El misterioso Caballero Negro: ¿Un satélite artificial de origen extraterrestre?

Un astronauta y un famoso escritor relatan fantásticos encuentros con un misterioso artefacto que giraría en torno a la Tierra desde hace miles de años.

Sobre la Ionósfera, flotan una gran cantidad de satélites que fueron creados con diversos fines (clima, comunicaciones, espionaje, etc.). Algunos, ya en desuso, son considerados como “basura espacial”. Sin embargo, hay un artefacto que no pertenece a los registros de ningún país en particular y del cual no se tiene mayores antecedentes: El Caballero Negro. Cuenta la leyenda que pertenece a una avanzada civilización extraterrestre que está pendiente de todos nuestros pasos gracias a ese aparato…

Los primeros datos que se tiene de él, se remontan a 1927, cuando un grupo de radio-aficionados de Noruega, empezaron a recibir unas extrañas señales en sus equipos de audio. Años después, en 1954, el satélite ruso Sputnik, el primero en ser puesto en órbita por el hombre, recibió la misma señal. Se piensa que ésta provenía de un satélite o artefacto misterioso, de origen desconocido.

De acuerdo a los datos proporcionados por múltiples blogs asociados al tema ovni, en febrero de 1960, Estados Unidos detectó un objeto no identificado en órbita polar, algo que ni ellos ni la Unión Soviética habían podido lograr. Además era de un tamaño superior a cualquier cosa que algún país pudiese fabricar en esa época.

El 3 de septiembre de 1960, siete meses después que el satélite se detectara por primera vez por el radar, una cámara de seguimiento en la fábrica de Long Island Gruman Aircraft Corporation tomó una fotografía del objeto.

Tres años más tarde, el astronauta Gordon Cooper fue lanzado al espacio para orbitar 22 veces nuestro planeta. En su órbita final, afirmó haber visto una forma verde brillante por delante de su cápsula y dirigiéndose hacia él. Sin embargo, al regresar a la Tierra no se le permitió a Cooper realizar declaraciones al respecto y tres semanas después se emitió un comunicado oficial que aseguraba que Cooper había sufrido alucinaciones debido a una fuga de dióxido de carbono en la cápsula. Continuar leyendo «El misterioso Caballero Negro: ¿Un satélite artificial de origen extraterrestre?»

El «factor tercer hombre» de Ron DiFrancesco

En 1933, el explorador británico Frank Smythe, casi se convirtió en la primera persona en alcanzar la cima del Monte Everest. El viaje hacia la cima de la montaña fue extremadamente duro y desastroso, debido a la espesa nieve, el hielo y el poco oxígeno. Gracias a “una presencia muy misteriosa”, Smythe continuó pero nunca llegó a la cima. Smythe escribió algo que los científicos se refieren comúnmente como el «factor tercer hombre», pero que otras muchas personas afirma que se trata de nuestro Angel de la guarda.

Relató que en un momento del ascenso, él metió la mano en el bolsillo, sacó un trozo de comida para dárselo a su compañero. Pero no había nadie allí con el:

«Todo el tiempo estuve subiendo solo, tenía una fuerte sensación de que iba acompañado por una segunda persona que me daba ánimos. El sentimiento era tan fuerte que no tenía sentimiento de soledad, además de que me ayudaba a guiarme por la montaña.»

Pero este no es el único caso, con el paso de los tiempos muchas personas afirman haber sentido una presencia benigna pero invisible en momentos de gran peligro, a continuación relataremos uno de los casos más famoso, Ron DiFrancesco, la última persona que escapó de la Torre Sur el 11 de septiembre de 2001, quien recuerda haber sido protegido y guiado a través del horror. Existen una multitud de teorías para intentar dar explicación a la aparición del factor tercer hombre. ¿Naturaleza causal, origen desconocido o ángel de la guarda?

