En otro artículo titulado Las atrocidades de la ciencia, vimos como doctores como Vladimir Demikhov o Sergei S. Bryukhonenko, experimentaban con animales para contribuir a la ciencia moderna, como si el fin justificara los medios. Hoy, realizaremos un breve recorrido por experimentos cuyas vítimas de ese «fin justificado» somos todos los seres humanos.
Y es que el Hombre en su eterno afán de parecerce a Dios, vuelve a cruzar la delgada línea que separa la razón, de la maravillosa y tan necesaria sensibilidad humana.
1 – El Proyecto MKULTRA
MK-Ultra fue el nombre en código de un estudio de la CIA sobre control de la mente en la década de 1950. El experimento consistió en administrar LSD y otras drogas, para estudiar su efecto, a diversos tipos de personas: Empleados de la CIA, personal militar, doctores, funcionarios, prostitutas, personas con problemas mentales e incluso gente del público en general. Este estudio se hizo sin el conocimiento ni consentimiento previo de los involucrados.
2 – Proyecto Aversión
En los tiempos del Apartheid en Sud Africa, los militares gays y lesbianas fueron obligados a someterse a electrochoques, castraciones químicas e incluso cambios forzados de sexo para erradicar la homosexualidad en el ejército. Se estima que se hicieron 900 cambios de sexo forzosos entre jóvenes reclutas de 16 a 24 años de edad.
3 – Proyecto 4.1
El proyecto 4.1 fue un estudio médico realizado a los habitantes de las islas Marshal, quienes fueron expuestos a radiación en uno de los tests nucleares que se hicieron en 1954. Como resultado de esa exposición, durante décadas continuaron los problemas de salud entre sus habitantes, asociados directamente con la exposición: Cáncer de tiroides y tumores en hasta en un tercio de la población.
4 – El Estudio Monster
El experimento Monster (Monstruo) se realizó con 22 niños huérfanos de Davenport, Iowa. Consistía en enseñar a pronunciar palabras correctamente a todos ellos, con la diferencia de que a la mitad se los trataba amablemente y a la otra mitad se les maltrataba e insultaba por cada error que cometían en la pronunciación. Naturalmente, como resultado de semejante atrocidad, muchos de los niños que sufrieron la terapia negativa en el experimento, tuvieron efectos negativos psicológicos y algunos de ellos tuvieron problemas de dicción durante toda su vida. Aunque el experimento sirvió para corroborar la teoría del profesor al cargo, se optó por mantener en secreto el estudio por temor a que se le asociara con los experimentos nazis similares. Continuar leyendo «Los 13 experimentos más atroces de la historia»