La clave del misterio de Poincaré

Resolvió la conjetura de Poincaré intentando explicar como Jesús caminó sobre el agua.

El matemático ruso Grigori Perelman, explicó en una reciente entrevista publicada por el diario Komsomolskaia Pravda, que cuando resolvió la famosa conjetura de Poincaré, lo hizo intentando comprender cómo Jesús caminaba sobre las aguas.

El famoso matemático, quien afirma estar en «desacuerdo» con la comunidad matemática, habría resuelto uno de los problemas más enigmáticos de la historia de las matemáticas, postulado por el francés Henri Poincaré en el año 1904, y habría renunciado al premio de un millón de dólares que otorga la Clay Mathematics Institute (CMI) por la solución del problema.

«Yo se como gobernar el mundo… Porqué tendría que correr detrás de un millón» – Fueron sus palabras a la hora de rechazar la cuantiosa suma de dinero.

El matemático, de 44 años, que vive con su madre en un barrio periférico de San Petersburgo, trataba de averiguar la velocidad a la cual Jesús debía desplazarce por el agua para evitar hundirse, y sin querer descubrió la solución a uno de los problemas que la matemática no había podido solucionar hasta el momento.

El misterio de los números primos

Por definición, se conoce como número primo, a aquellos números naturales cuyos únicos divisores naturales sean él mismo y la unidad (1).

Los números Primos en la Historia

La prueba de que algunos de éstos números eran conocidos en la antiguedad, se encuentran en el Hueso de Ishango; Se trata de un largo hueso marrón, concretamente, un peroné de babuino, con un trozo de cuarzo incrustado en uno de sus extremos que data del Paleolítico Superior, aproximadamente del año 35.000 a. C. Esta pieza antigua contiene tres columnas con muescas, cada una de las cuales, se estima, representan números. En la columna izquierda se pueden leer los números primos comprendidos entre el 10 y el 20: (11, 13, 17 y 19), los números de la columna derecha son todos números impares (9, 11, 19 y 21) y los números de la columna central son: (7, 5, 5, 10, 8, 4, 6 y 3), por lo que se presume que el hueso puede haber sido usado como una herramienta para llevar a cabo procedimientos matemáticos simples.

Este hallazgo, realizado por el arqueólogo Jean de Heinzelin de Braucourt en el año 1960, en una región africana cercana al nacimiento del río Nilo, precisamente en Ishango, induce a creer que en el Paleolítico Superior existió una comunidad humana que utilizaba una nomenclatura matemática simple para contar (posiblemente algún tipo de eventos) o realizar operaciones, además de distinguir entre ellos a los números primos.

Un hecho sorprendente, sería descubrir que éstas marcas, no representan en sí operaciones, si no observaciones. Si las muescas representaran los números asociados al conteo de algún evento en particular, su regularidad podría estar vinculada a determinados acontecimientos que sucedían hace miles de años en la región de la actual República del Congo. Imaginemos que las marcas en el hueso de babuino, responden a determinados sucesos, uno de los cuales de acuerdo a lo mostrado anteriormente, ocurría con la misma periodicidad con la que aparecen los números primos. Sería emocionante descubrir un fenómeno sea cual fuere su naturaleza, que respondiera al desconocido patron de los números primos.

Los Números Primos en Grecia

Se cree que las matemáticas griegas comenzaron con Thales durante 624 a.C y 546 a.C y Pitágoras entre el 582 a.C. y el 507 a.C. Algunos historiadores sostienen que Grecia, estuvo impregnada por la influencia de las matemáticas egipcias, mesopotámicas e indias. Cuenta una leyenda que Pitágoras viajó a Egipto para aprender matemática, geometría y astronomía de los sacerdotes egipcios. Los matemáticos de la Escuela Pitagórica ya conocían a los números primos y los números perfectos.

Para el momento en que Euclides creara su majestuosa obra «los Elementos», en el año 300 a. C., ya habían sido probados varios resultados importantes acerca de números primos. En el Libro IX de los Elementos, Euclides prueba que existen infinitos números primos, en cuya demostración utiliza el método del absurdo para establecer el resultado. Euclides, también demuestra el Teorema Fundamental de Aritmética, cuya hipótesis afirma que: Todo entero puede ser escrito como un producto único de primos.

Calculando números primos

Los números primos han despertado desde siempre gran admiración en los matemáticos y aficionados. Los primeros números primos son el 2, 3, 5, 7, 11, 13, como es sencillo comprobar, ya que todos ellos son divisibles, únicamente por la unidad y por si mismo. Sin embargo no es igualmente fácil encontrar que el 727 o el 633 lo son, incluso con una computadora capáz de realizar billones de operaciones aritméticas para corroborarlo.

Desde la época de los griegos y tras las demostraciones de Euclides, se sabe que los primos son infinitos, y gran parte de su enigmático encanto se debe a que no existe ninguna regla simple para obtenerlos, incluso, encontrando uno, no hay una regla que permita determinar si un número lo es con un procedimiento sencillo.

Hasta nuestros días, los matemáticos han intentado, sin obtener mayor éxito, encontrar una distribución en la sucesión de los números primos. Algunos de los matemáticos que más aportes han realizado a ésta búsqueda, podemos citar a Fibonacci, Marin Mersenne, Pierre Fermat, Leonard Euler y Carl Friedrich Gauss, entre muchos otros contemporáneos.

Juego matemático: El Teorema de Fermat

Hace unos años leí que este teorema, por muchos siglos había permanecido sin resolución. Como tantas cosas en la vida parece mentira que haya permanecido durante tanto tiempo sin finiquitarse, que algo enunciado y encima con «pistas» no haya sido comprendido.

No se bien porque todavía me sorprende este hecho, si tan difícil es entender los vericuetos en la política, en lo social, lo económico, en las relaciones interpersonales, etc., la verdad es sumamente elusiva a nuestros ojos

El caso es que este genio enunció el famoso teorema, pero, o la muerte lo sorprendió antes de escribir la solución- que dijo haberla encontrado y que no era mucho más larga que el espacio del margen de una hoja- ya que tenía la inveterada costumbre de escribir en los márgenes de cuanto caía en sus manos, – o como otros suponen, la respuesta se perdió en el tiempo.

Lo cierto que muchos matemáticos y aficionados trataron de encontrar la solución, en diferentes épocas, en especial desde que una universidad francesa y otra germana instituyeran premios para quien resolviera el mismo.

Dicen que alguien lo logró, pero no lo se y no me consta, por lo que me ha servido de entretenimiento el creer resolverlo, tal vez porque aparenta no ser necesaria más que una dosis de matemática de nivel casi primario. Continuar leyendo «Juego matemático: El Teorema de Fermat»