En mis tiempos de niñez, pasábamos alguna hora escuchando aventuras por radio, antes de ponernos a realizar los “deberes” escolares.
Recuerdo las aventuras de Tarzán y las de Sandokán, el tigre de Malasia. En las escenas de mayor lucha, se incluían partes de música clásica donde el “tutti” orquestal marcaba una intensidad culminante y producía en nosotros un estado mental de exaltación muy de acuerdo con el relato radial.
Esto era también muy usado en el cine, donde la música era ambientadora de efectos psicológicos a remarcar.
Esta fue escrita en la tonalidad de Si Menor, número 58 de opus; en el año 1885. Se inspiró en el poema Manfredo de Lord Byron. No fue numerada por el autor, pero por cronología estaría entre la cuarta y la quinta.
No es muy ejecutada, porque requiere una gran orquesta, una sala con importante órgano, de grandes profesores ya que su escritura y ejecución es en extremo dificultosa y es algo larga, razones por las cuales muchos directores han rehuido ejecutarla. Sin embargo me quedo con la opinión del gran director Arturo Toscanini que decía que no solo Manfredo era la mejor composición de Tchaikosky, sino que era una de las cumbres de la composición universal.
Ya desde chico valoré esta música, que tan bien acompañó las aventuras relatadas que llenaron una linda parte de mi niñez
Muy pocas veces se escucha esta magnífica sinfonía.
No encontraba las razones.
Ahora las sé.
Siempre me gustó la música de órgano y orquesta
Arturo Toscanini amaba el Teatro Colón, pese a que no pudo dirigir «Manfredo» que era una de sus creaciones más aplaudidas en el mundo como director, porque no pudo encontrarse un órgano digno para la sala. Un bochorno.