La Crónica de Akakor es un conjunto de relatos escritos por una supuesta tribu que habita en la selva del Amazonas en Brasil, Los Ugha Mongulala y que contiene más de 15 mil años de historia, desde la llegada de sus Dioses civilizadores hasta la década de los 70’s en nuestra época. Originalmente fueron escritos en el lenguaje de sus Maestros Antiguos (Dioses) sobre cortezas de árboles. Los relatos fueron transmitidos en forma oral por el príncipe de la tribu, Tatunca Nara, al periodista alemán Karl Brugger que se encontraba trabajando en Brasil, quien grabó todo el relato en cintas magnetofónicas y posteriormente escribió y publicó el libro en 1976.
En el libro, Brugger relata la fascinante historia que le transmitió Tatunka Nara, el Jefe de la tribu y quien afirmaba ser hijo de un soldado alemán y de una india. El conocimiento del idioma alemán que Tatunka poseía le permitió relatar con magnífico detalle la historia de su pueblo.
En el libro nos asegura que los Ugha Mongulala, son descendientes de dioses venidos del cielo, de un sistema planetario llamado Schwerta. También cuenta que estos Dioses eran los artífices de un sistema de túneles que recorren toda Sudamérica conectando 26 ciudades que ellos mismos construyeron, tres de las cuales fueron elegidas como principales; Sus nombres son Akakor, Akahim, Akanis.
Algunos lugares místicos como Cuzco y Macchu Picchu representan para ésta «leyenda» enclaves conectados a este entramado de túneles siendo utilizados, aunque parcialmente, por los indios en la actualidad.
La Leyenda de los Ugha Mongulala
La crónica cuenta la historia milenaria de Sudamérica desde la perspectiva de la civilización m ás antigua del lugar: Los Ugha Mongulala, revelando muchas incógnitas que la historia y la arqueología no han podido explicar hasta nuestros días, como la construcción de Tiahuanaco y Machu Picchu. Incluso la ubicación de la ciudad de Akakor de los Ugha Mongulala no ha sido encontrada debido a la inmensidad de la selva amazónica.
Tatunka afirmó a Karl Brugger que, en la ciudad de Akahim se conservaban en la actualidad aparatos técnicos y naves espaciales pertenecientes a éstos Dioses y que, cerca de esta ciudad existen tres enormes pirámides (a unos doce kilómetros de la misma). Igualmente, el jefe indio confirmaría que los dioses estaban iniciando su regreso a la Tierra; la prueba de ello??es que los extraños ingenios guardados en las galerías subterráneas estaban en proceso de activación.
La Crónica de Akakor está dividida en cuatro partes y abarca un período de algo más de diez mil años de la vida del pueblo de Mongulala. Contiene importantes sucesos económicos y culturales de una evolución que alcanzó su punto culminante en 1944 con la llegada de dos mil soldados alemanes. El original fue escrito con antiguos jeroglíficos en vasijas y pieles de animales, y luego también en pergaminos.
La ciudad subterranea de Akahim
El 1 de agosto de 1979, la revista brasilera Vejan publicó un extenso artículo, con fotos de excelente calidad, en donde relataba que una expedición arqueológica organizada por el gobierno Brasil había descubierto la localización de la ciudad de Akahim. Desde ese momento y hasta la fecha, nunca más hubo referencias al tema.
Muchas veces hemos oido hablar de alguna de éstas supersticiones. Navegando en busca de sucesos paranormales o noticias de misterios para publicar en Asusta2, encontré en Divernao, Via : mmpet, una recopilación con el orígen de algunas de éstas creencias, que después de ampliar con mayores detalles e información transcribi para los lectores de éste blog.
Tocar madera.
Cuando hacemos mención a un acontecimiento negativo inmediatamente tocamos algún objeto de madera tratando de alejar cualquier mal augurio. Es una reacción espontánea que hemos adquirido por tradición y que como en la mayoría de los casos, desconocemos su origen y su significado.
En realidad ésta costumbre proviene de la cultura Celta. Durante muchos siglos, incluso antes delcristianismo, los pueblos célticos de Europa rendían culto a los árboles por considerarlos los templos de la santidad y la principal representación de los dioses en la tierra. Los árboles servían como medio para atrapar los malos espíritus y enviarlos a la tierra.
Cuando estas civilizaciones estaban a punto de enfrentar alguna batalla, los árboles se constituían como sus principales aliados para que bajo su influencia se pudieran ganar las lides. También se recurría a este vegetal si la mala suerte visitaba a un hombre bajo la forma de demonio. Los sacerdotes o Druidas, celebraban ritos y ensalmos en las llamadas enramadas sagradas, que eran el equivalente a las iglesias modernas.
En la actualidad, hay quienes creen que la tradición de tocar madera responde a las creencias del cristianismo, ya que la Cruz que tuvo que cargar Cristo y en la que posteriormente fuera crucificado es de éste material. Lo cierto es que la tradición de tocar madera para lograr que los espíritus malignos queden atrapados en éste material y así evitar cualquier infortunio o desgracia luego de haber hablado de ella en vos alta.
