En el verano de 1944, en plena guerra mundial, las tropas alemanas de la wehrmacht irrumpieron en el palacio de Catalina la Grande y se llevaron uno de los tesoros artísticos más valiosos de la vieja Europa. La pista del botin, se perdió en la mitad de los bombardeos de la guerra y desde entonces, los países implicados y los “cazadores de tesoros” iniciaron una carrera por encontrar el Salón de Ambar.
La sala, que guardaba las reliquias que el rey de Prusia, Federico Guillermo I le había regalado al zar Pedro I el Grande en 1.716, recibía el nombre de Ambar, debido a que sus paredes estaban recubiertas de ámbar, una valiosa resina fósil del color de la miel.
Fotos de la réplica del Salón de Ambar.
Objetos encontrados del Salón de Ambar.
De la vasta cantidad de objetos sustraídos de la cámara, se encontraron solamente una cómoda y un mosaico florentino. Este último, fue recuperado un año después del saqueo, cuando el hijo de uno de los soldados alemanes de apellido Achtermann, se disponía a venderlo por cinco millones de marcos. La cómoda fue hallada por casualidad en el año 1997 en el museo berlinés de artes aplicadas. En cuanto al resto del botín, aun sigue siendo un misterio.
En busca del tesoro de la Cámara de Ambar.
El diputado alemán y alcalde de la localidad de Deutschneudorf, Heinz-Peter Haustein, es un gran aficionado a la arqueología y desde hace más de diez años está obsecionado con encontrar el tesoro de Ambar. Desde su lugar en el parlamento, consiguió hace muy poco tiempo, la autorización para realizar una gran excavación en las proximidades del pueblo que precide, en la frontera entre Alemania y la República Checa. Se cree que en ese lugar, los nazis habrían enterrado un gran tesoro a finales de la segunda guerra mundial. Los análisis realizados en el sitio a través de aparatos electromagnéticos, han confirmado que el metal hallado no es hierr, por lo que se espera que sea oro o tal vez plata.