De la A a la Z…

Porque nos cuesta escribir.

Muchas veces me he preguntado porque si hablamos en una forma debemos escribir en forma diferente. Todavía resuena en mis recuerdos las voces de las maestras del primario, tratando vanamente que nosotros hablásemos de «tu», «tienes» y cosas por el estilo. Todavía se pueden ver en la televisión películas argentinas de la década del cuarenta en donde los actores se esforzaban en este casi «castizo» hablar, lejos de la forma usual de comunicarse del pueblo.

En cada País que habla el idioma, aparecen estos «contratiempos»; ¡no tenemos autonomía para darnos las reglas más acordes!

Cuantos sinsabores ahorraríamos si escribiéramos como hablamos. El pueblo simplificó el idioma hablado, desconociendo lo superfluo del mismo. Este mundo necesita de la precisión y de la rapidez. ¡Cuanto más rápido se viaja con poco equipaje! Siempre, desde que tengo memoria, fue un orgullo iberoamericano el poseer un idioma con la mayor cantidad de vocablos. Durante muchos años me pareció irreal tener tantos vocablos, muchos desactualizados y carentes de significado en nuestras vidas, cuando tenemos tantos otros que para darles distinción hemos tenido que agregarles haches, eses, ces o zetas, etc. , para darles algún tono distintivo en sus afanes descriptivos, o acentuarlos en formas diferentes y a su vez lo poco que fueron usadas los vocales i , o y mucho más la u y ni hablar de ciertas consonantes que llenan poquísimas páginas en las enciclopedias y diccionarios. No es fácil encontrar hoy personas que realmente les interese saber de que raíz proviene una palabra (que palabra latina o griega-generalmente- que le dieron origen, y norman para que deba escribirse con s, o c, o z, o v, o b, o con g o j. La mayoría de la población estaría más que satisfecha de no tener tantas dudas ante estas no tan importantes cuestiones. Molestos tal vez estarán los especialistas, -a los que no prohibimos su trabajo y gusto-, pero que deseamos no se inmiscuyan más en la pedagogía y la enseñanza, ya que el mundo moderno es muy complejo para hacerlo aún más solo por purismos y «tradiciones»-.

Si ya en los primeros años se pudiera escribir sin errores, ni recordar innecesarias excepciones, podríamos ocupar el tiempo en estudios más acordes a las necesidades de la vida y del conocimiento actual.

Hace casi ciento cincuenta años, Sarmiento –ex -presidente argentino-, eminentemente práctico, intentó algo sobre el tema. Ya el idioma de todos los días- por sus cartas, en especial «amorosas»- muestran al idioma muy similar al por nosotros empleado, así que bien pudo pensar en independizarse de España también en la forma de escribir el idioma y acercarlo al tratamiento local.

Simplificar la escritura es fácil y práctico, un sonido, una letra, al estilo en que lo hablamos, sin dudas y sin vueltas. Ya el idioma castellano es líder en esto: ¿que nos falta para animarnos a llegar al extremo? No es justo que, porque nosotros- los que estudiamos algo-y ya pasamos esta tortura, obliguemos a nuestros hijos o nietos al trabajo de aprender cosas que están más llenas de dificultades que de ventajas. Para ser francos, a muchos ni el «corrector» de la computadora nos salva del papelón – lo digo por experiencia-. Sería más correcto que hiciéramos nosotros el esfuerzo de escribir sin estas malditas excepciones. Nos dará trabajo al principio, pero será menor al que obligamos a los «enanos» a hacer, estudiar con reglas y anomalías más que innecesarias. (Por ejemplo esa doble n en la última palabra).

En un país con cada vez más cantidad de analfabetos, o casi, simplificar la escritura es ya más que una necesidad. Corrigiendo el verdadero anacronismo de nuestro idioma (para ser justos todavía peor en otros), lograríamos tempranamente que los chicos escribieran bien, cosa que les daría ánimo para estudiar cosas de más valor – luego de asegurar esta escritura -, más tempranamente.

Hasta los mismos profesionales encuentran dificultades en la materia, muchos más ocupados en sus específicos saberes que en el «bien» escribir.

Creo que «legalizar» en la escritura lo empleado en nuestro hablar diario no sería descabellado, sería ser sinceros, vacíos de toda hipocresía ( porqué con ese y no con c; pocos lo saben).

No hablamos distinguiendo la B larga de la V corta, porque no elegimos alguna de las dos y suprimimos a la otra. (de hecho en el Latín la B larga era poco o nada empleada)

No pronunciamos la Z, en el hablar de todos los días ya que la reemplazamos por la S, hagamos otro tanto en la escritura.

La LL, la reemplazamos por la Y, con el sonido de yema, así que calle no es casi calie, sino caye. (la elle es un mal invento bastante moderno).

La G y la J no se distinguen en algunos casos al hablar, usemos la J como ja, je, ji, jo, y ju y con el sonido de gue usemos la G siempre, pero sin la u salvo que la palabra la tenga con ese sonido y nos olvidamos de la diéresis en vergüenza. (Se puede decir Jerónimo y Gerónimo, las dos formas bien dichas y escritas según documentos no tan vetustos.)

La K la C y la Q no se diferencia en nuestro hablar, bueno, la C y la S a veces tienen el mismo sonido, así que usemos la S cuando el sonido es de esta letra y la K cuando la c suena así, así tendríamos: kasa, keso, kiero, etc. y despedimos a la Q y a la C, salvo esta última en el caso del sonido CH, donde ambas (C y H) sobreviven, en tanto que la H, la suprimimos en todos los otros casos por perfecta inútil. (Después de todo, no hay idioma más latino que el italiano, que más práctico hace mucho que la suprimió en estos casos).

La W se reemplaza por vu o bu según elijamos una v u otra de las bes (o ves). (Vualter, Vuidler-en el caso de mi apellido. :)

La X, en las pocas palabras que existen la reemplazamos por KS ¡Ekselente!

La Y se reemplaza por la i: Paraguai, Uruguai, i por la conjunción y.

Otro tanto hacemos con la Ñ, la reemplazamos por el cotidiano y parecido “ni” (de sonido harto similar), Ponemos monio en lugar de un moño.

La R, cuando es rr, se escribe doble, este delante de la palabra o después de s o n y simple con una r sola si así suena en la conversación. En vez de Israel: Isrrael.

Las palabras se acentúan con acento escrito, siempre en donde al hablar las acentuamos, así no deberemos recordar más ninguna regla: una palabra, un acento y en el lugar que normalmente resaltamos al hablar. (Sería: Relój, Esfínter, Ánfora ) y en las monosílabas, si se quiere se acentúan o no.

Como se vería algo escrito así: (Kuánto más kómodo és eskríbir dé ésta manéra , lás fáltas dé ortogrrafía desaparésen pór árte dé májia yá ké lás esepsiónes í dúdas nó eksísten más.)