Abrir el paraguas dentro de casa.
Ningún supersticioso tendría jamás la osadía de abrir un paraguas dentro de casa. El origen de este temor se remonta a la época en que los reyes orientales y africanos lo usaban sólo a modo de sombrilla para protegerse del sol. Debido a su conexión con el astro rey y porque también su forma simboliza el disco solar, abrirlo en un lugar sombreado, fuera de los dominios del sol, era considerado un sacrilegio.
Es probable que las supestición se reforzara cuando los paraguas llegaron a Europa y empezaron a ser empleados casi exclusivamente por los sacerdotes en los oficios de los difuntos, sin otro fin que protegerse de las inclemencias del tiempo.
Romper un espejo : 7 Años de mala suerte?
Las supersticiones relativas al espejo se cuentan entre las más citadas en todo el Occidente cristiano, quizás por el uso adivinatorio de éstos objetos. La catoptromancia, (el arte de adivinar mirando a través del espejo), procede de Persia y, aunque tuvo un relativo éxito durante la antigua Grecia y la Edad Media, fue duramente castigada por la Iglesia Católica.
Es probable, sin embargo, que estas supersticiones obedezcan a la idea de que nuestro reflejo es otra versión del original y, si causamos desperfectos en el espejo, nos hacemos daño a nosotros mismos. Así, dañar el espejo es dañar el alma, y aquí es donde entra la superstición de que la rotura de un espejo trae mala suerte durante siete años. Este periodo se debe a la creencia de que el cuerpo experimenta un cambio en la constitución fisiológica cada siete años.
Derramar la sal
Derramar sal fortuitamente constituye generalmente un presagio negativo. Equivale a tener «Mala suerte». Si esto le ocurre al manipular el salero, a menos que se apresure a tomar un pellizco y arrojarlo por encima del hombro izquierdo «directamente a la cara del diablo», tendrá como bien dicen los que saben de supersticiones simplemente «Mala Suerte».
Antiguamente, la sal era un producto exótico y oneroso. A los soldados se les pagaba con sal y de allí es justamente de donde viene la palabra «salario». En éste contexto, derramarla o desperdiciarla, significaba perder algo valioso.
Existe también otra explicación para ésta superstición: En alquimia y magia, la sal es el cuerpo de los hombres, de la Tierra o de Dios mismo. Se dice que el cuerpo de los santos no se corrompe cuando mueren porque se convierten en sal. La sal, como se sabe, preserva. Por lo tanto, derramar sal significa mancillar el cuerpo de la Tierra o de Dios.
Decir Jesús al estornudar
Los egipcios y los griegos veían en el estornudo un augurio, dependiendo de cuando ocurriera. Así, era bueno estornudar por la tarde, mientras que hacerlo al saltar de la cama o al levantarse de la mesa podía ser nefasto. Aquel que había estornudado al nacer era tenido por dichoso. El estornudo hacia la izquierda era un signo de mal agüero, pero de bueno, hacia la derecha. En todo los casos, los griegos exclamabn ¡Vivi! y ¡Que Zeus te conserve! Por su parte, los romanos empleaban la expresión, ¡Salve!, ante tal circusntancia; y serían los primeros cristianos quienes sustituyeron la invocación a dioses paganos por el suyo.
Se dice que durante la epidemia de peste que hubo en Roma en el año 591, bajo el pontificiado de Gregorio I, los afectados morían estornudando, y que de tal circunstancia proviene el ¡Dios te bendiga!, que más tarde se simplificaría diciendo ¡Salud!, ¡Jesús! o expresiones semejantes.
Aversión al amarillo.
Es superstición entre los actores sobre todo de teatro no salir a escena con ropa amarilla, ya que puede conducir al fracaso o a cosas aún peores. La razón de este miedo escénico reside en el dramaturgo y actor francés Jean-Baptiste Poquelin (1622-1673), llamado Molière. En febrero de 1673, Molière estrenó el ballet-comedia El enfermo imaginario, que toma por blanco de su sátira a los médicos. Pocos días después del estreno, en plena representación, el dramaturgo se sintió indispuesto, y murió unas horas más tarde en su domicilio. En la representación, Molière vestía ropas de color amarillo.
Viernes 13.
Desde tiempos remotos el número 13 ha sido fatídico, debido principalmente a la muerte violenta que sufrieron varios dioses decimoterceros de la Antigüedad y, ¡cómo no!, a la suerte del decimotercer invitado en la Última Cena de Jesús. Por otro lado, el viernes adquirió en el mundo sajón su reputación de día nefasto, debido a la muerte de Jesús. Obviamente, la coincidencia del número 13 y del día viernes no puede ser de peor agüero. Otro día considerado de mala suerte en España y América Latina es el Martes 13.
