Matteo Borrini de la Universidad de Florencia afirmó que él y su equipo descubrieron el esqueleto de una mujer de la Edad Media cuya calavera había sido empalada a través de la boca con un ladrillo, un método tradicional de asegurarse de que los vampiros no podrían volver a alimentarse de sangre.
El término “vampiro”, procedente de lenguas eslavas, empezó a usarse en Europa allá por el siglo XVIII, aunque el mito de los demonio humanoides chupadores de sangre existiese en tiempos medievales.
Hace referencia a seres voladores, chupadores o bebedores de sangre. También se refiere a ciertos animales, como el lobo o el murciélago.
Una de las formas, quizá la más conocida, de acabar con ellos, según la tradición, era clavarle una estaca en el corazón. En esta ocasión optaron por asegurarse que no volviese a morder, si es que alguna vez lo hizo, a nadie más.