Desde tiempos remotos el ser humano han buscado el elixir de la Juventud eterna sin mayor éxtito en la tarea. Pareciera ser que estamos destinados a perecer, porque así es la ley natural de las cosas. Sin embargo, no todo en la naturaleza parece responder a ésta regla; Al parecer, existe un animal en el mundo que ha logrado salvarse del común destino de todos los seres vivos y que podría dar una esperanza para descubrir finalmente el secreto de la vida Eterna. Se trata de una especie de medusa llamada Turritopsis nutricula.
El Secreto de la Vida Eterna
Es un diminuto animal de apenas 0,5 centímetros y forma acampanada que logra burlar a la muerte ya que una vez alcanzada su etapa adulta es capaz de volver a su forma juvenil de pólipo y volver a repetir su ciclo vital para alcanzar una segunda etapa de madurez, luego una tercera, una cuarta, y así sucesivamente hasta el infinito…
Los científicos investigan a fondo el mecanismo natural que hace posible éste milagro de la naturaleza. Los aportes obtenidos serían de una inconmensurable importancia para la medicina moderna.
Uno de los aspectos negativos de ésta enigmática característica, es que la población de ésta especie no ha parado de crecer, ya que prácticamente ninguno se muere por causas naturales, por lo que ahora esta medusa se encuentra en todos los océanos del mundo y ya no sólo en sus natales aguas caribeñas, lo cual significa una invasión silenciosa pero indetenible.
Mohenjo-Daro significa «El monticulo de los muertos». Es una de las ciudades antiguas más enigmáticas para la comunidad arqueológica. Se encuentra emplazada en las proximidades del río Indo en Pakistán.
Junto a otra de las ciudades de la región denominada Harappa, constituyen las dos ciudades más importantes de ésta antigua civilización del Valle del Indo durante el período comprendido entre el año 2.350 al 1.750 a.C.
Mohenjo-Daro, fue descubierta por el arqueólogo británico John Hubert Marshall en el año 1920 y posteriormente declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1980. La ausencia total de templos y palacios, o incluso algún tipo de simbología que pueda asociarse a este tipo de instituciones comunes a todas las civilizaciones conocidas es una de las primeras cuetiones que asombran de éste enigmático lugar. Los edificios que se mantienen en pié, siguen un patrón uniforme, destacando su construcción en una o dos plantas en ladrillos de adobe con ausencia de adornos y ventanas. Y todo ello, dentro una planificación urbanística muy por encima a la de cualquier otra antigua civilización e incluso de las más recientes, con amplias avenidas y calles rectas, muchas de ellas perfectamente pavimentadas, con edificaciones rectangulares dotadas todas ellas de una red de drenajes, canales, tuberías y alcantarillado, que incluía arquetas de inspección de éste último.
Para comprender mejor la magnitud de su arquitectura, es suficiente conocer que ninguna ciudad del Antiguo Oriente tuvo instalaciones higiénicas de ninguna clase comparables a las que podemos localizar en éstos poblados del antiguo Valle del Indo.
Marshall y los que continuaron con las excavaciones de aquel lugar durante el pasado siglo XX no dejaron de maravillarse y sorprenderse a medida que profundizaban los niveles o estratos de construcción de la ciudad. Mientras más profundo más elementos de desarrollo tanto artístico y técnico eran encontrados, a diferencia de las capas superiores, dando la extraña sensación de que los habitantes del aquel misterioso lugar habían involucionado técnica y culturalmente.
Del mismo modo que la cultura sumeria, también perteneciente al Valle del Indo que pareciera haber aparecido de repente, sin haber dejado huellas de una evolución anterior a la aparición de Harappa y Mohenjo-Daro. Pero si la aparición de tan sorprendente civilización sigue siendo un auténtico misterio, no lo es menos el de su desaparición, atribuida inicialmente a la presencia de pueblos invasores de origen indoeuropeo.
