Como muchos han escrito sobre terremotos de origen dudoso, como realizados por factura humana, salí a desmentir que el gran inventor Nicola Tesla, nunca hubiera empleado su genio para realizar aparatos generadores de esa destrucción.
Si, en cambio, una guerra, en especial nuclear podría terminar resquebrajando la corteza terrestre en forma muy grave. Es común que se realicen detonaciones programadas para estudiar la ubicación de yacimientos –en especial de petróleo- o estudiar las capas geológicas de la Tierra.
El derretimiento artificial de un glaciar, podría generar un movimiento sísmico al liberar presión sobre la corteza. El llenado de grandes represas, en especial profundas, pueden vencer la resistencia del suelo y hacerlo vibrar. Por ejemplo sucedió esto en la presa Hoover.
Hay un tipo de sismo del que aún nadie habla: El género humano, desde siempre ha tratado de construir enormes edificios, monumentales en volumen y de cada vez más altura. Las megalópolis, no solo asombran por su extensión, sino por las obras cada vez más grandes, sean edificios, puentes, aeropuertos, etc.
Un gran edificio de una manzana de base y doscientos pisos, pesaría en condiciones de uso, cerca de dos millones de Toneladas. Una urbe moderna tendrá en varias partes del mundo, una concentración de grandes edificios en su zona céntrica, que fácilmente aplicarían en forma muy concentrada alrededor de tres mil millones de Toneladas de peso, que si la corteza tiene fallas, adelgazamientos o capas inestables, podrían generar terremotos de importancia.
Si estas ciudades fueran atacadas en una guerra que desplomara a las construcciones, esta demolición generaría terremotos artificiales importantes. Mientras que las mega-construcciones sean muestra de poderío y orgullo nacionales, la instabilidad zonal de los suelos irá en aumento como los disturbios ocasionados por estos conceptos. Convendría tener esto en cuenta.
La Torre de Babel es una construcción mítica mencionada en la Biblia judeocristiana. Según se narra en el capítulo 11 del Génesis, los hombres pretendían, con la construcción de esta torre para alcanzar el Cielo. Para evitar el éxito de la edificación, Yahve hizo que los constructores comenzasen a hablar diferentes lenguas, luego de lo cual reinó la confusión y jamás pudieron alcanzar éste objetivo.
Parece que con la vanidad humana de hacer poderosos rascacielos, esto sería posible.
Nunca pensé que una ciudad moderna pudiera pesar tanto. Somos hormigas muy laboriosas.
Desde un helicóptero he visto a Buenos Aires desde el aire y realmente, el trabajo de muchos decentes es notable.
Somos una especie que tiene sus méritos y desgraciadamente: deméritos.
Mis felicitaciones muy buen artículo. Felicidades de nuevo.