Las atrocidades de la ciencia

Al comenzar a escribir éste artículo, mi memoria recordó la célebre frase de Maquiavelo: «El fin justifica los medios». Lejos de intentar poner en tela de juicio dicha afirmación, se me ocurrió realizar un recorrido por alguno de los casos históricos de experimentos científicos realizados por el hombre.

Hombres de ciencia, sin duda alguna, que en su eterno afán de parecerce a Dios, parecen haber cruzado la delgada línea que separa el método científico y la razón, de la maravillosa y tan necesaria sensibilidad humana.

El deseo innato del ser humano por satisfacer su ansiedad de conocimiento y de intentar dominar las distintas dificultades que se le presentan en la vida, ha dado lugar a una inminente necesidad de experimentar, no sin que ésto represene un gran sacrificio y una gran dedicación, con el único objetivo de avanzar hacia la resolución de los grandes problemas de la humanidad.

En éste lugar, debemos comprender que el experimentar es el principal enunciado del método científico, sin el cual éste no tendría lugar y consiste en confirmar las hipótesis que el investigador ha postulado, en ideas abstractas, sobre un determinado suceso o fenómeno.

Pero cuando de la mente humana se trata, es improbable conocer cual es el alcance de abstracción de las ideas que el ser humano pudiera engendrar, considerando que el rango de la mismas se halla acotado entre dos extremos buien definidos: La ingenuidad más trivial y la Atrocidad comparable a los cuentos más aterradores de ciencia ficción.

A continuación se presentará un extracto de dos casos históricos que conmocionaron a la comunidad científica y que se recordarán por siempre dada la magnitud de su trascendencia.

El doctor Vladimir Demikhov

El doctor Vladimir Demikhov, (1915 – 1998), fue uno de los pioneros soviéticos de la cirugía moderna. Comenzó a experimentar con animales en década de 1940, (en 1946 Demikhov reemplazo los aparatos circulatorio y respiratorio de un perro sin usar máquina alguna como soporte vital), llegando a su clímax en 1952, al lograr exitosamente transplantarle un corazón a un perro, adelantándose varios años al transplante del doctor Barnard. Con este hecho, se confirmó que dicha operación fue el mayor éxito médico soviético de todos los tiempos y el hecho histórico que de alguna manera facilitó el camino hacia los transplantes cardíacos humanos actuales.

Sin embargo, y pese a su reconocido logro en éste caso, Demikhov se destacó por otro experimento realizado al año siguiente. El transplante de la cabeza, los hombros y patas delantesras de un perro cachorro sobre el cuerpo de un mastín adulto. Después de la operación, los médicos observaron como el perro anfitrión sufría incluso un rejuvenecimiento. También se llegó a observar que ambos perros salivaban y tenían sed al mismo tiempo, pero finalmente éste engendro murió varios días después del transplante. En el siguiente sitio se puede observar un extracto del video de la operación quirúrgica, y el perro con dos cabezas, bebiendo agua por ambas de ellas y paseando. Sinceramente no me daba el entusiasmo para dejarlo puesto aquí, ni siquiera las fotos. [Visitar el video del doctor Vladimir Demikhov]

Durante los siguientes 15 años, Demikhov realizó otras 24 intervenciones similares, creando todo un ejército de perros bicéfalos, pero ninguno de ellos vivió más de un mes. Todos murieron por problemas de rechazo de tejidos.

Sergei S. Bryukhonenko

Sergei S. Bryukhonenko (1890–1960) , fué un científico ruso que consiguió mantener la cabeza de un perro viva, sin estar conectada a un cuerpo. El experimento suena de por sí realmente aterrador. Ejerció su profeción durante la dictadura de Stalin y su labor y estudios fueron vitales para el desarrollo de las operaciones a corazón abierto en Rusia. Además fue uno de los líderes en el Instituto de Cirugía Experimental donde se realizó por primera vez una operación a corazón abierto en personas en 1957.

Sin embargo Bryukhonenko será siempre recordado por su «autoejector»; Una primitiva máquina que realizaba la función del corazón y pulmones, la cual fue utilizada en una serie de experimentos con perros a finales de los años 30 pudiéndose ver en este video como con dicho «aparato» se mantenía palpitando un corazón fuera del cuerpo y los pulmones bombeando.

Mantuvo con vida la cabeza de un perro.

Cual si se tratara de un capítulo de Futurama o de la última película de los expedientes X, Un perro es decapitado con la intención de mantener con vida su cabeza aisladamente y sin mediar su cuerpo, el animal parece estar despierto y reaccionar ante los estímulos sonoros, visuales y táctiles. Sin embargo el animal muere posteriormente. En la parte final del video puede observarse como un can tras morir y tener todas sus constantes vítales detenidas es devuelto a la vida por el equipo de Bryukhonenko quien fue condecorado por el Premio Lenin a título postumo.