Los denomiados triscaidecafificos, son personas que creen que éste número rige sus vidas. En Fórmula 1, hoy en día, se omite el número 13. En algunos hoteles se evita utilizar el piso 13 para clientes y se utiliza para servicios. El Apollo 13 fue el único de los Apollos que no consiguió alunizar (desde el primero que lo consiguió) por una explosión en un tanque de oxígeno. El capítulo 13 en el Apocalipsis predice la venida del anticristo. Entre otras supersticiones relacionadas con éste número!
Colocar flores en las tumbas.
En la actualidad, se adornan las sepulturas con flores como muestra de afecto, pero la intención original no era otra que la de proporcionar algo vivo con el fin de dar felicidad. La corona circular, colocada sobre la tumba o la puerta principal del cementerio, encerraba simbólicamente el espíritu y le impedía volver.
El gato negro.
En el mundo del misticismo, los gatos son portadores de un poder mágico infinitamente superior al del hombre. Con toda probabilida, esta creencia deriva de la adoración a la diosa Bubastis, con dorma de gato, por parte de los antiguos egipcios. Éstos estaban convencidos de que los gatos tenían alma, y prueba de ello son los restos momificados de estos felinos, que se encuentran por millones, hallados en las excavaciones arquelógicas.
En la Edad Media, las brujas convirtieron al gato negro en un elemento imprescindible para efectuar rituales y hechizos. Hoy en día, los supersticiosos temen al gato negro que se cruza en su camino. Este hecho representa con claridad el conflicto que existía entre la Iglesia, la cruz y las prácticas paganas de la brujería.
Tirar de las orejas como felicitación
La oreja es objeto de numerosos simbolismos entre las civilizaciones orientales y africanas: representa desde la inteligencia cósmica del mito hindú de Vaishvánara, hasta la sexualidad para las tribus dogon y bambara, de Malí. Curiosamente, entre los chinos, las orejas largas son signo de sabiduría e inmortalidad. Se dice que las orejas de Lao-tse medían unos 17 centímetros. Se apodaba, además, orejas largas.
Muy probablemente, nosotros hemos heredado de alguna forma esta costumbre supersticiosa. Tiranado de las orejas, manifestamos el deseo de que la persona felicitada tenga larga vida y adquiera cada vez mayor sabiduría.
Pasar por debajo de una escalera.
Ésta y otras supersticiones asociadas a las escaleras vienen relacionadas con el miedo al patíbulo. Antiguamente, debido a la gran altura que éste solía tener, había que usar una escalera de mano para colocar la soga en la posición correcta, así como para retirar después el cadáver del reo. Cualquiera que pasara por debajo de la escalera corría el peligro de encontrarse con el muerto.
Otras supersticiones relacionadas con las escaleras pueden ser: Pasar por debajo de una escalera da mala suerte: elimina toda la posibilidad de casarse durante ese año.
Si alguien, por despiste, ha traspasado el nefasto triángulo, tiene numerosos recursos para conjurar la mala suerte: hacer el signo de la figa, cruzar los dedos hasta ver un perro, escupir tres veces a través de los escalones o una vez por encima del hombro derecho, escupir en el zapato y continuar el camino sin volverse hasta que la saliva esté seca.
Debe evitarse siempre alargar o coger un objeto a través de los peldaños, o pararse en un escalón impar. Ha de preferirse siempre la escalera con un número impar de escalones. Saltarse un escalón al subir anuncia un revés de fortuna y caerse de una escalera, además de la posibilidad de partirte la cabeza, significa pérdida de dinero. Entre otras…
Medvedja, Austria. Principios del siglo XVIII
Curtido en el campo de batalla, acostumbrado a matar y a ver morir, Paole era un hombre rudo, en cierto modo despiadado, pero que a estas alturas de su vida estaba cansado; hastiado de defender la tierra para que otros, en la corte, pudieran disfrutar de sus acomodos.
Además, las soldadesca que compartía infortunio con él en la trinchera, le había oído en más de una ocasión narrar una historia que no por sorprendente, en esos tiempos, dejaba de tomarse como cierta. Arnold Paole afirmaba que años atrás, cuando se ganaba la vida como soldado de fortuna, en una población llamada Gossowa sufrió el ataque de un supuesto vampiro. Él, consciente de su fortaleza y del horrendo futuro que le aguardaba de no poner remedio, optó por perseguir al temible ser, y una vez alacanzó su sepultura lo desenterró, le cercenó la cabeza y mezcló la sangre que fluía como manantial con la tierra que cubría la caja. Fue entonces cuando en una escena indescriptible, el hajduk comenzó a comerla, a devorarla con el ansia del que se sabe ante los últimos instantes de suexistencia; de que su alma, a partir de esa jornada, iniciaba un lento e imparable descenso hacia la oscuridad.
Años después regresó a su patria con su particular cargamento de miseria, y durante un tiempo se dedicó a las labores del campo, olvidando los duros trances que le regaló el destino. Continuar leyendo «El vampiro de Medvedja»