Con cualquier posibilidad de truco descartada por las circunstancias, unas circunstancias hasta cierto punto tan terroríficas e impensables el Halloween pasado como la existencia de, por qué no, fantasmas, vampiros y hombres lobo, el trato con tan complicada realidad bien puede pasar este año, toque de queda mediante, por la lectura. Y siendo así, los clásicos, más o menos fantasmagóricos, predominan en el estante de novedades de aquello que puede leerse si lo que se quiere es pasar miedo la víspera del Día de los Difuntos. Por ejemplo, podemos instalarnos en una de las muchísimas casas encantadas – hasta por fantasmas de niños tristes y melancólicos – que dibujó la Reina de los Relatos de Fantasmas, la británica Charlotte Riddell (1832-1906), una de las madres del terror victoriano. Hay una pequeña colección de ellas en la recién rescatada La vieja señora Jones y otros cuentos de fantasmas (Reino de Redonda).
Seguir leyendo