Ward Miles Miller nació tres meses y medio antes de la fecha prevista de parto y con un peso de 700 gramos. Su padre Benjamin, fotógrafo de bodas, registró en un conmovedor video la intensa lucha de su hijo y la abnegación de su esposa Lyndsey por lograr su recuperación.
El video fue publicado el 31 de octubre pasado para conmemorar el primer año de Ward en casa. El bebé debió estar 107 días en una incubadora tras su nacimiento el 16 de julio de 2012, fiesta de la Virgen del Carmen. El video comienza con imágenes tomadas cuatro días después de su nacimiento, la primera vez que su madre Lyndsey lo pudo abrazar.
Benjamin Scott Miller cuenta en Vimeo, donde superó las 140 mil vistas, que su video «resume el primer año de mi hijo. Nació muy prematuro y tuvo que superar muchos y grandes obstáculos, pero no mayores que nuestro Dios. Esta es una historia del amor de una madre por su bebé».
«Hice este video para conmemorar su primer año y lo lejos que ha llegado», dice Benjamin y revela que preparó el breve filme como un regalo de cumpleaños para su esposa.
«Quiero agradecer a los médicos, enfermeras y personal de todo el mundo que tiene como misión hacer que los bebés estén mejor. ¡Es gracias a ustedes que mi hijo siempre tuvo la oportunidad de llegar a casa!»
En respuesta a uno de los comentarios que recibió su el video, Benjamin recuerda que durante su estadía en el hospital «vimos a muchas familias salir de cuidados intensivos sin sus bebés» y ahora reza para que alcancen la paz
Un acontecimiento fortuito, ocurrido en los sótanos del Hospital St. Mary de Londres en la mañana del 28 de septiembre de 1928 iba a pasar a la Historia de la Ciencia y se iba a convertir en uno de los descubrimientos más importantes de la Humanidad.
En aquellos bajos de lo que hoy es el Imperial College, la curiosidad de Alexander Fleming le hizo no desechar una placa de estudio con bacterias del género Staphylococcus aureus consiguiendo así el primer antibiótico: la penicilina. Este hecho le llevó a ganar el Premio Nobel en 1945 y ha salvado cientos de millones de vidas a lo largo de todos estos años.
Esta es la historia que casi todos sabemos y hemos aprendido en los libros de texto, sin embargo existe un dato mucho más desconocido sobre aquel descubrimiento y es que, aquella primera bacteria de Fleming (el estafilococo dorado) apenas tardó unos años en desarrollar resistencia a la penicilina. En 1947, tan solo cuatro años después de que comenzase su producción al público, comenzaron a encontrarse los primeros ejemplos de Staphylococcus aureus inmunes a los antibióticos. Hoy en día, se ha convertido en una “superbacteria” resistente a todo lo que hemos ido innovando.
La evolución mediante selección natural actúa en todos los seres vivos y por supuesto en todas las escalas. Las bacterias también se adaptan a las nuevas amenazas a las que son expuestas, y su resistencia a los antibióticos (cada vez más potentes) se está convirtiendo en un problema global que nos afectará en menos tiempo del que creemos.
Y es un problema de mayor alcance del que podamos suponer y con implicaciones que seguramente no habríais considerado: un elevadísimo número de lo que en la actualidad consideramos grandes avances de la ciencia, como los trasplantes de órganos, el tratamiento de bebés prematuros, la quimioterapia o la gran mayoría de operaciones quirúrgicas que hoy utilizamos serían prácticamente imposibles sin antibióticos eficaces.
Hace unos días las instituciones estadounidenses encargadas del control y prevención de enfermedades (CDC) han desarrollado un demoledor informe con los datos actualizados de 2013. Este estudio ha sido portada de medios especializados como The Lancet o New Scientist con titulares tan potentes como “¿Estarán ahí los antibióticos cuando los necesites?”.
