El secreto detrás de la Plaga de Justiniano

En el año 541 la plaga de Justiniano arrasó Constantinopla y se convirtió en una de las peores pandemias de la Historia. Dos cadáveres de la época permiten reconstruir el genoma de aquel patógeno, 1.500 años después.

El Fin del Imperio Romano

Corría el año 541 y la ciudad de Constantinopla era una trampa mortal. Lo que había comenzado como un simple brote de una nueva enfermedad se convirtió en una imparable epidemia que se cebaba especialmente con los más jóvenes y fuertes. Su avance fue fulminante. En cuestión de semanas la cifra de muertes pasó de 5.000 al día a 10.000. Ni aun entonces el emperador Justiniano renunció a recaudar impuestos a sus súbditos y les hizo pagar incluso los de sus vecinos muertos. Así lo relató el cronista de cabecera del emperador, conocido como Procopio de Cesarea. Pero todo fue inútil.

La llamada Plaga de Justiniano fue el último clavo en el ataúd de lo que un día fue el Imperio Romano y se expandió por todo el mundo matando a unos 40 millones de personas en una de las peores pandemias de la Historia. Continuar leyendo «El secreto detrás de la Plaga de Justiniano»

La física demuestra que hay vida después de la muerte

«La muerte, tal como la concebimos, no existe! – sólo es una ilusión». Esta es la principal conclusión a la que ha llegado el médico y director de Advanced Cell Technology, Robert Lanza, defensor de la teoría del biocentrismo, en la que se niega que el tiempo o el espacio sean lineales.

Para la gran mayoría de científicos este tipo de afirmaciones son sólo tonterías o, por lo menos, hipótesis indemostrables. Sin embargo, Lanza parece haber encontrado en el famoso experimento de Young, también llamado de la doble rendija (doble – división), el perfecto aliado para defender su tesis. Si con este se logró demostrar la naturaleza ondulatoria de la luz, Lanza pretende hacer lo mismo con el espacio y el tiempo.

En la obra Biocentrism: How Life and Consciousness are the Keys (BenBella Books), el físico estadounidense parte de la premisa de que la vida crea el universo, y no al revés, la base misma del biocentrismo. A partir de ahí, va deduciendo paso a paso que la mortalidad es una idea falsa, creada por nuestra conciencia.

En primer lugar, sugiere que la conciencia de una persona determina la forma y el tamaño de los objetos en el universo. Para explicarlo, utiliza como ejemplo la manera en que percibimos el mundo que nos rodea: «Una persona ve un cielo azul, y se le dice que el color que están viendo es azul, pero las células cerebrales tienen la capacidad de variar esta percepción, pudiendo ver el cielo de color verde o rojo. En pocas palabras, concluye, «lo que vemos sólo existe gracias a nuestra conciencia»

El multiverso y la teoría de las cuerdas

Este es el motivo por el cual Lanza dice que creemos en la muerte. Al observar el universo desde el punto de vista del biocentrismo, erramos a la hora de concebir el espacio y el tiempo, ya que lo haríamos en función de lo que nos dicta la conciencia. En resumen, el espacio y el tiempo son «meros instrumentos de nuestra mente», de modo que entender la muerte como algo terminal no tendría sentido según sus tesis. Continuar leyendo «La física demuestra que hay vida después de la muerte»

Viajar a Marte equivaldría a 50.000 radiografías

Viajar a Marte y la estancia en este planeta inhóspito será igual a hacerse 50.000 radiografías.

El rover Curiosidad mide la cantidad de radiación que soportaría un astronauta durante una misión de 500 días al Planeta rojo, unos niveles que aumentan en un 5 % el riesgo de sufrir un cáncer mortal.

Los valientes seres humanos que viajen a Marte en el futuro tendrán que enfrentarse a múltiples impedimentos, pero uno de los más peligrosos será la radiación que recibirán durante el viaje y la estancia en el Planeta rojo, que podría aumentar seriamente sus posibilidades de padecer cáncer. La radiación en Marte es mucho más dura que en la Tierra porque no hay un campo magnético global y su atmósfera es mucho más delgada que la nuestra, lo que proporciona una escasa protección ante los rayos cósmicos y las partículas solares. El rover Curiosity de la NASA ha medido estos niveles de radiación en el cráter Gale, donde se encuentra desde su aterrizaje , desde agosto de 2012 hasta junio de 2013, y muestra una tasa de radiación diaria de 0,67 mil· lisievert ( mSv ) en ausencia de tormentas solares ni eyecciones de masa coronal. Si un astronauta pasara en esta zona y en las mismas condiciones 500 dias, recibiría una dosis de radiación equivalente a hacer- 15.000 radiografías ( una radiografía de tórax, la más suave , equival a 0,02 mSv ).

Pero esto no acaba aquí. Como es lógico, esta dosis habría que sumar la del viaje de ida de 180 días y otro de vuelta de 180 dias, trayectos en los que la exposición sería considerablemente peor, ya que supondría recibir como promedio 1,8 mSv al día provenientes de la radiación ambiental del espacio interplanetario con la única protección de la nave espacial. Y de nuevo teniendo en cuenta una actividad solar similar y con los sistemas de propulsión actuales . En los desplazamientos , Él SOFERT acumulación astronauta 0,66 Sievert ( Sv ) i en total de , teniendo en cuenta la misión completa , volvería a casa con 1 Sv en su cuerpo , como si se hubiera hecho unas 50.000 radiografías.

Riesgo de cáncer mortal

Estudios de población a largo plazo han demostrado que la exposición a la radiación aumenta el riesgo de cáncer en el curso de la vida de una persona . La exposición a una dosis de 1 Sv asocia a náuseas, pérdida de apetito, pérdida de médula·ósea, etc … Todo ello supone un aumento del 5% en el riesgo de sufrir un cáncer mortal . Aunque la NASA ha establecido el aumento del riesgo de cáncer mortal en un 3% como límite aceptable en la carrera de los astronautas que viajan a la órbita baja de la Tierra, como las estancias en la Estación Espacial Internacional ( ISS ), aún no ha establecido un límite para las misiones en el espacio profundo . Según explica NASA, está trabajando con médicos para determinar los límites adecuados para este tipo de viajes . Una misión a Marte se proyecta a partir de 2030 .

«Nuestras medidas proporcionan información crucial para las misiones humanas a Marte», afirma Don Hassler, investigador principal del’ instrumento del Curiosity que mide la radiación y autor principal de un estudio sobre este asunto publicado en la revista Science. Sus mediciones también son importantes para conocer si el Planeta rojo pudo haber sido alguna vez habitable, ya que las fuentes de radiación que son de interés para la salud humana también afectan la supervivencia microbiana, así como la preservación de los productos químicos orgánicos que podrían ser fundamentales para la vida .