El regreso de los Dinosaurios?

Gauss decía que cuando un tema parece no tener solución, hace falta cambiar la pregunta. Así logró encontrar muchas cosas en astronomía y en la electricidad.

No me refiero a la posibilidad que dejó entrever «Jurasic Park», aquella película de terror paleontológico. Pero no deja de llamar la atención, los relatos de pobladores de diferentes lagos y ríos del mundo, que aseguran haber visto o escuchado los relatos de enormes cuellos y a veces el dorso y cola, que todo junto sobre el agua aparentaban enormes víboras.

Hay en nuestra Patagonia, muchas personas que perjuran haber visto un animal así sobre el agua; Hoy podríamos pensar en un argentinensis, que por allí vivieron y ramonearon. (Me refiero al popular «Nahuelito«).

El visto en el Lago Ness, en el Reino Unido, podría ser alguna otra especie de este tipo. En el antiguo Congo Belga, los avistajes de este tipo de herbíboros descomunales, fueron observados casi totalmente fuera del agua en zonas selváticas.

Ahora bien, no podemos de un plumazo decir que toda esta gente nos está mintiendo, pero justificar la vida de seres con seguridad extintos hace muchísimos millones de años es una tarea harto difícil.

Las especies para sobrevivir, necesitan copular, cosa imposible en estos seres que se muestran siempre en forma sospechosamente solitaria. Estos animales gustaban de las aguas tibias y aire muy caluroso, necesario para que también se produjesen las decenas de toneladas de forraje que requerían diariamente. Continuar leyendo «El regreso de los Dinosaurios?»

El radón y sus efectos sobre la salud

En muchos artículos me he dedicado a hablar de determinadas fuentes radioactivas, generalmente artificiales, que se unen a una natural y muy perniciosa, logrando así un efecto combinado potenciado, para producir diversos tipos de cánceres.

Los estudios experimentales realizados con animales que han sido irradiados, así como los realizados con personas, que por diversos motivos han sido sometidas a fuertes dosis de radiación, han puesto de manifiesto que las radiaciones ionizantes constituyen un agente cancerígeno. La aparición del cáncer suele ocurrir al cabo de varios años de haber recibido la irradiación, siendo un efecto tardío, probabilístico o estocástico. La probabilidad evidentemente aumenta con la dosis.

Como ya se ha comentado anteriormente, la toxicidad del radón es debida a su radiactividad; al tratarse de un gas inerte no se metaboliza, pero sí puede disolverse en los tejidos. Las partículas a que emite producen ionizaciones en el seno de la materia celular por poseer una gran energía cinética que se disipa en el seno de la misma, mediante la creación de iones, de radicales libres o rompiendo las moléculas clave como puede ser el ADN. Las células irradiadas pueden experimentar modificaciones profundas llegando ser destruidas.

El poder de penetración de las partículas a es muy pequeño; al ser partículas muy pesadas. Si la radiación es externa, pueden ser detenidas por la epidermis que actúa de blindaje para el cuerpo, pero si penetran en el organismo por inhalación, que es lo que ocurre con el radón, quedan detenidas en el tracto respiratorio cuyos tejidos están mucho menos protegidos que otros, pudiendo lesionar o destruir sus células. Si se tiene en cuenta, además, que en un ambiente donde exista radón se encuentran también sus descendientes, que son metálicos y pueden quedar fijados en las paredes del sistema respiratorio, las partículas a que emiten ellos y todos sus descendientes depositan toda su energía en el pulmón, potenciando la acción del radón disuelto en los tejidos del sistema respiratorio, y desarrollando con el tiempo un cáncer de pulmón.

La bibliografía al respecto aconseja para prevenir la inhalación en demasía de este pesado gas:

No permanecer mucho tiempo en sótanos. Por ser más pesado que los gases atmosféricos, siempre se condensa en los lugares más bajos.( Se mide en estos lugares 10 o más veces Radón que en la Planta Baja.)

Preferir pisos de madera para reducir al mínimo los materiales de construcción en contacto con el aire de los ambientes. Mejor, las paredes revestidas de madera.

En lo posible mantener ventilado el interior de los edificios, las corrientes de aire dispersan al Radón y le da menos posibilidad de ionizar nuestras células.

El Radón es un gas inerte químicamente, pero muy reactivo físicamente por su degradación: Uranio _Radio_ Radón y finalmente Plomo. (Este último no es radioactivo, pero es un elemento nocivo para los pulmones y para nuestra salud en general: saturnismo).

Según las estadísticas del gobierno norte-americano, es este el tercer motivo, luego del tabaco y los gases de combustión en desencadenar Cáncer!

El gigante que sufre transformaciones

Generalmente miramos a los cielos y nos parece un espectáculo, generalmente inamovible. Por supuesto, a veces rasgados por estrellas fugases, naves aliens o algún eclipse.

Increíble, los astrónomos aficionados han descubierto anomalías en Júpiter, que han sorprendido.

La primera: Ha desaparecido la banda subecuatorial sud, como vemos en la foto superior varias veces más ancha que la tierra y decenas de veces más larga.

Ya hay una posible explicación, enfriamiento del Planeta, cambio en la circulación de los vientos y formación en el borde de la atmósfera de nubes de cristales de amoníaco.

(En la Tierra se forman altas nubes de cristales de agua).

Estas nubes cristalinas estarían ocultando a esta banda característica.

La otra anomalía son las bolas de fuego que surcan su atmósfera. El gran poder gravitatorio del mayor planeta de nuestro sistema provoca la caída abundante de asteroides no muy grandes.

La mayoría de los fulgores observados pueden ser asteroide de entre 10 a 100 metros de diámetro que generan explosiones similares a las de Tunguska, que algunos atribuyen o a una gran nave nodriza alien o a un meteorito.

Debido al equilibrio inestable de tantas masas, no es de extrañar que con tiempo, sus anillos, asteroides erráticos y sus satélites más cercanos terminen despedazándose y paulatinamente, cayendo sobre el gigante.