Un equipo de arqueólogos polacos y peruanos tuvo que levantar más de 30 toneladas de piedra triturada para hallar en una localidad de la costa norte un mausoleo preinca que contenía 63 momias pertenecientes a la Cultura Wari, acompañadas de un impresionante ajuar de 1.200 piezas ornamentales de oro, plata y cerámica.
El hallazgo del mausoleo funerario, cuya antigüedad se calcula en 1.200 años, reveló la presencia de la Cultura Wari, originaria de la sierra del sudeste peruano, en la costa de la región Ancash, zona de influencia de la cultura Mochica, al norte de Lima, algo que se desconocía.
El «candelabro» de Paracas es un enorme geoglifo cuyas dimensiones totales rondan los 183 metros de longitud, 3,2 metros de anchura entre los brazos, y una profundidad de surco de las lineas de entre 1 y 1,2 metros.
En la base del «Candelabro» aparece dibujado un rectángulo cuya profundidad oscila entre los 10 y los 60 metros, dependiendo de si las fuertes oleadas de aire de la zona vacían o llenan el surco de arena. Para construir este geoglifo se piensa que se recurrió a la técnica del vaciado y del prensado, hasta conseguir que las paredes de los surcos quedaran tan sólidamente apelmazadas que resulta muy dificil que la arena se desprenda y tape el surco.
Otro hecho curioso que revela el examen detallado de los surcos de las líneas del «candelabro» de Paracas se produce cuando, al excavar la tierra del fondo, tras unos diez o quince centimetros, aparece una costra blanquecina, muy habitual en esa zona, que se supone que era el verdadero suelo del surco y que quizás pudiera resplandecer bajo la acción del sol, siendo entonces visible a gran distancia, al modo de un moderno faro.
Esta hipótesis, la de ser una flecha indicadora para los navegantes que se dirigían a ese punto resulta la más probable, el problema reside en que al desconocer la época en la cual este geoglifo fue realizado, hace igualmente muy complicado sacar conclusiones acerca de la dirección a la que apunta el eje principal del «tridente» o «candelabro».Por ello existen otras hipótesis acerca de su función, algunas más verídicas, otras menos, que relataremos a continuación mediante un breve resumen. Continuar leyendo «Misterios de Perú : El Candelabro de Paracas»
Christina Conlee, una arqueóloga norteamericana que desde hace 15 años estudia las misteriosas líneas de Nazca, ha realizado nuevas conjeturas sobre el origen de éstas enigmáticas formas impresas sobre el desierto peruano.
Años de investigación en el tema la han conducido a establecer que la eleboración y propósito de las líneas ha sido atribuído erróneamente a visitantes de otro planeta. «No existen evidencias de que los Ovnis o algún visitante fortuito de otro mundo haya dejado éstas líneas en el lugar. En cambio, existen pruebas de que los integrantes de la cultura nazca hicieron estas líneas», dijo Conlee en una entrevista telefónica para un programa especial transmitido en el canal National Geographic, el cual relata los hallazgos más recientes en torno a los miles de dibujos trazados en un área de 3900 kilómetros cuadrados en el desierto al sur de Perú.
El descubrimiento más relevante parece ser un cuerpo decapitado, encontrado en el sitio arqueológico de La Tiza. Ya habían sido halladas cientos de cabezas momificadas como trofeos, pertenecientes a la cultura nazca, pero esta es la primera vez que encuentran uno de los cuerpos a los que pertenecían esas cabezas, y que permite establecer la práctica de sacrificios humanos en la región.
Se trata de sacrificios humanos del tipo ritual. «Pensamos que formaban parte de las mismas prácticas rituales que se realizaban en las líneas, que tenían que ver con hacer ofrendas a los dioses para traer agua y fertilidad». Dijo Conlee.
Además de la cercanía entre el hallazgo del cuerpo decapitado y las líneas, existen otros elementos que permiten reafirmar ésta nueva teoría como por ejemplo que una de las líneas de Nazca muestra a una orca sosteniendo una de estas cabezas trofeo, de modo que la práctica de cortar cabezas y las imágenes de las líneas están conectadas como parte de prácticas rituales.
Hoy se piensa que las líneas, algunas de las cuales fueron creadas hace 2400 años, eran trazadas a modo de caminos que eran recorridos durante las ceremonias rituales en las que se pedía lluvia, en esa región en la que la principal amenaza era la sequía. «Allí donde están las líneas era donde se celebraban las ceremonias; eran como grandes templos al aire libre, donde se realizaban las ofrendas a los dioses».