Ya van varias veces que nombro al más famoso de mis antepasados, el célebre botánico suizo Heinrich Wydler. Explorador, clasificador de nuevas especies botánicas en el Caribe, Director del Botánico en San Petersburgo, Curador del herbario De La Candolle, etc.
Fue amigo de Darwin, en fin, un hombre notable.
Decían los memoriosos abuelos que dos años antes de morir, de la fábrica Movado, le regalaron un reloj de bolsillo, aunque no supieron precisar el motivo de esa distinción.
Esta fábrica suiza empezó a funcionar-precisamente en 1881- en la localidad La Chaux-de-Fonds, creada por el técnico Achille Ditesheim. Solo hacían relojes de bolsillo masculinos.
Este reloj, a su muerte, acaecida en 1883, en la ciudad de Colonia, donde era profesor, pasó a un sobrino, cuyo hijo fue el primer Wydler en llegar a suelo argentino: Emilio Wydler, de profesión imprentero.
El reloj pasó a su vez a su hijo, luego a mi padre y ahora lo poseo yo.
Para que tenga un lugar más importante y que muchos se enteren de este gran pariente, lo donaré a la brevedad al Museo Criollo de los Corrales de Buenos Aires, donde nuestra Fundación, ya tiene donaciones expuestas.
La elección de este museo es casi obvia, mi abuelo Wydler, era técnico agrícola en Córdoba, hay tres ingenieros agrónomos Wydler, otro del mismo apellido es Presidente de la cámara de Curtidores, algunos tienen sus campitos, yo una hija veterinaria. Las plantas y el campo, siempre están presentes en las generaciones siguientes de un Gran Botánico.
Una muy buena idea; al mostrar el reloj, junto a la informaciòn pertinente, muchos conoceràn la vida de una persona que contribuyò en el siglo XIX, a crear ciencia.
Enaltece a Manlio Wydler siempre recordar a su antecesor, quien marcara un rumbo en la familia.