Dos de las desapariciones más misteriosas ocurridas en el triángulo de las bermudas durante la década del 40′ parecen haber sido resueltas.
Todos conocemos las enigmáticas historias en relación a la región triangular que forman los puntos imaginarios de las Bermudas, Florida y Puerto Rico: Ell Triángulo de las Bermudas; Lugar en el que decenas de Barcos y Aviones han desaparecido sin dejar rastro durante varios años.
Pero un nuevo estudio realizado por el periodista Tom Mangold para la BBC ofrece explicaciones plausibles de la desaparición de dos aviones comerciales británicos en la zona, con la pérdida de 51 pasajeros y todos sus tripulantes.
Un avión probablemente sufrió de un fallo técnico catastrófico como consecuencia de un mal diseño, mientras que el otro es probable que se haya quedado sin combustible. Si bien ésta nueva teoría no explica la totalidad de las desapariciones producidas en el área en cuestión, representa un punto de partida para volver a retomar los casos restantes con una nueva visión del tema.
Hace sesenta años, los vuelos comerciales entre Londres y las Islas Bermudas eran nuevos y peligrosos. Se requeriría una parada obligatoria en los Azores, situados a unas 2.000 millas de vuelo de las Bermudas, para el reabastecimiento de combustible. En ese momento dicha distancia representaba el vuelo comercial más largo del mundo. Además, la infraestructura de los aviones de la era de la posguerra eran mucho menos fiables que los aviones de hoy en día.
En el año 1995, el Sr. José Escamilla trabajaba como productor de cine y al revisar las escenas filmadas en exteriores se disgusto mucho al observar algunas manchas que cruzaban la escena. Pensó que podia tratarse de imperfecciones de la cinta de video, sin embargo su curiosidad lo llevó a investigar de que se trataba, ya que las «manchas» parecían corresponderse a algún animal, quizas un pájaro pequeño o hasta incluso algunos insectos que pasaban frente al lente, sin embargo durante la filmación nadie había visto ave o insecto alguno cruzando por el frente de la cámara, incluso los camarógrafos.
Así fué como despues de analizar cuadro a cuadro el video a ver si descubría qué era lo que estaba provocando las «manchas» de la filmación, Escamilla comprobó la incredible velocidad de con la que se desplazaban las manchas y pensó que debía tratarse de algún extraño ser desconocido hasta el momento por el hombre e imperceptible a la vista.
Fue tal su curiosidad, que primero revisó todos los videos de exteriores de su compañía cinematográfica, descubirendo que las misteriosas manchitas también aparecían en varias de éstas cintas. No conforme con eso, Escamilla logró conseguir videos de escenas en exteriores filmadas en diferentes estados, comprobando que en muchas de ellas aparecían también éstos bastoncitos voladores.
Desde ese momento, muchos investigadores en criptozoología y autores de sucesos paranormales se interesaron en lo que Escamilla había descubierto y bautizado como «peces voladores». Más tarde se convino denominarlos simplemente RODS.
Estos misteriosos animales cuyas dimensiones pueden ir desde apenas unos centímetros hasta (según muchos suponen) varios metros fueron descubiertos por casualidad y hasta el momento de su descubrimiento nadie sospechaba de su presencia alrededor de nosotros; sin embargo una vez que se produjeron las primeras noticias de su existencia ha habido un verdadero alud de reportes, la mayoría de los cuales han pasado todas las pruebas de veracidad cuando han sido sometidos al análisis computarizado cuadro a cuadro de cada filmación.
En efecto, los RODS existen!. Y cualquiera que posea una cámara filmadora que grabe imágenes a alta velocidad puede demostrarlo. En especial si efectúa tomas durante el día y a contraluz. Al correr la grabación observará que los RODS se desplazan de manera incansable por todos lados mientras en tanto duren las escenas.
Un video de los RODS.
Desmitificando a los RODS
Las distintas pruebas científicas que se han realizado a numerosas cintas de video, indican que efectivamente los RODS existen, pero no se trata de un ser desconocido que no puede ser visto por el ojo humano. Los RODS son interpretaciones erroneas del instrumento con el que se graba la escena. Son simplemente, un error mecánico.
