Foto increible del nacimiento de un bebé dentro del saco amniótico

Un bebé nació en Estados Unidos por cesárea, lo extraño es que estaba dentro del saco amniótico, el que se encontraba intacto.

La particularidad de este caso radica en que cuando la mujer da a luz el saco se rompe, pero en este parto lo inusual fue que cuando los doctores quisieron sacar al pequeño se dieron cuenta que estaba dentro de la bolsa. Los medicos no perdieron la oportunidad de sacar una fotografía del extraño nacimiento, por lo que inmoratlizaron el hecho.

La fotografía fue publicada por el portal Diaadia.com, donde se puede ver al bebé al interior del saco amniótico, convirtiéndose en una de las más sorprendentes donde se permite ver cómo el cuerpo protege al niño dentro del vientre materno.

El poder del pensamiento positivo

Cuatas veces hemos escuchado que alguien se recuperó milagrosamente de una enfermedad o que por desear verdaderamente algo, éste suceso terminó por ocurrir finalmente. Algunos de ellos afirman que el «Pensamiento Positivo» fue el único protagonista del desenlace. Sin embargo, los expertos no estan totalmente deacuerdo con ésta postura, ya que carecen de pruebas empíricas o fácticas que demuestren semejante hipótesis.

Herzlich Marcos, del equipo de fútbol Los Gigantes de Nueva York se encontraba en la cima del mundo en el presente, pero dos años atrás, se enfrentó a un desafío mucho más grande que ganar un partido de fútbol – Por entonces se le diagnosticó un cáncer de hueso.

«Mi médico, me dijo que no volvería a jugar al Fútbol», dijo Herzlich. Pero «Hice un gol en mi mente». «Yo sabía en mi cabeza que iba a vencer al cáncer y volver a jugar al fútbol.»

Al igual que Herlizich, Lance Armstrong, acredita no sólo la atención médica de alta calidad, sino también el pensamiento positivo como los dos elementos indispensables para ganarle a su cáncer: «No se puede negar el hecho de que una persona con una actitud positiva y optimista se cura mejor», dijo.

En 2006, Leigh Fortson, una escritora independiente de Colorado, fue diagnosticada con cáncer de colon. Algunos años más tarde fue diagnosticada con dos cánceres más graves. Sin embargo, ella ha sobrevivido y todavía lucha contra la enfermedad. «No tengo absolutamente ninguna duda» de que mi actitud hizo la diferencia, dijo Fortson.

El Pensamiento positivo : Una actitud de poder hacer. Esa es la clave, de acuerdo con todas estas personas y otras personas que enfrentan enfermedades que amenazan sus vidas.

Otras campanas, sostienen que un pensamiento positivo no basta para luchar contra una enfermedad. «Eso es una tontería peligrosa, pensar que usted puede aliviarse o curarse de un cáncer, o creer que pensar en positivo es la manera de salir de una enfermedad cardiaca», dijo el psicólogo Richard Sloan.

Un profesor de medicina conductual en Columbia University Medical Center, que ha realizado extensas pruebas complementarias de los estudios de supervivencia, sostiene: «¿Qué le dirías a alguien que piensa que la razón por la que aún están vivos ahora es a causa de su actitud?»

«Yo diría que, estoy muy feliz por ti, me alegro de que hayas sobrevivido. Pero por cada uno de ustedes que dijeron que iban a luchar para salir de ella, hay probablemente decenas de personas que dijeron exáctamente lo mismo y no sobrevivió», dijo Sloan. Sin embargo, Sloan no aportó datos estadísticos a sus afirmaciones.

Uno de los principales estudios orientados a descubrir si en efecto, la forma de pensar afecta la recuperación, se llevó a cabo por la Universidad de Pennsylvania, y el psicólogo James Coyne estuvo a cargo.

Entre tros resultados menos trascendentes, Coyne descubrió que no existe ninguna relación entre la actitud y la recuperación de numerosas enfermedades, entre ellas el cancer.

Sin embargo, este y otros estudios no son capaces de verificar con certeza cuan positivo es el pensamiento de los casos estudiados. En otras palabras, la Actitud o la Fe, no se pueden medir y mucho menos comprobar si son legítimas.

Misteriosa enfermedad renal mata a miles en América Central

Jesús Ignacio Flores comenzó a trabajar a los 16 años. Pasaba largas horas en sitios de construcción y en los campos de la plantación de azúcar más grande de su país.

Hace tres años, sus riñones comenzaron a fallar. Llenaban su cuerpo de toxinas. Luego de una rápida agonía, falleció el 19 de enero en el patio de su casa, a los 51 años.

«Sus últimos cuatro meses fueron fatales, y el último, peor. ‘Me estoy quemando’, decía él», relató su esposa Gloria Esperanza Mayorga a la Associated Press. «No le paraba el hipo, no dormía, sufría calambres, dolores de cabeza, perdió el apetito, vomitaba el agua y los alimentos que trataba de ingerir, se le ampollaron la boca y (tenía) todo el cuerpo reseco, perdía la vista, no podía orinar, se levantaba de pronto desesperado y al final hablaba sólo y deliraba».

«Fue un infierno», dijo la mujer, de 49 años.

Su cuerpo fue depositado en un ataúd rústico en el patio de su humilde vivienda en presencia de sus ocho hijos y una cincuentena de vecinos que lo velaron.

Al momento de morir, los trabajadores en el cañaveral seguían laborando con sus machetes. Durante se velorio, casi a media noche, los tractores del ingenio trabajaban recogiendo caña cortada y a lo lejos se escuchaba el constante rugir de los molinos y el resplandor de las luces de sus instalaciones en Chichigalpa, un pueblo de la región azucarera de Nicaragua donde uno de cada cuatro hombres presenta síntomas de una deficiencia renal crónica, según estudios médicos realizados.

Una misteriosa epidemia está devastando la costa pacífica de América Central. Ha matado a más de 24.000 personas en El Salvador y Nicaragua desde 2000 y afecta a otros en proporciones jamás vistas antes. Los científicos dicen tener informes de que el fenómeno se ha propagado desde el sur de México hasta Panamá.

La situación cobró una gravedad tal que la ministra de salud de El Salvador, María Isabel Rodríguez, pidió ayuda internacional el año pasado, diciendo que la epidemia desbordaba el sistema de salud.

«Es una enfermedad que viene sin aviso y cuando la descubren ya es tarde», dijo Wilfredo Ordóñez recostado en una hamaca de su casa de la región del Bajo Lempa en El Salvador. El hombre comenzó a sentir los síntomas hace diez años, cuando tenía 38.

Ordóñez trabajaba 12 horas diarias en plantaciones de milpa, ajonjolí y arroz. Hoy sobrevive con tratamientos de diálisis que se aplica él mismo cuatro veces por día. Continuar leyendo «Misteriosa enfermedad renal mata a miles en América Central»