Crecimiento planetario

Hace unos años, los geólogos americanos habían determinado que su mayor mina de níquel, se había debido a un fortuito choque de un gran asteroide. Este choque posiblemente ocurriera en etapas tardías de crecimiento planetario, ya bastante cercano a lo que serían las primeras manifestaciones de vida.

La Nasa, a principio de año, según leemos en el artículo “NASA scintist theorize final growth spur for planets”, para esas fechas, 4.500 millones de años o algo antes, la Tierra, la Luna-recién formada- y Marte, recibieron un aporte de masa y metales como último gran aporte para su crecimiento.

Parecería que hubo un bombardeo último de importancia, que son los responsables de un aumento del 3% en la masa, y de los depósitos superficiales de oro, plata, níquel, platino, paladio, etc.

Metales semi-pesados que no tuvieron tiempo de estratificarse por la gravedad y la solificación parcial de la corteza.

No solo se demuestra esto por las minas metalíferas terrestres, sino por el contenido de las piedras traídas de la Luna, como de lo observado robóticamente en Marte.

Los choques mayores pudieron ser soportados por la Tierra, por asteroides de hasta 2000 kilómetros de diámetro, mientras que la Luna y Marte pudieron ser acertados por asteroides menores, de hasta 200 a 600 Kilómetros, de diámetro, respectivamente.

Estos impactos, pudieron no solo ser importantes por los metales, hoy tan ampliamente utilizados por la humanidad, sino que pudieron ser los responsables de la inclinación del eje rotario, que permitió tener estaciones climáticas en todo el globo terrestre.

En la Luna, serían responsables del agua encontrada en su manto.

Firman le “papel” los científicos: Bottke, Nemorny, Walter, Day y Elkins.

por Manlio E. Wydler

Asteroides : Peligro de colisión

Hemos visto hace muy poco, que en dos oportunidades , estos años, han aparecido casi de la nada, asteroides de tamaño respetable que pasaron, por suerte, no tan cerca de la Tierra, como para caer sobre ella y nosotros… solo miramos. Por ejemplo el llamado 2010 AL30, (Enero del 2010) fue descubierto gracias al programa Lincoln Near-Earth Asteroid financiado por la NASA y anunciado en el Centro de Planetas Menores del Observatorio Astrofísico Smithsonian. Pasó a cien mil kilómetros de nosotros. El corto período de tiempo entre la localización del objeto y su intersección con la Tierra es un buen recordatorio de que es muy difícil poder predecir con tiempo suficiente.

Desde Rusia nos alertan. Se han contabilizado casi 7000 cuerpos que podrían impactarnos en próximos años. Se trata, en concreto, de 6.960 asteroides que, según el informe, recogido por la agencia rusa de noticias Ria Novosti, resultan “potencialmente peligrosos” para nuestro planeta. El 87 % de ellos, es decir, un total de 6.070, ronda los cien metros de diámetro, más del doble del supuesto meteorito que en 1908 arrasó más de 2.000 km cuadrados de tundra en Siberia (Tunguska).( Posible ocurrencia de caída: Uno en 250 años.)

Otros 806 asteroides (el 11,6%) son mucho mayores, con diámetros que rondan los mil metros. (Posible ocurrencia de catástrofe: Una cada millón de años) También existe una exigua población de cometas (84, es decir, el 1,2% del total), que actualmente están en ruta hacia la Tierra. (Posible ocurrencia: Uno cada 200 millones de años).

Según dice el despacho de la agencia rusa, grupos de investigadores europeos, rusos y norteamericanos están preparando una batería de misiones espaciales para vigilar el avance de estos cuerpos celestes y evitar el peligro potencial que suponen para el ser humano. Entre esas misiones está la canadiense NEOSSat, que será lanzada pronto, en el 2011, y la alemana Asteroid Finder, que despegará cerca de un año más tarde. Además están combinando reuniones para cooperar y construir soluciones.

El informe presentado por el Dr. Shústov hace hincapié en un hecho del que ya había advertido la NASA hace apenas unos meses: carecemos de recursos suficientes para prevenir, evitar o destruir objetos espaciales en ruta de colisión contra nosotros. Hasta ahora solo son una serie de ideas más o menos interesantes. Llevarlas a la práctica es otra cosa.

Como vemos, las amenazas desde el cosmos son variadas en estos convulsos años (algunas no astronómicas) donde grandes cambios muchos esperamos, en todo sentido.

por Manlio E. Wydler

Velas solares: Grandes fracasos

La idea de impulsar económicamente una nave espacial interplanetaria con velas que captaran el viento solar parecía muy conveniente para algunos.

Pero llevar todo esto al espacio y desplegarlas, es algo engorroso. Mantener estas bien dirigidas hacia el Sol, es otro gran problema.

Pero el mayor engorro es la poca presión que el viento solar ejerce ya a la altura de la órbita de la Tierra, que había sido calculada en 10 gramos por una superficie de una hectárea. (Es mucho menor).

Si bien es un empuje contínuo, este cae al cuadrado de las distancias, ya a la altura de Júpiter sería despreciable, terminando en valor cero en la heliopausa.

No sería práctico para volver, pues al soplar en una única dirección, ni siquiera bordeando como hacen los veleros modernos, podríamos ir contra un impulso totalmente contrario. Los artificios empleados no han servido, como algunos previeron por ir contra la segunda ley de la termodinámica.

Cada tanto hemos sabido de intentos de poder impulsar naves con impulso solar.

El primero de ellos lo efectuó la Sociedad Planetaria, fundada por el recordado Carl Sagan, que terminó en un callado fracaso. Había partido desde un misil ruso, lanzado desde un submarino nuclear, cerca del polo norte. Su nombre: Cosmos. Era el 2006.

Este año (2011), una misión japonesa y otra de la NASA, fueron puestas en órbita. Los resultados son nulos.

Ninguno de estos intentos ha servido para constituir siquiera un hito de una nueva tecnología válida para el viaje espacial.

La antigravedad y el plegamiento espacio –temporal será el futuro, como sabemos todos los abducidos. Lo demás es fútil.