En la actualidad no existen explicaciones plaucibles de lo que ocurrió con los moradores de aquella civilización. Los textos encontrados distan de ser descifrados por especialistas en el tema y es muy poco lo que se ha avanzado en su comprensión. Aparentemente es de tipo ideográfica y silábica, pero no se corresponde con ninguna otra escritura de las mismas características exceptuando una sola, la que aparece en las tabillas rongo-rongo de la Isla de Pascua, distanciada tanto por miles de kilómetros geográficamente como por miles de años en la historia.
Esta curiosa e increíble similitud ha sido achacada por los paleógrafos a una simple casualidad.
El Código Maya de Dresde, es un documento perteneciente a la cultura precolombina redactado aproximadamente en el año 1250 de nuestra era por verdaderos sacerdotes mayas. Dicho códice es uno de los cuatro grandes documentos que se conservan de ésta desaparecida cultura y en la actualidad se encuentra en poder de la Biblioteca Estatal de Sajonia, al este de Alemania, desde hace 272 años.
En el año 1739 éste código fue donado a la biblioteca Dresde por un hombre acaudalado radicado en Viena; Aunque no se conoce con exactitud como llegó a sus manos ni cuanto tiempo lo tuvo consigo. Desde entonces, el código se conserva en la sala de tesoros documentales bajo la protección de un cristal blindado.
Un matemático alemán llamado Joachim Rittsteig, dedicó toda su vida a descifrar el valioso documento, compuesto por 74 páginas con 3,56 metros de largo y un total de 74 jeroglifos distintos.
El Código Maya de Dresde contiene la práctica totalidad de los conocimientos de la cultura maya, entre ellos los astronómicos o médicos, y en su última hoja describe el apocalipsis o fin del mundo, que debería tener lugar el 21 de diciembre de 2012.
El tesoro perdido de la cultura Maya
Después de muchos años de estudio, Rittsteig asegura haber descifrado la mayor parte del Código Maya de Dresde y entre sus descubrimientos un capítulo con indicaciones precisas que conducirían a un gran tesoro de oro de la cultura desaparecida en las aguas del lago de Izabal de Guatemala.
Segun sus propias palabras, el código maya conduce a un gigantesco tesoro de ocho toneladas de oro puro localizado en Guatemala.
En la página 52 se habla de la capital maya de Atlan, que resultó destruida por un terremoto el 30 de octubre del año 666 antes de nuestra era. En la ciudad se guardaban 2.156 tablas de oro en las que los mayas grabaron sus leyes.
El tesoro se hundió junto a la ciudad en las aguas del lago de Izabal, situado al este de Guatemala, cuyos restos han sido localizados por el científico alemán gracias a imágenes de radar tomadas en la zona.
En ellas pueden verse claramente los restos de la ciudad. En las ruinas de una fortaleza se aprecia el sarcófago de piedra en el que podrían encontrarse las 2.156 tablas de oro. Los datos de que dispongo muestran el lugar con un margen de error de 10 centímetros.
El experto, que busca actualmente patrocinadores para una expedición a Guatemala, calcula que «solo el valor del oro de las tablas asciende actualmente a 211 millones de euros» (unos 290 millones de dólares).
Escepticismo en Guatemala
Por su parte, Mónica Claudina Urquizú, quien se desempeña como directora del Instituto de Antropología e Historia, de la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural, expresó que respetan la opinión y los datos de Rittsteig, pero él es matemático y no epigrafista.
Agregó que la evidencia arqueológica indica que los mayas prehispánicos nunca utilizaron el oro en grandes cantidades hasta el período Posclásico (900-1524 d. C.), y de eso existen muy pocos ejemplos.
La funcionaria expuso que si Rittsteig quiere llevar a cabo alguna investigación en el Lago, primero debe solicitar el permiso a la Dirección General del Patrimonio Cultural, y si llena los requisitos que la ley exige, entonces se firmaría un convenio con esa institución.