El futuro podría estar al alcance de las manos en cualquier momento.
Ali Razeghi, un emprendedor y científico iraní de 27 años, ha registrado en Tehrán lo que, sin más preámbulos, indica ser una máquina del tiempo. El Centro Iraní de Investigaciones Estratégicas guarda en sus registros (no es broma) «La Máquina del Tiempo Aryayek», una invención que permitiría, según su inventor, «predecir entre cinco y ocho años en la vida futura de cualquier individuo con precisión del 98%.»
El mecanismo no puede ser más sencillo: el usuario toca la máquina y recibe un informe impreso de su futuro. El visionario Razeghi afirmó también que un país con dicha tecnología sería capaz de predecir eventos desafortunados (como el terremoto de 7.8 grados Richter que esta mañana sacudió a la nación árabe, o bien las guerras futuras que el intervencionismo occidental planee para próximas fechas), dándoles tiempo de prepararse.
Todos estamos ansiosos por ver el prototipo –pero Razegui (que, recordemos, puede ver el futuro), anticipa que “la razón por la que no lanzamos nuestro prototipo en esta etapa es porque los chinos robarían la idea y lo producirían por millones de un día para otro.” Una declaración sensata, sin duda.
Viajar en el tiempo puede ser una idea viable para un fanático de la serie Lost o un suceso inimaginable para el más ortodoxo de los matemáticos deterministas, lo cierto es que ésta idea ha girado en torno al mundo de la literatura fantástica y de la ciencia moderna desde los orígenes mismos del pensamiento humano.
Poder retroceder el tiempo para quien sabe cuantas e inimaginables situaciones o viajar al futuro, para conocernos (Si es que aun estamos con vida) o conocer nuestra decendencia, parecen ser situaciones extraídas de un libro de Julio Verne.
Si nos circunscribimos al entorno pseudo-científico, encontraremos una cantidad de relatos relacionados con éste fenómeno. Historias, como el mencionado Experimento Filadelfia, que intentan ser explicadas con elementos propios de un «Viaje en el Tiempo». Algunas desapariciones misteriosas, sin explicaciones certeras, representan la situación ideal para divagar sobre éste tema, desarrollando hipótesis que giran en torno al tiempo y al espacio.
Pero no hace falta buscar en los libros de ciencia ficción para descubrir el eterno deseo del hombre por manipular el tiempo a su voluntad. Algunos físicos reconocidos han dado su punto de vista a lo largo de los años y otros, incluso, han dedicado parte de sus vidas investigando éste apasionante tema.
Desde hace algunos años atrás, el físico Ronald Mallet de la Universidad de Connecticut ha estado trabajando en los planos de una máquina del tiempo. Un nuevo prototipo de la increible máquina que H. G. Wells describe en The time machine (1895). Una de las cualidades de su aparato es que utilizaría energía luminosa en forma de rayos láser para curvar el tiempo. Seguramente Mallet ha sido influenciado por otros grandes pensadores de la historia que han dejado un extenso trabajo sobre la materia.
Teoría de la Relatividad de Albert Einstein
La teoría especial de la relatividad de Albert Einstein (y por extensión la teoría general) permite explícitamente un tipo de dilatación temporal que ordinariamente se podría denominar «viaje en el tiempo». Esta teoría básicamente induce a pensar que relativamente para un observador estacionario, el tiempo parece fluir más lentamente para los cuerpos que se desplazan rápidamente: por ejemplo, un reloj que se desplaza parecerá correr más lento; al incrementar su velocidad y acercarse a la velocidad de la luz parecerá haberse detenido completamente. Sin embargo, este efecto sólo permite viajar hacia adelante en el futuro y nunca hacia el pasado.
La máquina del tiempo de Ronald Mallett
Diversos fenómenos físicos se han propuesto como métodos para viajar en el tiempo, pero ninguno de ellos (agujeros negros, agujeros de gusano o cuerdas cósmicas) parece fácilmente realizable, pues para llegar a distorsionar lo suficiente el espacio-tiempo requieren una cantidad de masa gravitatoria increíblemente grande. Como alternativa a estos métodos, Ronald Mallett, de la Universidad de Connecticut, basa su propuesta de máquina del tiempo en la famosa ecuación de Einstein, E=mc2, que establece la equivalencia entre masa y energía. Para curvar el tiempo, su dispositivo utiliza, en lugar de objetos masivos, energía luminosa, en la forma de haces de rayos láser.
Tal como ha explicado a PhysOrg, Mallett ha diseñado un experimento para determinar la existencia de lazos temporales en el que, por medio de una disposición de espejos e instrumentos ópticos, se produce un haz de luz circulante, cuya energía debería curvar el espacio a su alrededor.
