El cerebro más extraño y enigmático de la historia de la ciencia

Este cerebro se encuentra alojado en uno de los laboratorios de la Universidad de Texas. Por su fisonomía, se asume que su portador padecía de lisencefalia, un extraño mal que provoca que el órgano crezca completamente liso. Se trata de una malformación del feto con la que nacen algunos bebés, por la que terminan muriendo al poco tiempo. Lo enigmático de este caso es que era el cerebro de un hombre o mujer en edad adulta.

Lo único que se sabe es que era paciente psiquiátrico del North Central State Hospital y que murió en el año 1970. Pero nada más, ya que su historia clínica «se perdió».

El desafío de los investigadores de la universidad es estudiar a fondo el cerebro y tratar de identificar las condiciones que le permitieron sobrevivir durante tantos años en semejante estado.

Descubren agujeros negros en el Océano Atlántico

Un estudio descubre ocho equivalentes matemáticos en la Tierra a los agujeros negros del espacio. Al igual que en los fenómenos cósmicos, en los terrestres nada de lo que entra sale. El hallazgo ayudará a comprender mejor el movimiento de los materiales en los océanos.

Expertos del Instituto Federal Suizo de Tecnología y la Universidad de Miami, en Estados Unidos, revelaron que los vórtices del Atlántico Sur actúan de manera muy semejante a los agujeros negros del espacio.

Según informa Russia Today, el equipo de científicos descubrió que el borde de estos vórtices está representado normalmente por un ancho cinturón de una sustancia brillante, que se asemeja a la esfera de fotones que rodea a los agujeros negros sin entrar en los mismos.

Los especialistas demostraron científicamente esta semejanza al describir el comportamiento de los vórtices en los fluidos turbulentos utilizando los mismos principios matemáticos que describen el fenómeno de los agujeros negros, regiones del espacio tiempo en las que la gravedad es suficientemente fuerte para evitar que ninguna sustancia se escape, incluida la luz.

De acuerdo con el portal Technology Review, el estudió evaluó las corrientes en el suroeste del océano Índico y el sur del Atlántico, donde existe un fenómeno conocido como «la fuga de las Agujas», corriente que se vuelve sobre sí misma, creando de vez en cuando remolinos en la zona meridional.

En su investigación, el equipo de expertos empleó imágenes de satélite del sur del océano Atlántico captadas entre noviembre de 2006 y febrero de 2007 para localizar posibles análogos de agujeros negros.
Como resultado, encontraron durante este período un total de ocho fenómenos con posibilidad de ser denominados agujeros terrestres.

Este análisis podría tener implicaciones importantes para entender cómo las corrientes oceánicas transportan material, pues dado que todo lo que entra en estos agujeros negros ya no puede salir, deben poder atrapar cualquier basura, aceite o incluso la propia agua, moviéndola de manera coherente a grandes distancias.

La investigación también plantea la posibilidad de que se produzcan análogos de agujeros negros en otras condiciones naturales, como en los huracanes, e incluso en otros objetos espaciales. Por lo tanto, según sugieren los científicos, la Gran Mancha Roja de Júpiter, tormenta gigante en la atmósfera del planeta, podría ser el más famoso agujero negro del sistema solar.

«La mujer del angelito» Una leyenda urbana de Córdoba

Los cocheros que hacían el recorrido entre Alta Córdoba y el Centro contaban con singular espanto terribles versiones que les sucedía a la vuelta al bajar por la avenida Roque Sáenz Peña. Decían que una mujer enlutada a la cual no se le veía la cara marchaba por los rieles en pos del tranvía llevando en sus brazos un pequeño ataúd sobre el cual había un candelero con velas de sebo. Adquirió tanta popularidad esta aparición que en las noches invernales se interrumpió por completo el trafico de peatones y los pocos vehículos que se animaban a pasar por la zona lo hacían acompañados por otro, nunca solos».

Así, el 1º de enero de 1926, en una larga evocación sobre la Córdoba de finales del siglo XIX, La Voz del Interior recordaba a la todavía fresca «Mujer del angelito». La bajada de Alta Córdoba, como se la conocía en tiempos de la aparición paso a ser señalada como la «Bajada del angelito muerto». El barrio hacia poco que se había incorporado a una ciudad que, ya saturada en los alrededores de la plaza San Martín, se atrevía a subir a los altos. La estación de trenes del Ferrocarril Belgrano fue un punto de atracción.

La evocación del diario sostiene que el fantasma desapareció al instalarse en el barrio el R13 de Infantería, aquel cuerpo de artilleros que peleo en la intentona revolucionaria radical del 4 de febrero de 1905.
Pero para Azor Grimaut, en su libro Duendes en Córdoba, aun hasta 1915 se hablaba de la «Mujer del angelito». Entonces, los niños pequeños fallecidos eran tenidos como angelitos y sus velorios eran toda una tradición festiva, celebratoria. Para ellos, los féretros se pintaban de blanco y ese era el color del cajoncito que transportaba la mujer.

Cuenta Azor Grimaut: «El viaducto ferroviario, de noche parecía un enorme bostezo interminable. A los dos lados de la bajada se levantaban como murallones los cortes de las dos grandes barrancas de greda y arena colorada. El transito de vehículos, especialmente pasadas las 11 de la noche, no era nutrido, aunque de tarde en tarde la sensación de que intentaba iniciarse, cuando el tranvía a caballo, mas popularmente conocido como «la carreta», trabajosamente , por el agotamiento de las bestias, iniciaba su ascenso en dirección al norte. Mayorales y cocheros difundieron la versión (de la Mujer del angelito), que no dejo de preocupar hondamente a los supersticiosos, de que, regresar, siempre en el ultimo viaje cuando nadie -aparte de ellos- ocupaba el vehículo, se aparecía, corriendo por el terreno existente entre los rieles, delante de los caballos, una mujer de traje oscuro -quizás negro-, llevando en brazos un cajón fúnebre de angelito…»

El fantasma, según la versión, se deslizaba de acuerdo a la velocidad del tranvía y finalmente a corta distancia del viaducto antes citado desaparecía como desvaneciendose.