilla. Dicha pierna fue enterrada por un practicante en el cementerio del hospital, dentro de un hoyo «como un palmo de hondo». Se le dió de alta en el hospital, se le colocó una pierna de madera y se le proporcionó una muleta en la primavera de 1638.

Para sobrevivir hubo de recurrir a la limosna en una de las puertas del Templo del Pilar lo que aprovechaba para oir misa todos los días en la Santa Capilla, a la vez que se ungía con aceite de las lámparas el muñón de la pierna para intentar suavizar el dolor.

Esta vida de Miguel Juan duró unos dos años, ya que decidió volver a su casa de Calanda. En la primera semana de marzo de 1640 inicia su viaje de retorno a Calanda, llegando el 29 de marzo de 1640. Después de una dura jornada de trabajo en su casa, al llegar la noche, y habiéndole preparado su madre una yacija improvisada con un serón de esparto y sobre él un pellejo, al lado del lecho conyugal, debido a que su habitación la empleaba un soldado que se alojaba en su casa, se duerme. Eran aproximadamente las diez de la noche cuando según relatan, que entre las diez y media y las once de la noche entran sus padres en la habitación «a luz de candil», y perciben una «fragancia y olor suave no acostubrados allí», y al acercarse su madre para comprobar como se había acomodado Miguel Juan en el lecho improvisado de aquella noche, lo encuentra durmiendo, pero, según la leyenda local, ve admirada que por debajo de la capa paterna asomaban no uno sino los dos pies cruzados. Sus padres lo despertaron del profundo sopor en que se encontraba, ya en los primeros momentos, a la luz del candil logran observar la persistencia de viejas cicatrices de la “pierna amputada” las cuales eran la de la carreta al pasar por encima, una de un grano mal curado y otra de un perro que le había mordido, como al momento del accidente el joven aún no había completado su desarrollo la pierna era un poco más corta que la otra por lo que se le conoció como el cojo de Calanda debieron pasar 2 meses antes que estuviese completamente normal.

El día 2 de abril, cinco días después D. Miguel Andreu notario de Mazaleón, levanta acta notarial de “tan impresionante hecho”. El original de esta Acta con todo el protocolo del año 1640, se conserva en el Archivo del Ayuntamiento de Zaragoza, el 25 de abril Miguel Juan y sus padres llegan a Zaragoza para dar gracias a la Virgen del Pilar. El Cabildo de Zaragoza remitió al Conde-Duque de Olivares la información del hecho para que, a su vez, la pusiera en conocimiento del Rey Felipe IV. Declaran en dicho proceso: Facultativos y sanitarios (5 personas), entre ellos el cirujano que le amputó la pierna, familiares y vecinos (5 personas), autoridades locales (4 personas), autoridades eclesiásticas (4 personas), personajes diversos (6 personas, destacando a dos mesoneros de Samper de Calanda y de Zaragoza).

La Iglesia reconoce el hecho como “milagro” el día 27 de abril de 1641.

A finales del siglo XVII comienza la construcción en Calanda de un templo, ubicado en la casa en donde se ubicara la habitación del joven y dedicado a la Vírgen del Pilar, a quien se le atribuye el milagro.

Lo que hace más sobresaliente el hecho es la gran cantidad de documentación histórica que le respalda al igual que la cantidad de testigos del hecho personas de las poblaciones donde estuvo Miguel y que le vieron antes y después del milagro.

Creer o no creer ya es cuestión de cada uno, como todo este hecho tiene sus opositores pero es díficil que no exista por lo menos el beneficio de la duda cuando son tantos personajes y de tan diversos estatus los que dan fe del suceso.

La Oficina Médica de Lourdes es un ente que desde 1882 se encarga de recibir los millones de casos de curaciones supuestamente milagrosas de todo el mundo y de todos los credos, que van desde católicos hasta ateos racionalistas; para que se declare un milagro se aplican cuatro criterios: que el diagnóstico de la enfermedad sea perfectamente claro, que el pronóstico sea permanente o terminal a breve plazo, que la curación sea súbita, y que ningún tratamiento pueda considerarse como origen de esa curación, ni siquiera que la haya favorecido por esta razón. Menos de un centenar de estos casos son verdaderamente aceptados como tales; pero bien vale decir casi sin temor a equivocarse que ninguno o casi ningún otro tiene las caracteristicas del de aquel a quien nos referimos y que llevara al propio rey Felipe IV a besar la pierna de un súbdito suyo como lo confirma la historia.

El Roswell Argentino

El sábado 6 de mayo de 1978 ocurría uno de los casos más misteriosos y nunca resueltos en la zona norte de Argentina en su límite con Bolivia. Ese día, varias personas vieron como un extraño objeto caia del cielo seguido por una gran explosión, que provocó remezones de tierra. Una columna de humo negro y denso subió por varios centenares de metros, y una extraña sensación de «cambio de aire» fue experimentada por la gente. Los animales huian inexplicablemente. El fenómeno afectó a campesinos de varios kilómetros a la redonda del cerro El Zaire, ubicado en Tarija, Bolivia, en el límite con Salta (norte de Argentina).

Eran aproximadamente las 17,30 horas en la República Argentina, cuando personas de distintos poblados del norte de Argentina y sur de Bolivia vieron un objeto de forma ovoide, acerado, que desprendía una estela de humo y se precipitaba a gran velocidad. Seguidamente se escuchó una gran explosión que ocasionó en varios lugares el desbande de animales. Inmediatamente, unos remezones de tierra que confundieron con temblores y finalmente una gran columna de humo negro.

La región salteá en donde ocurrió éste fenómeno, está cubierta por una selva subtropical de muy tupida vegetación, conocida como Las Yungas, se encuentra allí el Parque Nacional El Baritú, que guarda uno de los biomas más vírgenes del país. El calor, la humedad y la frondosa vegetación fueron factores que jugaron en contra de los expedicionarios que fueron, desde Salta, en busca del objeto precipitado.

Desde Bolivia, inmediatamente, fueron enviados varios aviones a reconocer la zona. El diario Boliviano «El Potosí» publicaba por esos días esta noticia:

….»el Grupo Aéreo de Cobertura Militar, con asiento en la base de Tarija, destacó varios aviones, a los que más tarde se agregó un helicóptero, al lugar del impacto. La operación estaba a cargo del Teniente Coronel Julio Molina. Cuando el Teniente Osvaldo Prado localizó el punto exacto de la colisión, se fotografió el inusitado y tremendo «desmoronamiento» en la ladera sur del cerro El Zaire, donde un enorme hoyo, de unos 300/400 mts., con 400/500 mts. de ancho y más o menos 1.500 mts. de largo, quedaba como vestigio indudable del fenómeno….»

Los testimonios de la gente de las distintas localidades afectadas coincidirían invariablemente en tres puntos: Una fuerte explosión, el movimiento telúrico que se sintió inmediatamente y la columna de humo negro que se levantó. Continuar leyendo «El Roswell Argentino»