El 14 de julio de 1983 una violenta explosión se sintio en el pueblo de Sosnovka. Dicha explosión fue seguida en un incendio y de una inusitada alza de temperatura. Al rastrear la zona se encontró una cápsula metálica ovoide, de mas o menos un metro y medio de longitud. Después de someterla a revisión exterior para comprobar que no se trataba de un artefacto explosivo, el coronel autorizó a abrir una tapa que había en la parte superior de la cápsula. En su interior se encontró vivo a un infante masculino, aparentemente humano, aún cuando no poseía ombligo (¿gestación «in vitro»?) y sus pies y manos eran palmeados poseían una membrana de unión entre los dedos.
El infante fue trasladado al instituto de investigaciones de Frunze, según el médico jefe del equipo que atendió al ET., el ambiente terrestre no le era favorable al parecer, ya que sufría de problemas respiratorios y carecía de inmunología adecuada – SIDA tal vez – y su alimentación era deficitaria, ya que sólo admitía comida semilíquida y sólo en contadas oportunidades. Medía 66 cm. y perecía tener un año de edad. Su presión sanguínea era normal, sus pulsaciones llegaban a 60 p/min. Los rayos X demostraron que sus órganos eran similares a cualquier infante humano. Lo único extraño era que su actividad cerebral era mayor que la de un adulto terrestre, carecía de cejas y pestañas, su pasividad (jamás lloró o emitió sonido alguno) siempre permaneció con los ojos de color púrpura abiertos, aún cuando parecía dormir y hasta después de muerto.
Sus manos y sus pies palmeados hacían suponer que su hábitat natural era el agua. Su carencia de defensas no le permitió sobrevivir, sólo logró permanecer vivo por tres meses.