Némesis, Tyche o un simple objeto espacial?

«Antes era Némesis, luego fue Tyche, en unos años será un objeto espacial particular…»

Foto enviada por la sonda WISE del cometa Siding Sprint en su viaje hacia el Sol

Hace un tiempo me referí a la posible Némesis, una compañera del Sol, una avejentada pequeña estrella rojo-negra, cuya órbita externa a la nube de Oort, sería la responsable de las caídas abundantes de meteoritos y cometas sobre la Tierra con grandes desapariciones de vida. Como esa teoría apocalíptica cada vez tiene menos fuerza, ya no se busca al “malévolo “Némesis y ahora se busca a una benévola Tyche, hermana de aquel en la mitología griega.

Este sería un hipotético gran planeta: los astrofísicos John Matese y Daniel Whitmire, que en el 2010 proponían la existencia de un acompañante binario para nuestro sol, un planeta mayor que Júpiter, ya dentro de la “nube de Oort”.

Según la página de WISE, esta es una misión de la NASA, lanzada en diciembre de 2009, que escaneó la esfera celeste cerca de una vez y media en cuatro longitudes de ondas infrarrojas. Capturó más de 2,7 millones de imágenes de objetos en el espacio, desde lejanas galaxias a asteroides y cometas relativamente cercanos a la Tierra. Recientemente, WISE completó una misión extendida que le permitió finalizar el escaneo completo del cinturón de asteroides, y dos registros completos del universo más distante, en dos bandas infrarrojas. Hasta ahora, los descubrimientos en la misión de objetos previamente desconocidos incluyen una estrella súper fría o enana marrón, 20 cometas, 134 objetos cercanos a la Tierra (Near-Earth Objects; NEOs) y más de 33 000 asteroides en el cinturón principal entre Marte y Júpiter.

Tras su exitoso registro, WISE fue puesto en hibernación en febrero de 2011. El análisis de los datos recogidos continúa. Se espera un informe público preliminar de las primeras 14 semanas de datos en abril de 2011, y uno final con el análisis completo en marzo de 2012.

Por ahora, parece que nada se ha encontrado, pero no quiere decir que no exista algo, ya que como dije en el artículo de Némesis, está justo detrás de la elíptica del sistema solar, por lo que a nuestros telescopios, aunque sean espaciales, como están dentro de este virtual círculo, se les hace muy difícil poder detectar algo detrás de esta “enorme cortina”.

Pero a no desesperar, algo se encontrará en pocos años más y cambiará algunas cosas en nuestros conocimientos.

Hace un tiempo me referí  a la posible Némesis, una compañera del Sol, una avejentada pequeña estrella  rojo-negra, cuya órbita externa a la nube de Oort, sería la responsable de las caídas abundantes de meteoritos y cometas sobre la Tierra con grandes desapariciones de vida. Como esa teoría apocalíptica cada vez tiene menos fuerza, ya no se busca al “malévolo “Némesis y ahora se busca a una benévola Tyche, hermana de aquel en la mitología griega.

Este sería un hipotético gran planeta: los astrofísicos John Matese y Daniel Whitmire, que en el 2010 proponían la existencia de un acompañante binario para nuestro sol, un planeta mayor que Júpiter, ya dentro de la “nube de Oort”.

Según la página de WISE, esta es una misión de la NASA, lanzada en diciembre de 2009, que escaneó la esfera celeste cerca de una vez y media en cuatro longitudes de ondas infrarrojas. Capturó más de 2,7 millones de imágenes de objetos en el espacio, desde lejanas galaxias a asteroides y cometas relativamente cercanos a la Tierra. Recientemente, WISE completó una misión extendida que le permitió finalizar el escaneo completo del cinturón de asteroides, y dos registros completos del universo más distante, en dos bandas infrarrojas. Hasta ahora, los descubrimientos en la misión de objetos previamente desconocidos incluyen una estrella super fría o enana marrón, 20 cometas, 134 objetos cercanos a la Tierra (Near-Earth Objects; NEOs) y más de 33 000 asteroides en el cinturón principal entre Marte y Júpiter.

Tras su exitoso registro, WISE fue puesto en hibernación en febrero de 2011. El análisis de los datos recogidos continúa. Se espera un informe público preliminar de las primeras 14 semanas de datos en abril de 2011, y uno final con el análisis completo en marzo de 2012.

Por ahora, parece que nada se ha encontrado, pero no quiere decir que no exista algo, ya que como dije en el artículo de Némesis, está justo detrás de la eclíptica del sistema solar, por lo que a nuestros telescopios, aunque sean espaciales, como están dentro de este virtual círculo, se les hace muy difícil poder detectar algo detrás de esta “enorme cortina”.

Pero a no desesperar, algo se encontrará en pocos años más y cambiará algunas cosas en nuestros conocimientos.

Una escurridiza presencia

Una gran mayoría de estrellas se presentan formando dúos o tríos, con planetas en complicadas órbitas, como las estrellas más cercanas, que son Próxima, Alfa y Beta, del Centauro, las dos últimas semejantes al Sol en tanto que la primera es mucho más chica y menos potente en su luminosidad.

Nuestro Sol, parece casi una excepción, aunque muchos astrónomos sospechan que existiría una compañera del astro rey.

Los últimos planetas y micro-planetas se fueron descubriendo por afectaciones de las órbitas por la masa de–en ese entonces- incógnitos planetas.

Hoy sabemos que los cometas son elementos de la nube de Oort, con órbitas que los acercan desde esos lejanos confines hasta la cercanía del Sol. Se pensó que estas órbitas podrían deberse a la influencia de algo masivo(Tal que se habló primero de un planeta X).

Sabemos hoy que existen enanas rojo-negras (en extinción de sus vidas), y marrones, (estrellas fallidas que por falta de suficiente masa no encendieron sus fuegos nucleares, generando calor solo por gravitación). Son algunas veces más grandes que Júpiter.

Orbitando a un millón de kilómetros del Sol, sería difícil verla para nosotros con tantos cuerpos que existen en estos lugares y que por ende permitirían un cierto ocultamiento. El trabajo astronómico realizando innumeras fotos –en forma automática- para notar particularidades de movimientos, intensidades, variaciones varias, etc., generalmente son seguidos ahora por especiales computadoras.

Sería probable esta existencia, aunque difícilmente detectable por todavía algunos años. Las perturbaciones cometarias se explicarían muy bien, deberá estar por detrás de la Nube de Oort, en el plano de la eclíptica, ser enana marrón-negra y estar a más o menos un año luz de distancia. Más, sería muy probable que una buena parte de esta distante nube, en parte la encontramos porque por su gran cercanía al Sol, esta compañera no pudo contar con ella, para aumentar su tamaño y constituir sus propios planetas y satélites, salvo capturar y expulsar a algunos futuros cometas.

Esta “compañera” del Sol, por sus andanadas desde los confines, de la materia más alejada del sistema, sería uno de los modificadores de la constitución planetaria y satelital, e incluso del reloj biológico de nuestra propia Tierra.

Los cometas en diversas épocas han modificado los paisajes terrestres, han llenado nuestros océanos y han hecho aportes minerales, de prebióticos y de algunas influencias genéticas originadas en otros planetas, desde otros soles, en otras épocas y ciclos.

Incluso, podrían los cometas conocidos haber oficiado de “cuasi” planetas en órbita de Némesis y por razones gravitacionales y astronómicas serían expulsados hasta nosotros.

Desde hace mucho esta “estrella” ya tiene nombre: Némesis, la diosa griega de la venganza, por su posible afectación de los –para nosotros- peligrosos cometas.