El ángel de la guarda o las presencias

Dos veces vi la muerte a mi lado, una en Catamarca cuando casi me despeño de un borde del camino, al que quería acceder. Otra en el mar, cuando una ola me revolcó y me hizo tragar agua por el lugar equivocado y no podía ya respirar.

En el primer caso sentí una voz que me decía que me agarrara de una mata de pasto del borde, pero que ejerciera presión con mi peso sobre ella a medida que trataba de poner una pierna por encima del borde, para que no se desenraizara por el esfuerzo. Cuando estuve seguro, cedió y la mata quedó en mi mano.

En el segundo caso, cuando ya me abandonaba a morir, sentí un fuerte golpe en la espalda y el tapón líquido en el bronquio se desplazó y comencé a respirar. En los dos casos, seguro que algo me ayudó para que hiciera lo que me faltaba por vivir (en aquellos días era soltero, hoy soy abuelo; esos seres que nacieron a posteriori, no serían si hubiese muerto).

Veo que mi experiencia no es rara, los cosmonautas son los que más veces relatan estos acontecimientos.

También hay sitios muy interesantes en Internet-como el relato del Sr. César P. Tudela: El caso de Lord Shackleton –enterrado en las Shetland del sur, Argentina) ha sido muy manipulado por los investigadores actuales, en busca de personajes para ilustrar el “liderazgo empresarial”, actualmente muy de moda. Shackleton es el ejemplo de líder, estudiándose sus decisiones y métodos para trasladarlos a los negocios.

Sea lo que fuere lo que vio, sintió o le pareció ver a Shackleton, que sin duda fue uno de los grandes personajes de la exploración polar, sé que en el alpinismo se han dado caos muy frecuentes en este sentido.

Recordaré la narración de Chris Bonington, el célebre alpinista inglés, relativa a la visión que mantuvo Nick Eastcourtt, uno de los miembros de su expedición al Everest de 1975. Nick había reemprendido la ascensión y había salido de uno de los campamentos de altura en la noche estrellada. Desde el momento en que empezó la ascensión le pareció que alguien le seguía. Se volvió repetidamente para saber quién era su acompañante, pero no lo consiguió, pensando que sería un sherpa de la expedición. Cuando llegó al campo V desde el que se distinguía toda la ruta miro insistentemente sin ver a nadie.

Estas visiones han sido muy frecuentes en la historia del alpinismo y del himalayismo. Hermann Buhl, el escalador que alcanzo en solitario la cima del Nanga Parbat escribió:

«Me voy adormeciendo…mis pies se entumecen. Sobre las cuatro de la madrugada la aurora se adivina y el frío se acentúa. Tengo la impresión…, la he tenido todo el día, de que alguien me seguía. Me he vuelto varias veces buscando a mi compañero y le he preguntado por mis guantes. Se han perdido, me dice… Cuando me vuelvo otra vez veo que sigo solo»

Serían innumerables los testimonios que podríamos recordar.

Y yo he de confesar que también he notado la existencia o la falta de ese compañero misterioso. Continuar leyendo «El ángel de la guarda o las presencias»

Abducciones : Tiempo es lo que sobra

En estos días me acercaron una carta que decía:

Io sono Psiquiatra, il anno scorso é venuto al mio laboratorio, un uomo-Cósimo- che voleva chidermi la mía opiniones su un tema interessante.

Mi ha raccontato, che quando la sua fidanta aveva diciatto anni….Perdonen, trataré de traducir:

Yo soy siquíatra, el año pasado vino a mi consultorio un hombre – Cósimo- que quería mi opinión sobre un tema interesante. Lo había conocido en una reunión entre colegas en Palermo. Era natural de Agrigento. Lo recordaba mucho mayor, pero asumí que con el tiempo podemos confundir los recuerdos y las proporciones.

Me ha contado, que cuando su novia tenía dieciocho años, un día desapareció de su casa y ninguno la había visto por una semana, pero después, de improviso se le apareció a el y le confesó que no recordaba absolutamente nada.

Un mes después de ese suceso, la muchacha desapareció otra vez y ninguno la vió más durante quince años.

Debo decir que Cósimo parece tener unos cuarenta años, estimado y correcto profesional. Me contaba que su novia parecía no envejecer, seguía con apariencia casi adolescente y aún no recordaba nada de lo que le había pasado. Continuar leyendo «Abducciones : Tiempo es lo que sobra»

La historia del fantasma de Greenbier

La historia del fantasma de Greenbrier es una de las historias más singulares en los anales fantasmológicos. Esta extraña historia de la zona rural de Virginia Occidental (Estados Unidos), no es sólo una parte de la historia sobrenatural, sino de la historia del sistema judicial de Estados Unidos también: es un evento único en su clase,… ¡pues es el único caso en que la palabra de un fantasma ayudado a resolver un crimen y condenar a un asesino!

Elva Zona Heaster nació en el Condado de Greenbrier, Virginia Occidental alrededor de 1873. Poco se sabe sobre sus primeros años en el condado Richlands, y algunos datos dicen que ella dio a luz a un hijo ilegítimo en 1895. Un año después, en octubre de 1896, conoció a un hombre llamado Erasmus (también llamado Edward) Stribbling Trout Shue.

Era un vagabundo que se trasladó a Greenbrier a trabajar como herrero y empezar una nueva vida. Se fue a trabajar en el taller de James Crookshanks, que estaba situado justo al lado del antiguo camino de Midland. Todas las carreteras estaban sin asfaltar en esos días y el condado estaba rodeado de colinas: era el lugar perfecto para criar caballos y ganado. Un herrero podía encontrar un montón de trabajo en el Condado de Greenbrier Shue y Trout hizo precisamente eso.

Zona conoció a Shue poco tiempo después de llegar a la ciudad: los dos se sintieron atraídos el uno al otro y pronto se casaron, a pesar de la animosidad sentía hacia Shue la madre de Zona, Mary Jane Robinson Heaster. Ella siempre sentía que había algo que el hombre amable ese le escondía.

Los dos vivieron juntos como marido y mujer para los próximos meses. Luego, el 23 de enero de 1897, el cuerpo de Elva Zona fue descubierto dentro de su casa por un chico joven que Shue había enviado a la casa por un mandado artificial. Él le había pedido que correr de la herrería a la casa y ver si había algo que necesitaba Zona de la tienda. El niño, Andy Jones, se encontró a Elva tendida en el suelo, con los pies juntos, con una mano sobre su abdomen y la otra extendida a su lado. Su cabeza estaba ligeramente hacia un lado. Tenía los ojos abiertos y fijos. Andy, como es lógico, corrió a su casa a decirle a su madre. El médico local y médico forense, el Dr. George W. Knapp, fue convocado a la casa, aunque no lo hizo de inmediato: Llegó cerca de una hora más tarde. Continuar leyendo «La historia del fantasma de Greenbier»