Ron DiFrancesco, el último superviviente de la Torre Sur del World Trade Center («El factor tercer hombre» por John Geiger)

Ron DiFrancesco se encontraba en su escritorio en la oficina del Euro Brokers, una empresa de comercio financiero, en el piso 84 de la Torre Sur del World Trade Center en Nueva York, cuando el supuesto avión se estrelló contra la Torre Norte frente a él. Eran las 08:46 de la mañana del 11 de septiembre de 2001, hubo una fuerte explosión que hicieron parpadear las luces de la Torre Sur. Un humo gris salía de la Torre Norte, todas las escaleras de la Torre Norte eran intransitables desde el piso 92 hacia arriba, atrapando así a 1.356 personas. La mayoría de los que trabajaban en Euro Brokers comenzaron a evacuar el edificio, pero se quedó DiFrancesco. Unos minutos más tarde, la noticia fue transmitida por la megafonía del edificio, «un incidente había ocurrido en el otro edificio, pero el Edificio Dos era completamente seguro» y no había necesidad de evacuar el Edificio Dos. DiFrancesco, un agente del mercado monetario originario de Hamilton, Ontario, llamó por teléfono a su esposa, Mary, para decirle que un avión había impactado contra la otra Torre Norte, pero que él estaba bien y que permanecería en la oficina. Pero algo le hizo cambiar de opinión DiFrancesco llamó a algunos clientes importantes y otra vez a su esposa, Mary, para informarles que se marchaba del edificio. Seguidamente comenzó a caminar hacia la los ascensores. Continuar leyendo «El «factor tercer hombre» de Ron DiFrancesco»

10.000 veces más veloz que la luz

El entrelazamiento cuántico entre partículas es una cosa fantástica, aunque realmente no sepamos ni cómo funciona ni para qué sirve. Por alguna razón cuando dos fotones interactúan, ambos se conectan íntimamente de tal modo, que incluso aunque les separen vastas distancias, su interconexión continuará.

Los físicos cuánticos hace mucho tiempo que conocen esta forma de entrelazamiento. Varios experimentos, repetidos muchas veces, han probado que cuando se envían dos fotones entrelazados a lugares distintos (digamos uno llamado ‘A’ a Boston y otro llamado ‘B’ a California, por aquello de la película) su polarización siempre será opuesta. Es decir, si el primero muestra polarización ‘arriba’ el otro mostrará indefectiblemente la polarización ‘abajo’.

Es más, (y aquí viene lo fascinante) si de algún modo cambiamos la polarización del fotón ‘A’ de su valor inicial ‘arriba’ al nuevo estado ‘abajo’, entonces, de forma instantánea, el fotón ‘B’ alterará su estado para mostrar el contrario al primero, pasando a polarizarse ‘arriba’. No es de extrañar que Einstein definiese a esta propiedad cuántica como «una acción fantasmal a distancia».

Lo que ha hecho ahora un equipo de físicos chinos, dirigidos por Juan Yin de la Universidad Científica Tecnológica de China en Shanghai, es un experimento que involucra a fotones entrelazados, separados entre sí 16 kilómetros, con los que se intentó medir la velocidad a la que se da esa interacción que antes llamábamos instantánea.

El resultado ha sido sorprendente. La interacción cuántica es 10.000 veces más rápida que la velocidad de la luz. (Su trabajo puede consultarse en Arxiv).

Aunque no es acertado pensar en usar esta propiedad de las partículas para comunicarnos a velocidades superiores a las de la luz, lo cual sería muy positivo en el futuro para hablar con nuestras bases espaciales repartidas por el sistema solar. El problema con estas partículas es que uno no conoce la polarización del par hasta que no la mide, de modo que no hay forma de hacer que los fotones del otro lado tomen el estado que se desea, para de este modo crear una especie de código morse.

Esto recuerda a otra de las peculiaridades de la mecánica cuántica, aquella que afirma que las partículas se encuentran en una superposición de estados que no puede conocerse hasta que alguien se detiene a observarlas. Es la base del famoso experimento mental propuesto por Schrondinger, en el que un gato encerrado en una caja está vivo-muerto, hasta que la abrimos para comprobar en cuál de los dos estados se encuentra.

Habrá que esperar antes de poder desarrollar el famoso ansible dibujado por Orson Scott Card en su célebre novela «El juego de Ender».