Ofidio : En la constelación de la víbora

El telescopio de exploración infrarroja de la NASA nos regaló esta increíble imagen de la estrella Zeta Ophiuchi atravesando una nube de polvo radiante a una velocidad superior a los 86.000 kilómetros por hora, respecto a las otras estrellas en aparente inmovilidad.

Las estrellas nos parecen como algo estático, casi fijo en el firmamento, respecto a los planetas. Sabemos que ese no es el caso. Estos gigantescos cuerpos celestes a menudo cruzan la galaxia a velocidades increíbles, formando partes de galaxias con movimientos especiales o empujados por algún evento estelar cataclísmico.

En el caso de Zeta Ophiuchi, los científicos creen que una vez formó parte de un sistema estelar binario, pero cuando su compañera se convirtió en supernova, Zeta fue disparada hacia el cosmos como una gigantesca bala de cañon.

A ojo desnudo, Zeta Ophiuchi aparece como un gran punto azul rodeado de muchos otros puntos azules, pero gracias al telescopio explorador infrarrojo de campo amplio de la NASA, podemos ver como esta estrella que tiene un tamaño 20 veces superior al del Sol se desplaza por el universo. Esperemos que no ocurran más casos como estos en la proximidad de nuestro sistema solar ya que semejante estrella sería, en trayecto de colisión, el final de nuestro sistema planetario.

A mí, sin embargo se me presenta una duda: como este sistema binario originario, pudo dejar atrás una estrella blanco azulada, veinte veces más grande que el Sol.

Generalmente, sabemos que quedan restos poco masivos, pero nunca gigantes blanco azuladas.

Realmente, no lo creo posible.

Prometo que pensaré en otra teoría más real.

por Manlio E. Wydler

Asteroides : Peligro de colisión

Hemos visto hace muy poco, que en dos oportunidades , estos años, han aparecido casi de la nada, asteroides de tamaño respetable que pasaron, por suerte, no tan cerca de la Tierra, como para caer sobre ella y nosotros… solo miramos. Por ejemplo el llamado 2010 AL30, (Enero del 2010) fue descubierto gracias al programa Lincoln Near-Earth Asteroid financiado por la NASA y anunciado en el Centro de Planetas Menores del Observatorio Astrofísico Smithsonian. Pasó a cien mil kilómetros de nosotros. El corto período de tiempo entre la localización del objeto y su intersección con la Tierra es un buen recordatorio de que es muy difícil poder predecir con tiempo suficiente.

Desde Rusia nos alertan. Se han contabilizado casi 7000 cuerpos que podrían impactarnos en próximos años. Se trata, en concreto, de 6.960 asteroides que, según el informe, recogido por la agencia rusa de noticias Ria Novosti, resultan “potencialmente peligrosos” para nuestro planeta. El 87 % de ellos, es decir, un total de 6.070, ronda los cien metros de diámetro, más del doble del supuesto meteorito que en 1908 arrasó más de 2.000 km cuadrados de tundra en Siberia (Tunguska).( Posible ocurrencia de caída: Uno en 250 años.)

Otros 806 asteroides (el 11,6%) son mucho mayores, con diámetros que rondan los mil metros. (Posible ocurrencia de catástrofe: Una cada millón de años) También existe una exigua población de cometas (84, es decir, el 1,2% del total), que actualmente están en ruta hacia la Tierra. (Posible ocurrencia: Uno cada 200 millones de años).

Según dice el despacho de la agencia rusa, grupos de investigadores europeos, rusos y norteamericanos están preparando una batería de misiones espaciales para vigilar el avance de estos cuerpos celestes y evitar el peligro potencial que suponen para el ser humano. Entre esas misiones está la canadiense NEOSSat, que será lanzada pronto, en el 2011, y la alemana Asteroid Finder, que despegará cerca de un año más tarde. Además están combinando reuniones para cooperar y construir soluciones.

El informe presentado por el Dr. Shústov hace hincapié en un hecho del que ya había advertido la NASA hace apenas unos meses: carecemos de recursos suficientes para prevenir, evitar o destruir objetos espaciales en ruta de colisión contra nosotros. Hasta ahora solo son una serie de ideas más o menos interesantes. Llevarlas a la práctica es otra cosa.

Como vemos, las amenazas desde el cosmos son variadas en estos convulsos años (algunas no astronómicas) donde grandes cambios muchos esperamos, en todo sentido.

por Manlio E. Wydler

Velas solares: Grandes fracasos

La idea de impulsar económicamente una nave espacial interplanetaria con velas que captaran el viento solar parecía muy conveniente para algunos.

Pero llevar todo esto al espacio y desplegarlas, es algo engorroso. Mantener estas bien dirigidas hacia el Sol, es otro gran problema.

Pero el mayor engorro es la poca presión que el viento solar ejerce ya a la altura de la órbita de la Tierra, que había sido calculada en 10 gramos por una superficie de una hectárea. (Es mucho menor).

Si bien es un empuje contínuo, este cae al cuadrado de las distancias, ya a la altura de Júpiter sería despreciable, terminando en valor cero en la heliopausa.

No sería práctico para volver, pues al soplar en una única dirección, ni siquiera bordeando como hacen los veleros modernos, podríamos ir contra un impulso totalmente contrario. Los artificios empleados no han servido, como algunos previeron por ir contra la segunda ley de la termodinámica.

Cada tanto hemos sabido de intentos de poder impulsar naves con impulso solar.

El primero de ellos lo efectuó la Sociedad Planetaria, fundada por el recordado Carl Sagan, que terminó en un callado fracaso. Había partido desde un misil ruso, lanzado desde un submarino nuclear, cerca del polo norte. Su nombre: Cosmos. Era el 2006.

Este año (2011), una misión japonesa y otra de la NASA, fueron puestas en órbita. Los resultados son nulos.

Ninguno de estos intentos ha servido para constituir siquiera un hito de una nueva tecnología válida para el viaje espacial.

La antigravedad y el plegamiento espacio –temporal será el futuro, como sabemos todos los abducidos. Lo demás es fútil.