Por más de una década, los detectores del observatorio japonés Akeno estuvieron recibiendo rayos cósmicos que no deberían existir. Los rayos cósmicos son cualquier tipo de partícula que viaja por el universo casi a la velocidad de la luz. “Son las energías más altas conocidas en la naturaleza”, dice el doctor en Física de la Universidad de Oxford, Alberto Etchegoyen. Según la teoría de la relatividad de Einstein, cualquier rayo cósmico que llegue a la Tierra desde fuera de nuestra galaxia habrá sufrido tantas colisiones que no superará un máximo determinado de energía. Es el llamado límite Greisen-Zatsepin-Kuzmin. El problema es que algunos de los rayos que se detectaron en el observatorio japonés superaban ampliamente esa carga. ¿Estaba Einstein equivocado?, se preguntan algunos científicos. “También existe la posibilidad de que los rayos provengan de nuestra galaxia, pero no se conoce ninguna fuente que pueda producirlos”, afirma Etchegoyen, quien dirige el detector de rayos cósmicos con mayor superficie del planeta, el observatorio Pierre Auger Sur en la provincia de Mendoza. Financiado por varios países el observatorio fue construido especialmente para arrojar luz sobre los resultados de Akeno. “En caso de que éstos sean correctos, no hay ninguna teoría que pueda explicarlo”.