La fisiología del miedo

Desde que comenzamos la redacción de éste blog, se han escrito una gran cantidad de historias de terror. Hemos recordado muchas leyendas populares como la de la Llorona, o algunos de los mitos urbanos más conocidos como el Pombero de Misiones o Slenderman, que se encuentra fuertemente arraigado al legado de las historias sobrenaturales de la creencia popular anglosajona. Cada pueblo o cada región de éste inmensurable planeta, contienen algunas de las historias más insólitas o increíbles que pueden llegar a desvelar al más escéptico lector y producir esa sensación que es buscada por muchos. «El susto» o «el Temor».

¿Por qué será que las historias de terror o de misterio nos apasionan? – Creo firmemente que se trata del conjunto de sensaciones que nos transmiten. Lo desconocido o aquello que creemos que no puede suceder, es lo que probablemente más nos atrae, y por ese simple motivo, el terror nos encanta.

A veces, incluso, no es necesario que la historia esté compuesta de un largo texto o ser la película más larga, para provocarnos ese sentimiento de desesperación o esa ambigua sensación de descreimiento y curiosidad. Un corto cinematográfico que vi recientemente demuestra ésta afirmación. Incluso un simple párrafo puede contener en sí una gran cuento de terror. Si no me crees, lee las siguientes líneas. Imaginemos cada situación de las descritas debajo en primera persona y verás que tengo razón:

Debajo de la cama

Mientras arropaba a mi hijo en su cama, me dijo: “Papi, mira debajo de mi cama, para ver si hay monstruos”. Para complacerlo, me asomé debajo de la cama y vi a mi hijo que tembloroso me decía: “Papi, hay alguien más en mi cama”.

El llamado.

Escuché a mi madre llamarme desde el sótano y acudí a ver que quería, pero antes de bajar las escaleras mi madre me tiró de un brazo diciéndome: “Yo también lo escuché”.

La risa del bebé.

La risa de un bebé es hermosa, cuando no las escuchas a la madrugada sabiendo que vives solo.

Si después de leer éstas historias breves no sientes un poco de temor, es porque seguramente eres un fantasma deambulando por los confines del limbo. Porque todo aquello que no podemos explicar racionalmente, ya sea una historia sobrenatural o un hecho concreto que nos ocurre en el trascurso de nuestra vida, necesariamente debe transmitirnos un sentimiento de ambigüedad o de confusión, me refiero a cuando contiene elementos inexplicables o al menos de curiosa procedencia.

Esta mezcla de sensaciones, son producto de un estímulo de nuestro organismo, que responde sin dudarlo a una situación concreta. Supongamos que la situación es real, como por ejemplo, nos persigue un asesino. El miedo hará que nuestro cuerpo reaccione al inminente peligro que estamos expuestos, acelerando significativamente los latidos de nuestro corazón y aumentando de la presión sanguínea. Esto ocurre porque el cuerpo se prepara para la huída y lo anterior contribuirá a correr más rápido. Del mismo modo nuestros músculos se tensionarán ofreciéndole al cuerpo mayor reacción para posteriormente correr más de prisa. El miedo estimula numerosas partes de nuestro organismo ya que nuestro cerebro libera neurotransmisores que nos preparan para enfrentar de alguna manera el acechante peligro. El miedo, el pánico o el terror, no son más que respuestas a determinadas situaciones a las que nos exponemos.

De igual modo, cuando leemos un cuento de terror o cuando vemos una película, se activan las mismas herramientas en nuestro cuerpo, generando sensaciones similares a las explicadas.

La diferencia entre el miedo real (Como el caso del asesino que nos persigue de verdad) y el imaginario o fantástico. (Sucesos paranormales o creencias instauradas como falsas por el escepticismo común), es que éste último se produce por pequeñas contradicciones a las que nos enfrentamos mientras somos parte de esa historia irreal. (Mientras vemos la película o leemos un libro) Una contradicción entre lo sabemos que no existe y lo que ocurre mientras nos sumergimos en la historia. Nadie espera encontrar a un monstruo dentro del ropero en la vida real, pero si en una historia dicho monstruo aparece, la contradicción irracional con lo habitualmente concebido, nos provocará esa sensación de incertidumbre y/o temor. No dará miedo, casi con total certeza.

Así las cosas, los apasionados al horror podemos asegurar que no hay mejor sensación que la que nos provocan los cuentos y las películas de terror.

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