Hace un año, una expedición científica internacional —acompañada por la BBC y Discovery Channel— regresó de la república rusa de Yakutia con una noticia excepcional: en la costa del mar de Laptev, en una cueva a 100 metros de profundidad, hallaron un pequeño mamut hembra que poseía tejido graso, abundante pelo y médula ósea «en excelentes condiciones». Yuka, como fue bautizada, había muerto a los 2 años hace unos 10 mil, es decir, unos mil años antes de que comenzara la larga temporada en que los mamuts comenzaron a extinguirse. La excepcionalidad estaba dada por un dato que nadie pudo soslayar: era el ejemplar más completo y fresco nunca antes hallado.
Ahora, las ilusiones puestas en el descubrimiento parecen haber dado un extraordinario salto: las células de aquella cría de mamut, muerta y enterrada en el hielo hace 10 mil años en Siberia, ¡están vivas! Bueno, «vivas, vivas» no, pero así nos lo quisieron vender algunos medios.
Sin embargo, que entre los restos de tejido del mamut existan algunas células en buen estado entra, por ahora, en el terreno de lo conjetural: el inevitable proceso de descomposición del pequeño mastodonte lanudo extraído de la tundra siberiana torna poco probable que su ADN haya sobrevivido intacto. Y si varios científicos son escépticos respecto del eventual cumplimiento de la profecía de Michael Crichton en «Jurassik Park», fruncen más el ceño al comprobar que la noticia resucita de la mano de un «dinosaurio del tipo humanoide», el veterinario surcoreano Woo Suk Hwang.
A juzgar por la ligereza con que ciertos medios han citado su nombre, impresiona comprobar cuántos se han olvidado de las correrías del señor Woo, hace apenas siete años. Continuar leyendo «Podrían clonar al Mamut encontrado en el hielo de la tundra siberiana»