La Pirámide sumergida en el triuángulo de las Bermudas

En el año 1970, el Ray Brown, dedicado a la medicina naturista y aficionado al buceo, realizó una expedición submarina con algunos amigos cerca de las Bahamas, en un área próxima a una gran fosa denominada La Lengua del Océano.

Durante una de las inmersiones, Brown se separó de sus compañeros, y al tratar de reunirse con ellos, vio de pronto una extraña pirámide que se divisaba contra la luz aguamarina. La pirámide estaba situada a unos 40 metros de profundidad, y medía unos 6 metros de altura, de los cuales solo 2 metros sobresalían de las arenas del lecho marino. Brown quedó sorprendido por éste espectáculo, particularmente porque la magestuosa arquitectura parecía estar recubierta de cristales, con apariencia de espejos en su superficie.

Al nadar alrededor de ésta inexplicable extructura descubrió un camino de entrada y decidió adentrarse a explorar. Al pasar a lo largo de un estrecho pasillo, Brown finalmente se encontró en una pequeña habitación rectangular con un techo interior en forma piramidal y a pesar de que no llevaba con sigo ninguna linterna pudo contemplar aquella la habitación por la iluminación propia de los reflejos del agua contra los cristales.

La atención de Brown se centró en una varilla metálica bronceada de unos seis o siete centímetros que colgaba hacia abajo del ápice del centro, estando su extremo sujeto a una gema roja de numerosas caras y que terminaba en punta. Directamente debajo de la varilla y de la gema, colocado en el medio de la habitación había un estrado de piedra tallada coronado por una placa de piedra con los extremos enrollados.

Sobre la placa descansaba un par de manos talladas de metal de color bronceado, de tamaño natural, que se veían ennegrecidas y quemadas, como si hubieran estado expuestas a un calor extremo. Acomodada entre las manos, y situada a unos quince centímetros directamente debajo de la gema de la varilla del techo, había una esfera de cristal de unos nueve centímetros de diámetro. Continuar leyendo «La Pirámide sumergida en el triuángulo de las Bermudas»

Misteriosos cambios en el Sistema Solar

Desde hace algun tiempo, parece proliferar información sobre ciertas «anomalías» solares provenientes del extremo oriental de Europa, lo cual contrasta con la informacion que proporciona la NASA en relación a éste tema.

El científico ruso Aleskey Dmitriev, explica que están sucediendo cosas extrañas, tanto en el espacio interior, como en el exterior. Dmitriev y otros esècialistas sostienen que el Sistema Solar, el Sol y la vida misma están MUTANDO, en formas totalmente sin precedente. (Algunos de sus artículos pueden encontrarse en el Sitio web The Millenium Group)

Cambios Solares

El Sol es el centro de nuestro Sistema Solar y toda vida que existe en esta Tierra viene del Sol. Si no hubiera Sol, no estaríamos vivos. Este es sencillamente un hecho científico. Por lo tanto, cualquier cambio que ocurra dentro o fuera del Sol, eventualmente afecta a cada persona viva.

La actividad solar durante este último ciclo solar fue mayor que cualquier cosa que se hubiera visto antes. Sin embargo, algunos astrónomos sostienen que la actividad es «normal».

Otros, en cambio, consideran que tanta energía emitida no es un fenómeno habitual en los promedios de un estudio a largo plazo. Este tipo de estudios, en el caso del Sol se vienen realizando desde hace unos cien años, sin embargo, no fue sino hasta la última mitad del siglo 20 que el estudio fue hecho con instrumentos que pudieran considerarse especialmente precisos. Continuar leyendo «Misteriosos cambios en el Sistema Solar»

Sistema planetario similar al del Sol

Todas las informaciones astronómicas nos refieren lo siguiente: Ya desde 1987 la estrella 47 Ursae Majoris (47 U Ma), que se encuentra a unos 53 años luz de nosotros, fue seleccionada por G. Marcy de la Universidad Cristiana de Berkeley y por P. Buttler del Carnegie Institute como una de las 100 estrellas en las que se buscarían indicios de la existencia de algún planeta orbitándolas.

Se usó el método conocido como espectroscopia, buscaban los cambios regulares del espectro, que indicarían un leve balanceo en la posición de la estrella, causada por el tirón gravitatorio de un planeta en órbita o varios.

En 1996 anunciaron su descubrimiento: un planeta gigante de por lo menos 2,5 veces la masa de Júpiter que orbitaba alrededor de 47 U Ma, a una distancia de 2 unidades astronómicas (una unidad astronómica o UA, es la distancia que separa la Tierra del Sol).

La astrónoma D. Fischer del mismo equipo notó un balanceo secundario y mucho más débil oculto en los gráficos del espectro de 47 U Ma. Ayudada por las mejoras en el equipo de medición y por los años de datos acumulados, logró establecer claramente la fuente de este balanceo: se trataba de un segundo planeta más pequeño, con una masa posiblemente tan baja como 0,75 veces la de Júpiter, y moviéndose en órbita a una distancia de 3,73 UA. Continuar leyendo «Sistema planetario similar al del Sol»