En el año 1918, un grupo de exploradores, encabezados por el geólogo suizo François de Loys, realizaba el trazado del plano geológico de la remota región del Cuboen en Venezuela, un área cercana a la frontera colombiana. Mientras descansaban de las tareas del día a las orillas del Río Tarra, en el estado Zulia, fueron atacados por un grupo de animales salvajes que en principio creyeron que se trataba de osos. Sin embargo, pronto observaron que se trataba de criaturas del tamaño de un hombre, de mediana estatura y cubiertos completamente de pelo. Loys dió la órden de abrir fuego y los extraños animales consiguieron escapar, a excepción de uno que cayó abatido al piso.
La criatura tenía 32 dientes, media 1,57 metros y carecía de cola. Ninguno de los miembros del equipo, incluido Loys conocía éste tipo de animal. Después de comprobar cuidadosamente la defunción del críptido, decidieron dejar constancia de aquel encuentro. Sentaron al simio en un guacal vacío, sosteniendo su cabeza erguida con una rama le tomaron una fotografía. Luego desollaron al animal y finalmente emprendieron el camino de regreso con su piel y cráneo a cuestas.
El viaje de regreso fue más difícil de lo previsto. Perijá es una zona montañosa, caliente, húmeda y atacada por furiosas lluvias que pueden convertir un pequeño arroyo en un torrente iracundo en cuestión de segundos. Quizás por esto, en el camino, de Loys tuvo que sacrificar parte de la carga, entre ella, los restos de la criatura. Continuar leyendo «Críptidos : El Simio de Loys»
Si damos crédito a los testimonios de los nativos que moran en las remotas e inaccesibles regiones selváticas de Africa y a los expedicionarios, quienes con sus increibles relatos consiguieron cautivar la atención de numerosos lectores, podríamos asegurar que en la actualidad existen dinosaurios vivos en lugares recónditos del planeta.
El testimonios de numerosas tribus indígenas han descrito animales semejantes a los grandes saurios que se suponían desaparecidos. ¿Quedan dinosaurios vivos en la actualidad? Esta pregunta, que en un principio puede parecer absurda, no lo es tanto después de leer algunas de las historias más sorprendentes provenientes de algunos de los más remotos a inaccesibles pantanos del África ecuatorial o de las diferentes zonas lacustres del globo. Continuar leyendo «Mokele Mbembe : El Enigma Africano»
Glozel es una localidad situada a veinte kilómetros de Vichy en Francia. El 1marzo de 1924, un agricultor llamado Emile Fradin encontró restos arqueológicos (piedras, tablillas de arcilla, vasijas de cerámica y piezas de hueso) que mostraban una extraña escritura que pasó a denominarse la escritura de Glozel.
Fradin, que por aquél entonces contaba con 17 años, se encontraba junto a su familia trabajando las tierras cuando por casualidad hundió una de las patas de la vada que utilizaba para arar la tierra en el terreno, abriendo un agujero que contenía una fosa con restos de cerámica, huesos y figuras. Pensando que habría algo más, y con ayuda de sus familiares, escabaron la zona.
Encontraron una tumba con dos vasijas. Como esperaban hallar algo de ayor valor, rompieron éstas vasijas para descubrir que en su interior solo contenían tierra. Tambien encontraron piedras grabadas y tablillas de arcilla cocida con inscripciones y algunas piezas fabricadas en hueso.
El Campo de los Muertos
A partir de ese momento, Emile comenzó a coleccionar y catalogar las piezas encontradas a la vez que trataba de restaurar las vasijas que había roto con anterioridad. Por otra parte, su abuelo dió a conocer los hallazgos, invitando a la gente a realizar sus propias excavaciones en la zona que pasaría a ser denominada «El campo de los muertos».
Algunos años más tarde, el médico Antonin Morlet, aficionado a la arqueología, estudio el conjunto de los restos encontrados en Glozel. La antiguedad de los mismos, estudiada mediante analisis termolumínico y de Carbono-14 se situa entre 17.000 y 2.000 años, aunque otros análisis como la radio termoluminiscencia han asegurado que la antigüedad varía entre los 2.600 años y 1.650 años.
La escritura que aparece en los restos encontrados no es igual a ninguna otra aunque muestra ciertos parecidos con muchas de ellas, lo que podría quizas indicar que se trate de algún estilo de preescritura a partir de la cual se han desarrollado otras como la tartésica, la sumeria, la fenicia, la ibérica o la etrusca. Las tablillas con la escrituras se encuentra en el museo de la localidad.
Algunos detractores de Glozel afirman que los métodos utilizados para conocer la antiguedad permiten aproximarse a la edad del material, pero no a la fecha excacta en que fueron realizadas las inscripciones, por lo que los grabados en los objetos podrían ser posteriores a las fechas que arrojan los análisis.
Otro método de datación, la radiotermo-luminiscencia también fué empleada con estos objetos indicando que su antigüedad podría estar entre los 2.700 y los 1.650 años.
Otras pieza curiosa de la colección es una piedra que contienen el dibujo de un reno. El misterio radica en que éstos animales habían desaparecido en Francia hace unos 10.000 años.
La escritura Glozel.
Sin duda, lo más fantástico de los restos de Glozel es la escritura que se encuentra en las tablillas y en la mayoría de los demás objetos, conocida ya como escritura glozeliana.
Esta escritura no es igual a ninguna otra aunque muestra numerosas similitudes con muchas de ellas. Para algunos estudiosos, esto no haría sino confirmar que la escritura glozeliana está detrás del origen de la escritura, esto es, que fue la raíz desde la cual se desarrollaron las demás, como por ejemplo la sumeria, la fenicia, la ibérica o la etrusca.