En el año 1974, una familia de la ciudad de Jacksonville – Florida, EEUU, descubrió un artefacto que desafió todos los intentos realizados por clasificarla.
Según una noticia de Prensa Asociada del 12 de abril de 1974, Antoine Betz y su esposa Gerri encontraron un objeto de forma esférica que pesaba unos 9 kilogramos y cuyas dimensiones eran menores que las de una bola de bowling. El extraño artefacto parecía estar hecho de un metal altamente pulido y fue encontrado en la mitad del patio delantero de la casa de los Betz.
La “bola Betz”, como se le llegaría a conocer, era capaz de realizar proezas verdaderamente asombrosas, como rodar hacia un lugar determinado por su propia cuenta y regresar a la persona que la había hecho rodar; vibraba y zumbaba como respuesta a los acordes de una guitarra.
El interés por la esfera la convirtió en la sensación del momento, llegando a atraer la curiosidad de la Marina de Guerra de EEUU, que la pidió prestada a los Betz para someterla a una serie de pruebas.
Los escépticos no demoraron en hacer conocer sus críticas, alegando que la milagrosa esfera de metal no era más que una válvula de retención de una fábrica de papel, y la curiosidad del público se extinguió después de dicha aseveración.
Sin embargo, el investigador Bill Baker llegó a establecer que la “bola Betz” era tan increíble como se había pensado originalmente. Presentando los datos producidos por las pruebas oficiales, Baker comprobó que el objeto parecía albergar cuatro objetos distintos en su interior y que contaba con tres polos magnéticos no lineales: una anomalía científica. Si se le golpeaba con un martillo, el objeto producía sonidos como una campana; si se le colocaba sobre una mesa de vidrio, el objeto parecía ir “en busca” de la orilla de la mesa para luego alejarse de ella; si se inclinaba la superficie de vidrio, el objeto se desplazaba -asombrosamente- en el sentido contrario.
La especulación sobre la verdadera naturaleza del objeto misterioso iba desde una sonda alienígena hasta un dispositivo antigravitatorio extraído de un OVNI derribado.
Este «astronauta prehistórico», con rasgos faciales claramente mongoloides fue descubierto en Xochipala, Guerrero, México. Su origen es desconocido.
Se trata de una estatuilla esculpida en piedra arenisca rojiza, de unos 17 cm de altura y realizado entre los años 1150 y 100 a.C.
Durante muchos años se supuso que representaba a un rey sacerdote Olmeca, sin embargo, el casco, el cuello y las expresiones faciales son un tanto extrañas, casi con elementos propios de la tecnología moderna.
Durante la década del 30?, esta extraña figura estuvo exhibida en una vitrina del Museo de Arte Metropolitano de Nueva York, y fue visitada por miles de curiosos. Más tarde fue adquirida, para su estudio, por el Doctor Milton Arno Leof, de la ciudad de México; País en el que se encuentra en la actualidad.
La estatua parece representar un buzo o astronauta moderno, incluso, los «guantes» no podrían ser utilizados por el «Rey Sacerdote». Otro misterioso elemento de éste objeto atemporal son las “garras” de los pies.
El cubo de Gurlt
Los objetos artificiales de alta extrañeza como la Esfera negra de Ucrania o la “bola Betz” difícilmente pueden considerarse como únicos en su clase. Se tratan, sencillamente, de añadiduras modernas a una colección de dispositivos enigmáticos que han sido descubiertos en el mundo durante siglos. Después de su aparición, estos objetos son analizados meticulosamente y juzgados por el ojo científico, antes de caer definitivamente en el olvido, de un momento para otro, casi tan inmediatamente, como cuando fueron encontrados.
Uno de los objetos más famosos y controvertidos es sin duda El cubo de Gurlt. En el año 1885 el Doctor Gurlt descubrió un cubo, más presisamente un paralelepípedo, adherido a un bloque de carbón, en una mina cerca de Salzburgo, Austria. Los bordes del cubo eran ligeramente redondeados y tenía una serie de inscripciones desconocidas, que difícilmente pudieran ser obra de la naturaleza.
Ante la misteriosa procedencia de dicho objeto se hicieron una
serie de pruebas cuyos resultados aumentaban el enigma; El cubo de 8 kg, cuyas dimensiones eran perfectas: 67 mm x 67 mm x 47 mm, resultaba ser una aleación de acero especial que contenía Níquel y muy poco Azufre. Esta composición química no podría haberse producido naturalmente, lo cual indicaba de debía haber sido construida por “alguien”.
El Doctor Gurlt lo consideró la hipótesis de que un trozo de meteorito se habría incrusto en la Tierra en una época muy remota, y publicó su obra sobre el cubo en 1886, pero todas las pruebas realizadas por los técnicos de la época concluían en que el cubo era un objeto elaborado con técnicas muy avanzadas, y que dicha aleación no se producía en la naturaleza ni siquiera en el espacio exterior. Además de ciertos signos presentaba un corte
en la mitad del objeto
El cubo fué donado al museo de ciencias de la ciudad de Salzburgo, pero en 1910 el objeto desapareció misteriosamente y hasta ahora nunca se ha sabido más de él.
