Julio Gabriel Verne, (08/02/1828 – 24/03/1905) – Es considerado el padre de la ciencia ficción y un gran visionario, ya que describió en sus novelas, mundos futuros y aparatos increibles que supieron cobrar vida incluso muchos años después. Aunque algunos, pensaran en el pasado, que sus ideas eran propias de una imaginación portentosa, otros nos sorprenderíamos en el futuro, de ver sus inventos y sus predicciones hechas realidad en nuestro presente. Estas características lo postulan como uno de los profetas con más aciertos en la historia de la humanidad.
Adivinó, entre otras cosas que las grandes ciudades del futuro estarían iluminadas por luces eléctricas de gran potencia. Profetizó la llegada del hombre a la Luna un siglo antes de que el Apolo 11 la hiciera realidad. Predijo la existencia de un tren metropolitano que, con diferentes líneas, recorrería la capital francesa en el siglo XX. En 1863, adelantó la existencia, a finales de nuestra centuria, de un equivalente al actual correo electrónico. Habló de un sistema de comunicación a distancia automático y secreto.
El Nautilus, creado en 1870, con el que el Capitán Nemo navegaba bajo los mares del mundo en 20.000 leguas de viaje submarino, parece ser el prototipo del primer submarino atómico construido por los Estados Unidos en el año 1955. Y en relación a los viajes lunares, estimó la longitud y el diametro de su bala de cañon en cifras casi idénticas a la cápsula norteamericana. También fijó la velocidad de «escape» en unos 11.000m/s, con poco error a la velocidad verdadera. Para Julio Verne la ubicación de su «cañon sideral» en el momento del disparo debía estar en algún país que se extienda entre los 28 grados al norte y los 28 grados al sur del Ecuador. El paralelo 28 de latitud norte cruza el continente americano un poco más abajo de Cabo Kennedy. El sitio de lanzamiento para la ficción de Julio Verne estaba a menos de 140 millas del lugar real donde se hizo el lanzamiento del Apollo II»
Acerto al anticipar el vuelo experimental de los perros en la investigación astronáutica; y que sean precisamente tres los viajeros del espacio que él se inventa, lo mismo que ocurriría un siglo después con los tripulantes del «Apollo», y que sus tres protagonistas caigan a la Tierra en un punto del Océano Pacífico casi exacto al que fue escenario del amerizaje de Amstrong, Aldrin y Collin.
El estado de ingravidez en el espacio exterior lo imaginó con una certeza y una serie de detalles reales que asombran; y también pensó que sería Estados Unidos quien lograra la gran hazaña. Por eso colocó en su bala a dos norteamericanos y un francés…con poco error ya que dos de los tripulantes del triunfal viaje a la Luna son norteamericanos y uno, Collins, es nacido en Roma. Es decir, no es estadounidense sino latino (siquiera por el lugar de nacimiento). Continuar leyendo «Las profecias de Julio Verne»