Científicos chinos han descubierto el fósil, de 130 millones de años de antigüedad, de un dinosaurio con cuatro alas y plumas. Se estima que éste descubrimiento puede desacreditar las teorías actuales sobre la evolución de los reptiles prehistóricos y su transición hacia los animales modernos.
El fósil, hallado en la provincia de Liaoning, al norte de China recibió el nombre de «Anchiomis huxleyi y según los análisis a los que ha sido sometido, se estima que vivió unos diex millones de años antes que el Archaeopteryx, quien hasta el momento era el ave más antigua conocida.
La escasés de fósiles en buen estado, similares al de éste ejemplar, habría sido el impedimento principal para establecer un debate sobre la evolución de los dinosaurios.
En éste nuevo contexto surge, como principal hipótesis, que pudo haber una fase en la que los dinosaurios tuvieran cuatro alas en su transición a aves.
NUEVA YORK (Reuters) – Científicos presentaron el martes los restos fosilizados de un primate hallado en Alemania, que habría vivido hace 47 millones de años y que podría ser pariente cercano de un antepasado común a los monos, simios y humanos.
El fósil primate es el más completo que se haya encontrado. Sólo le falta una pierna desde abajo de la rodilla y podría dar indicios sobre una etapa temprana de la evolución de los primates, dijeron científicos.
El paleontólogo noruego Jorn Hurum, quien lideró a un equipo de científicos que analizó el fósil durante los últimos dos años, comentó que podría parecerse a uno de los primeros ancestros de los humanos, pero que no es probable que haya sido un antepasado directo.
«No estamos tratando con nuestra tatara-tatara-tatara-tatarabuela, pero quizás con nuestro tatara-tatara-tataratía», explicó Jens Franzen, del Senckenberg Research Institute en Frankfurt, a reporteros en el Museo Estadounidense de Historia Natural, en Nueva York.
El primate, que mide 58 centímetros, desde la punta de la nariz hasta el final de su cola, era hembra y murió antes de cumplir el año de vida, dijo Hurum. Fue llamada Darwinius masillae en honor a Charles Darwin, quien estableció la teoría de la evolución, pero recibió el apodo de Ida.
El fósil fue hallado en 1983 por un coleccionista aficionado, en la fosa de Messel, al sudeste de Frankfurt, en donde se han encontrado varios fósiles más.
Ida permaneció en una colección privada hasta que fue comprada por Hurum y la Universidad de Oslo en el 2006.
Los antepasados directos de los humanos «deben haberse visto parecidos», comentó Hurum.
«Esta es la última pista que tenemos acerca de cómo se veían», dijo. «Pero siendo prudentes como científicos (…) por supuesto no estamos planteando que éste es nuestro ancestro directo. Eso es demasiado», agregó Hurum.
«Es realmente, realmente difícil decir con exactitud en este punto quién dio origen a los humanos», precisó.
Ida se vincula a los humanos por el hueso del talud en su tobillo, que tienen exactamente la misma forma. Los científicos dicen que sus dedos gordos del pie opuestos y la presencia de uñas, en vez de garras, confirman que fue primate.
Los científicos fueron capaces de analizar los contenidos del intestino de Ida, que mostraron que comía semillas y hojas.
Los descubrimientos fueron publicados en la revista PLoS ONE de Public Library of Science.
El proyecto, que se desarrolla de manera conjunta en colaboración entre las dos instituciones, lo han presentado hoy en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) científicos de ambas entidades.
Se trata de un estudio que permite dar a conocer y registrar las huellas que los dinosaurios dejaron sobre la tierra hace millones de años, y para hacerlo se han escogido zonas donde la presencia de estos animales prehistóricos se ha hecho evidente a partir de los hallazgos efectuados a lo largo de los últimos años.
Para ello, se han cubierto las zonas candidatas a ser Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en España y Portugal, como son Pedra da Mua, Galinha y Vale de Meios, en Portugal, y El Frontal, Era del Peladillo y Los Cayos, Las Cerradicas y Tereñes, en España. El estudio se ha elaborado gracias a una nueva tecnología denominada LiDAR que permite obtener imágenes en tres dimensiones y con una alta calidad de percepción de la superficie de una área determinada. Se trata de un sistema de cartografía digital que escanea el terreno en tres dimensiones, frente a los antiguos sistemas, que se basaban en fotografías, dibujos o esquemas, todos ellos en dos dimensiones, que no aportaban más datos que los observables a simple vista.
«Esto nos permite ver las huellas de los dinosaurios en tres dimensiones, calcular y medir parámetros como por ejemplo la profundidad o los ángulos existentes entre los dedos», ha explicado Bernat Vilà, miembro del Instituto Catalán de Paleontología. Los primeros estudios que desarrollaron conjuntamente con la Universidad de Manchester fueron en el yacimiento de Fumanyà, en la comarca barcelonesa del Berguedà, que ya empezaron en el 2005 a trabajar codo a codo en la investigación de estos prehistóricos animales. Gracias a la tecnología que brinda LiDAR, se obtienen modelos tridimensionales del terreno con una resolución que permite obtener una exactitud milimétrica de alta precisión y hacer estudios morfológicos de las pisadas. «La información que nos ofrecen estas pisadas es muy importante para dar explicación a los movimientos de un esqueleto e imaginar cómo era cuando estaba vivo», ha manifestado Phill Manning, miembro de la Universidad de Manchester.
En este sentido, obtener la información de las huellas y poseer el esqueleto de la misma especie permite reconstruir el movimiento del animal, a la vez que encajar huesos y pisadas a partir de su peso al andar. A partir de la pisada se puede determinar el movimiento del dinosaurio, hacia dónde cargaba el peso, la masa muscular y las dimensiones del animal, pero también si se movía en solitario o en manada. «El sistema nos da información en cuanto a calidad, cantidad y diversidad», explica Manning, que destaca el gran valor que tiene la Península para poder estudiar el paso de los dinosaurios en la historia, desde su aparición hasta su extinción. La obtención de estos datos, que estarán al alcance de los paleontólogos para su estudio y aplicación, permitirá además que no queden borrados con el paso del tiempo y por las inclemencias meteorológicas, «las mismas que han permitido que la tierra se erosione y lleguen a nuestros días», detalla Manning.