Detrás de la Conquista del espacio se han ocultado numerosos intereses militares, económicos y políticos, para disputarse, entre otras cosas, la supremacía mundial entre rusos y americanos.
Antes de que el hombre viajara al espacio fueron probadas varias misiones cuyo destino era poner en órbita satélites artificiales capaces de orbitar alrededor de nuestro planeta. Pero otro sentido se guardaba detrás de esta incipiente «Conquista del espacio», probar nuevos sistemas de propulsión de cohetes bélicos, cuyos motores de retro-reacción posteriormente pudieran ser utilizados en aeronáutica y otros sistemas que requiriesen propulsión energética. Alemania, que por aquel entonces contaba con los mejores ingenieros, técnicos y especialistas de aeronáutica y mecánica; La Unión Soviética que se había consolidado como una potencia, queriendo a toda costa demostrar al mundo su iniciativa y poder; Y la omnipoderosa Norteamérica eran las pioneras en estudiar las posibilidades que ofrecía el espacio… Y dentro de sus posibilidades, cada uno de estos países, por separado iniciaron proyectos con sus vistas puestas al Universo Desconocido…todavía. Alemania, tras el fracaso de la Segunda Guerra Mundial, vio como sus mejores hombres de ciencia se vendían al mejor postor, que en este caso, fueron los Estados Unidos y la URSS. Los restos de series de estos cohetes y de los sistemas de propulsión que tan orgulloso había hecho al ejército nazi, así como los documentos de investigación cayeron en manos de los americanos y los especialistas alemanes a cargo de Wernher Von Braun se pasaron a ellos. Los especialistas que se quedaron en el bloque comunista tuvieron una participación muy limitada en los proyectos espaciales. En 1952, Rusia, devolvió casi a todos estos técnicos, que no habían construido, ni supervisado ningún proyecto para los rusos. Al parecer el sumo secreto rodeaba cada proyecto soviético. Un secreto que dejaría de serlo para convertirse en la sorpresa que conmocionaría al mundo…El 4 de Octubre de 1957 se disparo a la órbita terrestre, a unos 950 Km. de altura, el Sputnik, una cápsula espacial de 58 cm de diámetro. Era el primer satélite espacial artificial de la Tierra, daba una vuelta al globo terráqueo cada 96 minutos. La extinta Unión Soviética había ganado esta carrera a los Estados Unidos de América. Muy lejos de la actualidad, dónde el poder del dólar «encajona» momentáneamente al herido gigante ruso.