La comunidad católica está consternada por un milagro sucedido en Córdoba. Cientos de fieles de la ciudad de Cruz del Eje, de ésta provincia Argentina, han visitado la casa del enfermero Raúl Leisa, para venerar la imagen de una virgen que «llora sangre». El dueño de la estatuilla, que desde hace algunos días ha acaparado la atención de los fieles de la localidad serrana, contó en una entrevista realizada por el periódico cordobés, La voz del interior, que el fenómeno había comenzado el domingo pasado.
«Cuando vi los ojos llenos de sangre no lo podía creer. Justo había soñado con la virgen. Estaba seguro de que me quería decir algo. No le encontramos explicación». Dijo Leisa.
El hombre, que vive junto a su esposa y sus cinco hijos, aseguró además que la imágen fue adquirida hace 12 años en la provincia de Corrientes. Al llegar al pueblo en donde vive actualmente, le fabricó una caja hermética para protegerla de eventuales accidentes y que desde ese momento nunca más la abrió.
Aunque el obispo Olivera pidió prudencia, los peregrinos forman extensas filas para ver la pequeña imagen de la Virgen de Itatí que llora sangre.
El escritor suizo Erich Von Daniken, fue el impulsor de la teoría de que en épocas pretéritas, un grupo de visitantes provenientes del espacio exterior, se aparearon con nuestros ancestros para crear una raza de inteligencia superior. La existencia de obras de una mejestuosidad inigualable, como las pirámides de Egipto o los moais de la isla de Pascua, pueden inducirnos a creer que tal vez Von Daniken tenía razón.
En su libro titulado: «Chariots of the Gods» – (Carros de los Dioses) – 1968, Daniken describe un pasado en el que las visitas de éstos seres extraterrestres era muy frecuente. Esta obra popularizó la creencia de que la raza humana moderna desiende de los cosmonautas preistóricos.
En el marco de ésta teoría se han investigado monumentos, esculturas, pinturas y otras obras, entre ellas la Esfinge de Giza, las pirámides de Egipto y los moais de la isla de Pascua; Pero sin lugar a dudas, el elemento más estudiado, en la búsqueda de vida fuera de los confines de nuestro planeta ha sido la sagrada escritura. Encontrando evidencia que podría proporcionar mayor fuerza a ésta teoría.
La Biblia, ha sido examinada por muchos ufólogos con el objetivo de encontrar pistas que permitan afirmar la existencia de vida extraterrestre. A continuación expondremos algunas de éstas posibles evidencias:
Existen dos personajes bíblicos que fueron arrebatados y llevados al cielo, y que nunca más regresaron: el patriarca Henoc (Génesis 5,18-24) y el profeta Elías (2 reyes 2, 1-13). Mucho se ha especulado sobre estas misteriosas desapariciones. Incluso, en el caso de Elías, se afirma que fue raptado al cielo por «un carro de fuego con caballos de fuego». La pregunta que surge es: ¿Estarán señalando la presencia de un ovni?
También el profeta Ezequiel contempló en el cielo un extraño carro con cuatro seres. Estos, aunque tenían forma humana, poseían cuatro alas cada uno y cuatro caras: de hombre, de león, de toro y de águila. De en medio de ellos salían brasas incandescentes, fuegos y relámpagos (Ezequiel 1,5-23). Ahora bien ¿Que fue lo que exactamente vio Ezequiel? Para el que leyó o conoce sobre la Biblia la respuesta es fácil; el poder de Dios es representado siempre en el Antiguo Testamento por imágenes de carros de guerra como por ejemplo en el Salmo 68,18. Por eso se cuenta que un día el profeta Eliseo, que estaba en problemas, rezó pidiendo la protección de Dios y este le mando miles de caballos y carros de fuego para que lo defendieran (reyes 6,17).