De acuerdo con la teoría de la relatividad, la curvatura del espacio afecta igualmente al tiempo, de manera que éste se dilataría en las inmediaciones del haz de luz ofreciendo la posibilidad de observar ahí partículas inestables que contienen una especie de reloj interno: se desintegran en un “tiempo medio” de vida extremadamente breve, que se vería dilatado por efecto de la curvatura del espacio-tiempo, algo que no se observaría en regiones más alejadas del haz. La dilatación de su tiempo medio de vida significa que la partícula ha avanzado hacia el futuro a través de un lazo temporal.
Este efecto recuerda al que se estudia en los grandes aceleradores que impulsan las partículas subatómicas a velocidades cercanas a la de la luz. En concordancia con la relatividad especial de Einstein se observa experimentalmente que el tiempo medio de vida de las partículas inestables que se mueven rápidamente en los aceleradores se estira y su reloj interno transcurre más despacio, de manera que su tiempo medio de vida aumenta, favoreciendo así su detección
La paradoja del Viaje al Pasado
Si alguien regresara en el tiempo y conociera a sus padres adolescentes, ¿sería capaz de separarlos e impedir su nacimiento? – Los investigadores especulan con que el viaje en el tiempo puede ocurrir dentro de una especie de rizo retroalimentado donde el movimiento hacia atrás es posible, pero únicamente en una forma que sea «complementaria» con el presente. Es decir, sería posible saltar hacia atrás en el tiempo, pero no se podría hacer nada para alterar el presente. Este nuevo modelo, sustentado en leyes de la mecánica cuántica, elimina la famosa paradoja de que no se puede volver al pasado.
Si bien las leyes físicas parecen permitir éste retroceso temporal, el concepto está cargado de incómodas contradicciones. Por ejemplo, si se pudiera viajar en el tiempo, entonces tambien se podría cometer una acción que irrevocablemente modifique el presente y dicha posibilidad dificulta toda la teoría del viaje temporal. Ya que el presente en el que vivimos nunca se ve cambiado por los inescrupulosos viajeros temporales. Un ejemplo claro de ésto es que la gente no desaparece súbitamente en el éter a causa de que un re-recorrido de acontecimientos haya impedido su nacimiento.
De modo que o el viaje por el tiempo no es posible, o hay algo que realmente impide que cualquier movimiento de retroceso cambie el presente. Algunos investigadores creen que existen leyesque permitirían viajar en el tiempo, sin embargo esas mismas leyes evitarían que el presente pueda ser modificado de forma arbitraria.
En el año 1972, un semanario italiano publicaba un increíble artículo titulado : «Inventada la máquina que fotografía el pasado».
Se trataba de un experimento realizado por un equipo de doce físicos, provenientes de varios lugares del mundo, que habían logrado contruir un misterioso artefacto, capás de extraer imágenes del pasado. Incluso, ellos mismos afirmaban haber obtenido imágenes de la vida entera de Cristo, ofreciendo como prueba de semejante acontecimiento, una fotografía del rostro sufriente de Jesús de Nazaret, durante su crucifixión.
El semanario Domenica del Corriere, dedicaba una extensa nota en donde se exponían los fundamentos teóricos del experimento. El principal axioma involucrado era el conocido principio de la física clásica, según el cual «La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma».
El inventor del aparato, Alfredo Pellegrino Ernetti, un monje benedictino, aseguraba haber construido su máquina basándose en el concepto de que las ondas sonoras y visuales son energía y, por tanto, están sometidas a las mismas leyes físicas que la materia. Igual que desde las partículas más ínfimas se puede recomponer un elemento en su forma primitiva, el artefacto sería capaz de acceder a las ondas luminosas y sonoras del pasado, reorganizándolas en las mismas imágenes y sonidos que las integraron en su origen.
El caso del Cronovisor trascendió en el año 1972 por la entrevista que el padre Ernetti le concedió al diario italiano «La Domenica del Corriere», en la cual afirmó haber participado en el proceso de esta singular máquina del tiempo. Desde ese momento, la noticia se extendió por todo el mundo. Sin embargo anteriormente, el padre Ernetti ya había dado pequeños detalles en alguna publicaciones. Por ejemplo, en el año 1965, una revista religiosa de Francia «L’Heure d’Etre» había publicado una corta referenmcia a la investigación y en Enero de 1966, la revista italiana «Civiltá delle Macchine», recogía la noticia, aunque con pocos detalles y acotada importancia.