La búsqueda de un tratamiento o vacuna eficaz contra el virus del ébola, mientras éste no deja de extenderse por el África occidental, se ha convertido en el objetivo de multitud de laboratorios. Hasta ahora, todo lo que se ha conseguido, se limita a métodos de cuidados paliativos y de barrera para prevenir la transmisión de la enfermedad.
Consiguen revertir los efectos del ébola en primates no humanos
Ahora, un estudio liderado por Gary Kobinger, investigador de la Agencia de Salud Pública de Canadá, ha conseguido revertir los efectos del virus en un grupo de primates no humanos (monos rhesus) utilizando el compuesto ZMapp. El trabajo ha sido publicado en la revista Nature. Continuar leyendo «Está cerca la cura contra el ébola?»
Un virus dormido desde hace unos 30.000 años fue liberado por científicos franceses al descongelar una de las capas superficiales del suelo, o también conocido como «Permafrost» en alguna zona de la Siberia.
Al parecer se trata de un virus desconocido hasta la fecha, se trata de un virus raro de enorme tamaño y el que fue denominado como Pithovirus sibericum, después de ser estudiado por los científicos.
Según los científicos autores del hallazgo, no existe peligro de contagio para los humanos y tampoco para los animales. Por lo que no existe motivo para preocuparse por el Pithovirus sibericum, aunque se trate de un virus que estuvo dormido durante 30.000 años en el hielo bajo la superficie del suelo de la Siberia.
El hallazgo de este virus que se encontraba dormido durante 30.000 años es una alerta para algunos expertos que aseguran, que algunos virus mortales y para los que no existe cura alguna podrían ser liberados como consecuencia del cambio climático, lo que esta provocando deshielos masivos en el ártico, además de las perforaciones en el hielo en busca de hidrocarburos también podría liberar algún virus que se hubiera encontrado dormido incluso por millones de años y para el cual no tendríamos conocimientos para combatir con las medicinas actuales.
Los expertos aseguran que existen virus desconocidos bajo el hielo ártico y antártico, virus desconocidos y de los cuales no tenemos referencia por haberse encontrado congelados durante miles, cientos de miles e incluso millones de años, por lo que en algunos casos no existirían ni los seres humanos cuando estos virus se encontraban en el agua o en el aire, por lo que no se sabe como afectaría alguno de esos virus en el organismo de un ser humano. La liberación de algunos de estos virus congelados puede ser un motivo para preocuparse, según los expertos, aunque remarcan que el Pithovirus sibericum hallado recientemente en Siberia, no representa un peligro para la humanidad y tampoco para el mundo animal
Hace diez años, cuando se encontraron los primeros virus gigantes, se comenzó a cuestionar cuál era el mayor tamaño que podían alcanzar y cómo de grande podía llegar a ser el genoma de estos agentes infecciosos.
Ahora, ha sido identificado un nuevo virus gigante que le arrebata a Megavirus chilensis el título de virus más grande del mundo. Pandoravirus es el género propuesto para estos nuevos gigantes, tan grandes que son visibles al microscopio óptico convencional y con un genoma que supera el de muchas bacterias.
«Encontrar esta nueva familia de virus con genomas del tamaño de los eucariotas parasíticos más pequeños nos está indicando que podría no haber límites al genoma y la complejidad de estos virus gigantes», explica Chantal Abergel, una de las investigadoras que ha colaborado en el trabajo que se publica en la revista Science.
Pandoravirus dulcis, encontrada en un lago en Australia, y Pandoravirus salinus, identificado en sedimento marino en Chile, son según Abergel «los primeros virus gigantes no icosaédricos, tienen una forma ovoidal que se asemeja al de algunas bacterias». Además, según el estudio, el 93% de los genes de Pandoravirus no se parecen a nada conocido.
Mientras el anterior récord de tamaño lo ostentaba Megavirus chilensis con 0,7 micrómetros (milésima de milímetro) y un genoma de 1,26 megabases, P.salinus y P. dulcis alcanzan un micrómetro de tamaño, por lo que son visibles al microscopio óptico.
Sus genomas, de 2,5 megabases (P.salinus) y 1,9 megabases (P. dulcis), superan al de muchas bacterias y alcanzan el de algunos eucariotas parasíticos. «El material genético de P. salinus incluiría unos 2.500 genes, y el de P. dulcis unos 1.900» indica el investigador.
Los dos son capaces de infectar a Acanthamoeba, uno de los protistas más comunes del suelo y, según el estudio, el ciclo de replicación duraría entre 10 y 15 horas.
La bibliografía indica que ya habían sido observados miembros de este grupo hace 13 años, pero no se les había identificado como virus. «Los denominaron endosimbiontes y probablemente pensaron que eran bacterias ya que Acanthamoeba normalmente se alimenta de ellas», explica Abergel.