O sea que hablar de carros de fuego no se referiría a los ovnis, sino que sería una metáfora del poder divino de Dios. La imagen fue elegida sólo por el hecho de que el carro de guerra era una de las armas mas temibles y poderosas de la antigüedad. Y los cuatro seres que vio Ezequiel, sobre los que se asentaba el carro de fuego, son un simbolismo (el número 4 representa en la Biblia todo el universo, los 4 cuatro puntos cardinales), y significa que el carro de Dios esta asentado sobre todo el mundo, en los 4 extremos de la Tierra.
El ovni más inquietante que se halla en la Biblia es la llamada estrella de Belén, aquella luz que guió a los misteriosos reyes magos a Jesús. ¿Fue realmente un objeto volador no identificado o el signo inequívoco del nacimiento del Mesías?.
La estrella de Belén es uno de los hechos sobrenaturales que encontramos en la vida de Jesús. Se trataba de un objeto luminoso que guió a tres misteriosos reyes magos al lugar donde se encontraba el Mesías.
En la Biblia, se describe como una estrella que se mueve en el cielo, y que se detiene en el preciso lugar donde se hallaba el enviado. Todos sabemos que en realidad no se podría tratar de una estrella. Los soles no se mueven describiendo rápidas y largas trayectorias en el cielo, y más aún, deteniéndose a voluntad como describen los evangelios. Fue así que en el Siglo XVII el astrónomo Alemán Kepler propuso la teoría de la conjunción estelar entre Júpiter y Saturno para explicar el enigma. Esta conjunción ocurrió tres veces en el año 7 antes de Cristo.
Asumiendo que los tres Reyes Magos fuesen astrólogos, esta teoría adquiere fuerza. Júpiter y Saturno representan al “Instructor” y “El Tiempo”. Es decir, la alineación de aquellos planetas sostenía la profecía de la llegada de un enviado, de un señor y maestro del tiempo.
Esta conjunción, además, podría señalar el nacimiento de Cristo siete años antes de lo que se supone.
La explicación la encontramos en dos errores históricos que afectaron nuestro calendario.
El primero, se cometió cuando el emperador Carlomagno dispuso la modificación del calendario con el fin de no tomar como referencia la fundación de Roma, sino el nacimiento del Jesús, fecha que hizo coincidir con la muerte de Herodes el Grande, siendo que ésta, en realidad, tuvo lugar cuatro años después que Jesús llegase al mundo.
El segundo error data de la época del Papa Gregorio. En este caso el calendario sería modificado sin tener en cuenta el censo que Octavio Augusto mandara a realizar en Judea, por lo cual se añadieron tres años a la ya desfasada fecha. Esto quiere decir, que no estamos en el año 2006, sino en el 2013. Y que Jesús, tampoco nació en diciembre.
Está demostrado que en el 25 de diciembre se celebraba en Roma la fiesta pagana del Sol, o Sol Invictus, ocasión en que se hacían regalos a los niños y se decoraban los árboles. Al convertirse el imperio romano al cristianismo, para no perder la costumbre de celebrar esa fecha y al desconocer el día exacto del nacimiento de Jesús, se fundieron las costumbres.
Jesús, además, no podía haber nacido en diciembre, pues en ese mes la antigua Palestina es muy fría como para sacar a los rebaños a pastar, tal como lo sostienen los evangelios.
El día que nació de Cristo
Supuestamente, Jesús debería haber nacido el 19 de marzo del año 7 antes de nuestra Era. La conjunción más importante ocurrió en aquella fecha, y así está registrada en la antigua escuela astronómica de Sipar en Babilonia. Y sin duda, aquel mes es un momento más propicio para sacar a pastar al ganado.
Como fuere, independientemente de la conjunción, hay otras teorías para la estrella de Belén. Desde una supernova —no hace falta analizar este argumento tan peregrino— a un avistamiento ovni, pues aquel objeto luminoso se mueve y se detiene en el cielo. Pero, ¿quién volaba en aquella época?
Lo cierto es que algo extraordinario ocurrió, y marcaba el nacimiento de un enviado del cielo. Un enviado, que muchos aguardaban. Desde los Esenios de Qumran hasta los misteriosos Reyes Magos, que no pocos identifican como emisarios de la legendaria Hermandad Blanca.