Modelo egipcio de la bombilla de Edison
Tomás Alva Edison demostraba su revolucionaria bombilla eléctrica en octubre de 1879. Sin embargo, hace más de 2000 años, los egipcios tenían conocimiento del principio eléctrico por el cual éste artefacto moderno funciona.
Como muestran los relieves antiguos de las paredes egipcias del templo de Hathor de Dendarah, los sacerdotes de éste Faraón, además de conocimientos de ciencia y religión, deben haber poseído el secreto de la electricidad.
Estos relieves muestran figuras humanas de pie junto a estructuras con forma de bulbo. No hace falta esforzar la imaginación, para reconocer en éstos objetos a las lámparas modernas. Se puede leer con mayor detalle, la explicación física de lo que nos sugieren las imágenes del templo egipcio en el siguiente enlace. Misterios sin Resolver.
Lentes Vikingos
Las gafas esféricas, utilizadas principalmente para la fabricación de instrumentos ópticos de alta precisión, son generalmente consideradas un logro de la tecnología moderna, producto de la era de la computación. Pero éste es un punto de vista erróneo. En realidad, el primero de estos instrumentos se remonta al siglo 12.
Tras varios años de minucioso análisis, los expertos de anteojos han confirmado que los objetos de cristal de roca del siglo 12, encontrados en el suelo de tumbas vikingas en Suecia, se hicieron casi a la perfección. Si éstas lentes se utilizan para leer una página de texto, el efecto es el mismo que el obtenido con un vidrio de aumento moderno.
No fue hasta el siglo 17 que el matemático René Descartes realizara los cálculos teóricos acerca de los lentes asféricas, sin embargo, esta tecnología de precisión se utilizó exitosamente en la antiguedad. La pregunta es quien desarrolló ésta tecnología?, ¿cómo se desarrollaron hace más de ocho siglos, estos sofisticados dispositivos ópticos?
Investigadores de la Universidad de California en Berkeley estudian desde hace ya varios años, éstos sensacionales lentes “vikingos”. En general, se cree que éstos artefactos inusuales fueron fabricados originalmente en Bizancio, donde fueron comprados o robados por los vikingos.
Piedra rúnica de Kensington
Existen numerosas teorías sobre el auténtico descubrimiento de América: Algunas de ellas se lo atribuyen a Leif Eriksson y sus hermanos en el siglo XI; Otras a los vikingos – Bjarn Herlufsson en el siglo XII y algunas más modernas a los monjes irlandeses.
La Piedra de Kensington, es una piedra con inscripciones rúnicas (el lenguaje de los vikingos) hallada en el estado de Minnesota en 1898. En su leyenda labrada a cincel hace referencia a una expedición de suecos y noruegos a Vinlandia en el año 1362.
La mayoría de los científicos suponen que es una falsificación del siglo 19. Sin embargo, los exámenes recientes tuvieron como resultado que es un documento auténtico. Las medidas de piedra alrededor de 1 metro de altura, 50 cm de ancho y 10 cm de espesor. Pesa 100 kg.
En el año 1972, un semanario italiano publicaba un increíble artículo titulado : «Inventada la máquina que fotografía el pasado».
Se trataba de un experimento realizado por un equipo de doce físicos, provenientes de varios lugares del mundo, que habían logrado contruir un misterioso artefacto, capás de extraer imágenes del pasado. Incluso, ellos mismos afirmaban haber obtenido imágenes de la vida entera de Cristo, ofreciendo como prueba de semejante acontecimiento, una fotografía del rostro sufriente de Jesús de Nazaret, durante su crucifixión.
El semanario Domenica del Corriere, dedicaba una extensa nota en donde se exponían los fundamentos teóricos del experimento. El principal axioma involucrado era el conocido principio de la física clásica, según el cual «La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma».
El inventor del aparato, Alfredo Pellegrino Ernetti, un monje benedictino, aseguraba haber construido su máquina basándose en el concepto de que las ondas sonoras y visuales son energía y, por tanto, están sometidas a las mismas leyes físicas que la materia. Igual que desde las partículas más ínfimas se puede recomponer un elemento en su forma primitiva, el artefacto sería capaz de acceder a las ondas luminosas y sonoras del pasado, reorganizándolas en las mismas imágenes y sonidos que las integraron en su origen.
El caso del Cronovisor trascendió en el año 1972 por la entrevista que el padre Ernetti le concedió al diario italiano «La Domenica del Corriere», en la cual afirmó haber participado en el proceso de esta singular máquina del tiempo. Desde ese momento, la noticia se extendió por todo el mundo. Sin embargo anteriormente, el padre Ernetti ya había dado pequeños detalles en alguna publicaciones. Por ejemplo, en el año 1965, una revista religiosa de Francia «L’Heure d’Etre» había publicado una corta referenmcia a la investigación y en Enero de 1966, la revista italiana «Civiltá delle Macchine», recogía la noticia, aunque con pocos detalles y acotada importancia.