Viajes en el tiempo

El gran científico del siglo 20, Albert Einstein, desarrolló una teoría denominada Relatividad Especial. Las ideas de la Relatividad Especial son muy difíciles de imaginar porque no son cosas que experimentamos en la vida diaria, pero los científicos las han confirmado. Esta teoría dice que el espacio y el tiempo son realmente aspectos de la misma cosa: del tiempo espacial. Hay un límite de velocidad de 300.000 kilómetros por segundo para cualquier cosa que viaje a través del tiempo espacial, y la luz siempre viaja al límite de velocidad.

La Relatividad Especial también dice que ocurre algo interesante al movernos a través del tiempo espacial, especialmente cuando tu velocidad relativa a otros objetos es cercana a la velocidad de la luz. El tiempo pasa más lentamente para ti que para las personas que has dejado atrás. No observarás este efecto hasta que regreses a esas personas estacionarias.

Digamos que tenías 15 años de edad cuando abandonaste la Tierra en una nave espacial viajando a aproximadamente el 99.5% de la velocidad de la luz, que es mucho más rápido de lo que podemos lograr hoy en día, y celebraste sólo cinco cumpleaños durante tu viaje espacial. Cuando llegues a casa a los 20 años de edad, ¡encontrarás que todos tus compañeros de clase tienen 65 años de edad, están jubilados y disfrutando de sus nietos!

En cierto sentido, esto significa que has estado viajando en el tiempo. Habrás experimentado sólo cinco años de vida, mientras que tus compañeros de clase habrán experimentado 50 años enteros. Esta es una manera de viajar al futuro a una velocidad mayor que 1 hora por hora.

Los viajes en el tiempo de cierto tipo también ocurren para los objetos dentro de campos gravitacionales. Einstein tenía otra teoría asombrosa denominada Relatividad General, que predice que el tiempo pasa más lentamente para los objetos en campos gravitacionales (como aquí en la Tierra) que para los objectos lejanos de tales campos. De modo que existen todo tipo de distorsiones del tiempo cerca de los agujeros negros, donde la gravedad puede ser muy intensa.

En los últimos años, algunos científicos han usado estas distorsiones en el tiempo espacial para pensar de posibles maneras en que podrían funcionar las máquinas de tiempo. Algunos consideran la idea de los «agujeros tubulares», que podrían ser atajos a través del tiempo espacial. Esta y otras ideas son interesantes experimentos del pensamiento en este momento, y tal vez no sean posibles para los objetos reales, pero están basadas en conceptos científicos sólidos. Sin embargo, en todos los viajes en el tiempo permitidos por la ciencia, no hay manera en que un viajero pueda retroceder a un momento anterior al cual se había construido la «máquina de tiempo».

Texto extraído de Portal Ciencia: ¿Son posibles los viajes en el tiempo?

Leer tambien: Paradojas de los viajes en el tiempo.

Misterios: En busca del eslabón perdido

NUEVA YORK (Reuters) – Científicos presentaron el martes los restos fosilizados de un primate hallado en Alemania, que habría vivido hace 47 millones de años y que podría ser pariente cercano de un antepasado común a los monos, simios y humanos.

El fósil primate es el más completo que se haya encontrado. Sólo le falta una pierna desde abajo de la rodilla y podría dar indicios sobre una etapa temprana de la evolución de los primates, dijeron científicos.

El paleontólogo noruego Jorn Hurum, quien lideró a un equipo de científicos que analizó el fósil durante los últimos dos años, comentó que podría parecerse a uno de los primeros ancestros de los humanos, pero que no es probable que haya sido un antepasado directo.

«No estamos tratando con nuestra tatara-tatara-tatara-tatarabuela, pero quizás con nuestro tatara-tatara-tataratía», explicó Jens Franzen, del Senckenberg Research Institute en Frankfurt, a reporteros en el Museo Estadounidense de Historia Natural, en Nueva York.

El primate, que mide 58 centímetros, desde la punta de la nariz hasta el final de su cola, era hembra y murió antes de cumplir el año de vida, dijo Hurum. Fue llamada Darwinius masillae en honor a Charles Darwin, quien estableció la teoría de la evolución, pero recibió el apodo de Ida.

El fósil fue hallado en 1983 por un coleccionista aficionado, en la fosa de Messel, al sudeste de Frankfurt, en donde se han encontrado varios fósiles más.

Ida permaneció en una colección privada hasta que fue comprada por Hurum y la Universidad de Oslo en el 2006.

Los antepasados directos de los humanos «deben haberse visto parecidos», comentó Hurum.

«Esta es la última pista que tenemos acerca de cómo se veían», dijo. «Pero siendo prudentes como científicos (…) por supuesto no estamos planteando que éste es nuestro ancestro directo. Eso es demasiado», agregó Hurum.

«Es realmente, realmente difícil decir con exactitud en este punto quién dio origen a los humanos», precisó.

Ida se vincula a los humanos por el hueso del talud en su tobillo, que tienen exactamente la misma forma. Los científicos dicen que sus dedos gordos del pie opuestos y la presencia de uñas, en vez de garras, confirman que fue primate.

Los científicos fueron capaces de analizar los contenidos del intestino de Ida, que mostraron que comía semillas y hojas.

Los descubrimientos fueron publicados en la revista PLoS ONE de Public Library of Science.

(Editado en español por Ricardo Figueroa)