Hay historias reales que parecen de película. Una de ellas es la de Julia Kepls, una mujer de 45 años que vive en la ciudad de Wilkes Barre, en Pensilvania, y que tiene una particularidad: es adicta a la sangre humana.
Según la historia que ella misma contó a los medios locales, se dio cuenta de que tenía este gusto inusual cuando dio su primer beso, a los 15 años, y accidentalmente mordió los labios de su novio. Ese día probó por primera vez el sabor de la sangre humana e inmediatamente comenzó a tener una fuerte atracción hacia ella.
“Una especie de instinto extraño me forzó a hacer esto. Cuando mordí la piel, inmediatamente noté este sabor seductor”, aseguró Julia. Y a pesar de que ese chico nunca más la llamó, a partir de ese momento NECESITA BEBER SANGRE HUMANA PARA SENTIRSE BIEN. Si no lo hace, se siente infeliz y que su belleza desaparece.
Pero no hay que tener miedo. Kepls, esposa y madre de dos hijos, de 11 y 24 años, contacta a personas que estén dispuestas a donar sangre. De vez en cuando, de todas formas, la adquiere en locales clandestinos “especializados en el vampirismo”.
Sus hijos y su marido, Donald Lazarowcs, están al tanto de que lo rojo que su madre toma no es vino. Pero no tienen nada en contra de sus hábitos. Dicen que igual sigue siendo una buena madre y una buena esposa.
Visto en : Creer o Reventar