El problema no es solo de Estados Unidos. La resistencia a los antibióticos se ha convertido en uno de los asuntos más preocupantes a los que se enfrenta la Medicina del futuro: actualmente y solamente en Europa se estima que hay 400.000 infecciones al año causadas por bacterias multirresistentes y el número no ha parado de crecer en las últimas décadas. Los países del sur, como España, consumen más antibióticos que los del norte y en muchas ocasiones se utilizan de manera inadecuada. En Grecia por ejemplo las infecciones causadas por la bacteria K. pneumoniae resistente a los antibióticos pasó del 49% al 68% en tan solo un año.
La Reproducción Asistida no hace milagros, simplemente ayuda a la Naturaleza a seguir su curso cuando no puede hacerlo por sí misma. En argentina existen clinicas de reproduccion asistida especializadas para dar solución a éste problema.
El ser humano es el fruto del feliz encuentro entre un espermatozoide y un óvulo. En la reproducción natural, tras la eyaculación, millones de espermatozoides llegan a la vagina y empiezan una verdadera carrera de obstáculos para llegar hasta el óvulo. Los espermatozoides viajan desde la vagina hasta las trompas de Falopio, donde se encontrarán con el óvulo. De los millones de espermatozoides sólo uno podrá fecundar el óvulo rompiendo su membrana. Una vez conseguido, el espermatozoide pierde la cola y se fusiona con el núcleo del óvulo. Es entonces cuando se produce una reacción que endurece la membrana del óvulo para evitar que ningún otro espermatozoide pueda entrar. A veces, cada vez más habitualmente debido al retraso de la maternidad, este encuentro no resulta tan fácil.
La reproducción asistida consiste en ayudar a la Naturaleza a seguir su curso cuando ésta no puede. ¿Se trata de un milagro? No, sólo de una serie de técnicas que consiguen en muchos casos lo que parecía imposible: un embarazo.
Técnicas de Reproducción Asistida
La inseminación artificial
La inseminación artificial simplemente imita la reproducción natural, dentro del útero, facilitando a los espermatozoides la llegada al lugar adecuado en el momento de la ovulación. Se recurre a la inseminación artificial cuando los espermatozoides tienen dificultades para llegar hasta el útero, ya sea por un obstáculo o por falta de cantidad o calidad del esperma. Cuando la inseminación artificial se hace con el semen de la pareja, se llama Inseminación Artificial Conyugal o IAC. Cuando no podemos recuperar suficientes espermatozoides de la pareja, o sencillamente no hay pareja masculina, buscamos un donante anónimo, es lo que llamamos Inseminación Artificial de Donante o IAD. Esta técnica es relativamente sencilla y ofrece muy buenos resultados. Pero a veces las cosas no resultan tan fáciles y hay que recurrir a la Fecundación in vitro.
Fecundación in Vitro
La fecundación in vitro permite fecundar un óvulo con un espermatozoide fuera del útero, en el laboratorio. Si los óvulos de la mujer están en buen estado se extraen y, con una finísima aguja, se introduce un espermatozoide dentro de cada óvulo para fecundarlo. Es lo que llamamos ICSI, por sus siglas en inglés (Intra Cytoplasmic Sperm Injection). Una vez fecundado, el óvulo se convierte en preembrión y se coloca en el útero para que siga su desarrollo. Cuando se sospecha que puede haber alteraciones en los espermatozoides, necesitamos ver las cosas aún más de cerca para seleccionar sólo los morfológicamente sanos. Es lo que llamamos Inyección intra citoplasmática de espermatozoides morfológicamente seleccionados o IMSI por sus siglas en inglés (Intracytoplasmic morphologically-selected sperm injection). Al igual que en la inseminación artificial, en la fecundación in vitro el semen puede ser de la pareja o de un donante anónimo. Es posible que una mujer no produzca óvulos o que estos no estén en forma. En ese caso, una donante anónima aporta el suyo y, como en el caso anterior, se insemina con un espermatozoide, de la pareja o de un donante, y se coloca en el útero para que siga su desarrollo. Con esta técnica, 6 de cada 10 mujeres cumplen su sueño de ser madre.