Todas las ciudades tienen “lugares espaciales” en los que historia y leyenda se cruzan y en los que el peso de esta última se impone al de los hechos históricos. Esto ocurre con la antigua Iglesia de San Ciprián o San Cebrián conocida como la Cueva de Salamanca. Es espacio que ocupa la cueva es en realidad, la sacristía de la iglesia. Sobre su origen, unos afirman que fue fundada por Hércules, otros la relacionan con los árabes o con los celtas. Hay quién situa en la cueva la entrada a un laberinto de túneles y pasajes que recorría todo el subsuelo de la ciudad.
Su fama fue tan relevante que incluso atravesó el mar. Y así, en Iberoamérica se denominan salamancas a las cuevas, lugares oscuros y ocultos en los que se practicaba la quiromancia, la nigromancia, la iniciación o la adivinación.
Situada en la Plaza de Carvajal sobre lo que antíguamente fue la Iglesia de San Cebrián, la entrada a al cueva habría estado tras la sacristía. Famosa por los ritos mágicos que allí se celebraron. Se puede subir a la Torre del Marqués de Villena (bonita vista) y ver de cerca y por dentro la muralla.
La Cueva ha tenido un gran protagonismo literario. Cervantes, Calderón de la Barca, Escilla, Torres Villarroel, Feijoo, Botello de Moraes, Walter Scott o Ricardo de Rojas, son algunos de los autores que han hablado de ella. Continuar leyendo «Mitos y leyendas. La Cueva de Salamanca»
En 1933, el explorador británico Frank Smythe, casi se convirtió en la primera persona en alcanzar la cima del Monte Everest. El viaje hacia la cima de la montaña fue extremadamente duro y desastroso, debido a la espesa nieve, el hielo y el poco oxígeno. Gracias a “una presencia muy misteriosa”, Smythe continuó pero nunca llegó a la cima. Smythe escribió algo que los científicos se refieren comúnmente como el «factor tercer hombre», pero que otras muchas personas afirma que se trata de nuestro Angel de la guarda.
Relató que en un momento del ascenso, él metió la mano en el bolsillo, sacó un trozo de comida para dárselo a su compañero. Pero no había nadie allí con el:
«Todo el tiempo estuve subiendo solo, tenía una fuerte sensación de que iba acompañado por una segunda persona que me daba ánimos. El sentimiento era tan fuerte que no tenía sentimiento de soledad, además de que me ayudaba a guiarme por la montaña.»
Pero este no es el único caso, con el paso de los tiempos muchas personas afirman haber sentido una presencia benigna pero invisible en momentos de gran peligro, a continuación relataremos uno de los casos más famoso, Ron DiFrancesco, la última persona que escapó de la Torre Sur el 11 de septiembre de 2001, quien recuerda haber sido protegido y guiado a través del horror. Existen una multitud de teorías para intentar dar explicación a la aparición del factor tercer hombre. ¿Naturaleza causal, origen desconocido o ángel de la guarda?
Ron DiFrancesco, el último superviviente de la Torre Sur del World Trade Center («El factor tercer hombre» por John Geiger)
Ron DiFrancesco se encontraba en su escritorio en la oficina del Euro Brokers, una empresa de comercio financiero, en el piso 84 de la Torre Sur del World Trade Center en Nueva York, cuando el supuesto avión se estrelló contra la Torre Norte frente a él. Eran las 08:46 de la mañana del 11 de septiembre de 2001, hubo una fuerte explosión que hicieron parpadear las luces de la Torre Sur. Un humo gris salía de la Torre Norte, todas las escaleras de la Torre Norte eran intransitables desde el piso 92 hacia arriba, atrapando así a 1.356 personas. La mayoría de los que trabajaban en Euro Brokers comenzaron a evacuar el edificio, pero se quedó DiFrancesco. Unos minutos más tarde, la noticia fue transmitida por la megafonía del edificio, «un incidente había ocurrido en el otro edificio, pero el Edificio Dos era completamente seguro» y no había necesidad de evacuar el Edificio Dos. DiFrancesco, un agente del mercado monetario originario de Hamilton, Ontario, llamó por teléfono a su esposa, Mary, para decirle que un avión había impactado contra la otra Torre Norte, pero que él estaba bien y que permanecería en la oficina. Pero algo le hizo cambiar de opinión DiFrancesco llamó a algunos clientes importantes y otra vez a su esposa, Mary, para informarles que se marchaba del edificio. Seguidamente comenzó a caminar hacia la los ascensores. Continuar leyendo «El «factor tercer hombre» de Ron DiFrancesco»
Un escrito descubierto recientemente dice que Jesucristo podía cambiar de forma y volverse invisible!
Durante la Semana Santa es muy común que la mayoría de canales de televisión incluyan entre su programación algún film sobre la vida de Jesucristo, sus últimos días y crucifixión. Año tras año suelen ser las mismas películas, con las mismas tramas, sabiéndonos casi de memoria como fueron los hechos que, sacados de los libros que componen la Biblia, nos relatan todo lo acontecido en los últimos días del Mesías.
Cuando creíamos saber prácticamente todo lo relacionado con aquellos días y la Última Cena nos sorprenden con nuevas revelaciones que nos dan un enfoque bastante distinto a cómo fue y ocurrió.
Según ha podido traducir el profesor Roelof van den Broek, un antiguo manuscrito egipcio escrito en copto y datado en hace 1.200 años aproximadamente, ha desvelado algunos datos hasta ahora desconocidos sobre la personalidad del propio Jesús y de algunos hechos acontecidos previamente a la noche que fue apresado para ser llevado a la cruz.
Manuscrito con 1.200 años que desvela nuevos datos sobre Jesucristo y la Última Cena.
Con lo primero que nos encontramos es con un baile de fechas, ya que hasta ahora se situaba la acción de la Última Cena en un jueves y en el manuscrito se señala que fue dos días antes: el martes. De ser así, haría variar por completo el calendario de Pascua, tal y como se ha estado celebrando hasta ahora.
Según van den Broek, el manuscrito también explica el motivo por el cual Judas besó en la mejilla a Jesús para así señalar quién de todos era a la hora de ser apresado. Pero la razón no es porque el Mesías era alguien desconocido para los que habían ido hasta allí para apresarlo, sino porque tenía la habilidad de poder transformarse, cambiar de formas, fisonomía e incluso volverse invisible.
Y así también consta en otra parte del manuscrito en la que relata un sorprendente y previo encuentro entre Poncio Pilato y Jesúsunos días antes en la propia casa del prefecto romano, donde cenaron juntos y en el que éste le ofreció el sacrificar a su propio hijo, Jesús declinó el ofrecimiento y agradeció el gesto, indicándole que él podía asumir ese sacrificio y se volvió incorpóreo ante los ojos de Pilato.
A pesar de las nuevas evidencias que ofrece el manuscrito, descubierto hace un siglo pero que ha permanecido en manos de un coleccionista privado hasta hace bien poco, el propio profesor van den Broek afirma que no todos los hechos tenían que haber sucedido de este otro modo, apuntando que algunas de ellas llegaron a través del boca a boca de los que vivieron en esa época para ser recogidos unos siglos más tarde.
Cabe destacar que en la Iglesia Copta existía cierta devoción hacia la figura de Poncio Pilato, lo que no es de extrañar que a través de las escrituras realizadas por aquel entonces se le alabase y quedase en buen lugar y no la visión sobre él que el cristianismo ha mostrado a lo largo de la historia.