Se ha demostrado que el paso rápido de insectos, especialmente los grandes, batiendo sus alas frente a una cámara crea efectos en forma de vara, debido a la llamada «mancha de movimiento» que se producen en las dos imágenes entrelazadas que crean cada fotograma, simplemente porque el vídeo es incapaz de captar nítidamente algo que se mueve a más de cierta velocidad.
Investigadores posteriores probaron que la aparición de varas voladoras en los vídeo son una ilusión óptica creada por la lenta velocidad de grabación.
Una de las pruebas, realizada en el otoño de 2005 por investigadores de una instalación en Jilin, China, quienes tendieron una red para capturar a pequeños supuestos rods que se veían en sus filmaciones de seguridad (idénticos a los captados por los promotores del misterio en Occidente); resultaron realmente no ser más que polillas y otros insectos voladores.
Algunos científicos piensan que la presencia de los llamados rods es debido a las cámaras de videos, las cuales toman aproximadamente 30 cuadros por segundo lo cual produce una distorsión o duplicación del objeto que se aprecia en la cámara de video. Esta teoría llevó a algunos camarógrafos a probarla, con un sencillo experimento de dos cámaras una normal de 38 cuadros por segundo y una de alta velocidad de hasta 2000 cuadros por segundo. Cuando se revisa la filmación aparece un «rod» en solo dos cuadros y cuando se ve en la cámara de alta velocidad, se ve a un insecto volando. Esto explica el fenómeno de los rods.
En 1976, la misión Viking 1 de la NASA tenía la tarea de captar fotografías de la superficie de Marte para determinar cuál era el sitio idóneo para el aterrizaje de su nave hermana, la Viking 2. Sin embargo, al llegar a la región conocida como Cydonia, poblada por abundantes mesetas, captó una extraña forma que se elevaba sobre la superficie, y que llamó poderosamente la atención del científico Tobias Owen. Éste señaló que el efecto de luces y sombras se asemejaba a una “cara” esculpida sobre la superficie marciana.
Los científicos enviaron a los medios de comunicación una nota de prensa comentando las fotografías y señalando la curiosa instantánea. El comunicado rezaba: “[…] la foto muestra accidentes geológicos en forma de mesetas, algo erosionados. La descomunal saliente de roca del centro, que parece un rostro humano, está formada de sombras que dan la impresión de ojos, nariz y boca. Esta formación tiene 1.5 kilómetros de ancho y los rayos del sol inciden con un ángulo de 20 grados, aproximadamente…[…]”.
Dichas palabras suscitaron un desmedido interés en la prensa que deformó la información para adecuarla a sus intereses. La sociedad creería, durante un tiempo, que se trataba de restos de una antigua civilización marciana…
Caras de Marte: ¿Conspiración?
Lo que para los expertos era una simple coincidencia de luces y sombras, para otros se asemejaba a una esfinge egipcia. Si los trabajadores de la NASA quería llamar la atención sobre el planeta rojo, sin duda, lo consiguieron. Pronto se sucedieron los grupos de estudios de sucesos paranormales que afirmaron que la agencia quería ocultar las verdaderas evidencias de la existencia de una posible civilización en Marte. Lo que sí es cierto, es que cualquier científico desearía que esta “cara” hubiera sido real, independientemente, de las supuestas conspiraciones que muchos inventaron.
Nuevas expediciones a Marte.
Varias han sido las siguientes expediciones que han recorrido el planeta rojo en busca de nuevas pistas sobre la “cara”. Todas las imágenes captadas demuestran que dicho rostro es fruto de la imaginación humana. Pero para demostrar que lo importante en el conocimiento científico son los datos empíricos, fue enviado el Observador Global de Marte, -Mars Global Surveyor (MGS)-, en septiembre de 1997, a Cydonia para tomar nuevas fotografías. No obstante, es una región bastante complicada debido a las condiciones atmosféricas y se procuró buscar el momento más propicio para despejar toda duda.
Se consiguió una instantánea diez veces más clara que las tomadas por Vikingo. Por supuesto, no había ninguna explicación extraterrestre, era una formación geológica de origen natural. Aunque para los responsables del proyecto sí dejó una cosa clara: la geografía de Marte es muy similar a la terrestre, con unos paisajes realmente espectaculares, de los que difícilmente se olvidan.
Es evidente que hay que retirar “la cara de Marte” del catálogo de misterios de la ciencia.