La Hipnosis Regresiva | Vidas Pasadas

La hipnosis regresiva nace como una rama de la hipnosis clínica, y utiliza técnicas para llevar atrás en el tiempo a una persona, con el objeto de que la misma reviva en un estado de relajación y de forma controlada determinados sucesos del pasado.

Esta rama de la ya cuestionada hipnosis se utiliza como terapia complementaria para varios trastornos de índole psicológico.

Uno de los pioneros de esta terapia es el mundialmente conocido Dr. Brian Weiss, quien paso de reconocido psiquiatra que trataba a sus pacientes de acuerdo a los cánones de la psiquiatría moderna a un ferviente «predicador» de esta terapia regresiva con la que asegura haber obtenido resultados muy importantes, habiendo volcado muchas de las historia de tratamiento en libros que hoy por hoy son best seller entre los cultores de la nueva era.

Weiss asegura en muchos de sus Best Sellers que sus pascientes han logrado retroceder incluso hasta otras vidas, experimentando sus propias muertes pasadas.

La hipnosis regresiva rompe con los esquemas de lo que hoy la psicología de índole científica (en general, la rama cognitivo-conductual) conoce como «mente» porque precisamente ese concepto es tan amplio, que la ciencia se queda corta al definirlo.

Con la hipnosis regresiva se puede retroceder al pasado reciente, a la infancia, incluso hasta el periodo pre natal, llamado también intra – uterino. Con esta misma hipnosis incluso se podrían llegar a experimentar recuerdos de vidas pasadas. En éste contexto, la hipnósis regresiva resulta controvertida para muchas de las creencias actuales, ya que no solo estaría sugiriendo, sino afirmando la existencia de la reencarnación.

Para poder realizar esta práctica se debe realizar previamente un exhaustivo estudio que para que el terapeuta pueda aplicar correctamente la técnica sobre el paciente. El terapeuta debe haber realizado estudios de psicología cognitiva ? conductual para que pueda manejar las situaciones que se presenten durante la regresión. Como se señaló, anteriormente, la hipnosis regresiva permite aflorar una serie de emociones que se han dormido con el paso de los años, y es por medio de esta técnica que se puede evidenciar aquellas emociones que nos han frustrado en el pasado.

Recuerdos del Futuro

Una de las definiciones sobre la Eutanasia es: La eutanasia tiene por finalidad evitar sufrimientos insoportables o la prolongación artificial de la vida a un enfermo. Para que la eutanasia sea considerada como tal, el enfermo ha de padecer, necesariamente, una enfermedad terminal o incurable, y en segundo lugar, el personal sanitario ha de contar expresamente con el consentimiento del enfermo.

Incurable es por muchos siglos aún el que trae errores genéticos, el que no se acomoda a las normas que permiten evolucionar a la sociedad y los viejos- me incluyo, que no podemos ni queremos hacer frente a más experiencias y solo deseamos morir plácidamente, para reencarnar en otras vidas y seguir progresando o ya no reencarnar y ser un espíritu menor, o algo más.

Más allá de estos determinantes, en el futuro se emplearán sofisticadas técnicas de eliminación sin sufrimiento de todos los individuos que no sean útiles para la sociedad.

Parece terrible que esto pueda suceder, pero lo terrible es que tantas guerras y crímenes sucedan a diario porque se les perdona la vida a criminales reincidentes, o liberados por defectos: “tecnicismos” en los juicios-que les dicen-, donde bestias humanas terminan sin la eliminación-al menos- similar a la ocasionada.

Rebajas de pena de reclusión perpetua, por buena conducta, por el llamado dos por uno, o peor tres por uno. El campo akáshico demuestra que solo con vivir muchas vidas puede cambiar un karma nefasto. En la propia vida en que se cometen los crímenes, no hay un cambio real, de raíz, del comportamiento. No tiene sentido mantener bestias humanas de por vida o no aplicarles la ley del “Talión”. No sirve de nada, solo relaja las costumbres y pone a la sociedad indefensa ante los mayores ataques internos de la misma. Solo funcionando a pleno los “anticuerpos” el ser se salva. Todo lo demás es una fantasía sin sentido y la ciencia en poco tiempo más lo comprobará.

Una dirección del comportamiento se establece de tal suerte que aún, por circunstancias espacio-temporales puede parecer “adormecida”, pero basta cualquier signo de “utilidad” que el individuo volverá a generar un estropicio. (Esto se explica en un artículo anterior, donde las estructuras mentales se guardan para no tener que aprender las mismas cosas todos los días, por lo tanto los vicios y malas costumbres no terminan hasta por lo menos finalizar este capítulo al morir). Continuar leyendo «Recuerdos del Futuro»

Dèjá vu y reencarnación…

He recibido dos “flashes” memorables, primero he visto soldados de a caballo acercándose a la frontera –hoy Rumana-, son parte de la caballería que los Habsburgos despliegan para frenar y en lo posible hace retroceder a los terribles jenízaros otomanos.

Su leve trote los despliega sobre una pequeña colina entre árboles de ramas altas que dejan ver a los soldados infantes de ambos lados que se van acercando. No huelo más que el hedor del miedo de bestias y humanos, su tarea será de pinzas. Visto los ropajes de un caballero Austro-Húngaro.

Escucho un clarín, con rumores armónicos de fondo, mi yo actual la reconoce: es una obra de Leopold Mozart, un Concierto de Clarín y orquesta, que muestra un extraordinario compositor y maestro del que sería el gran Wolfgang Amadeus. Dura unos hermosos minutos; reúne en sus notas no solo el trote de los caballos y el galope de tantos corazones sino las ansias, los amores, las tristezas y alegrías de todos esos muchachos jóvenes, que la mayoría, casi no conocen los placeres de estar vivos y que en unos minutos se enfrentarán con la muerte.

Para la música y en el profundo silencio suena la orden de cabalgar rápido, tratando de rodear los flancos del enemigo. Ya solo oigo el galope y mi propia respiración. Mi mano crispada me duele rodeando la empuñadura del machete anticipando lo que casi seguramente vendrá. Solo trataré de vender cara mi vida, estoy en la circunstancia y haré lo que la sociedad pide de mí.

No hay honor ni gloria en pelear humanos contra humanos, por las creencias que sean, solo la brutalidad extrema, la sangre, caballos que caen y aprisionan a sus jinetes, que son masacrados con repetidos golpes de armas blancas, sin poder casi moverse. Sangre por todas partes, vísceras desparramadas y el terrible olor acre de la bosta, del orín y del resultado de la tortura general.

Me siento muy golpeado, la vista borrosa, casi negra y algo crece en mi garganta y no me deja respirar, a mi lado veo una mujer joven muerta, parece embarazada……

Por suerte siento un piano y una armonía celestial detrás, en unos minutos esa melodía me consuela. Es uno de los pocos Conciertos de piano de Chopin- casi el único-escrito en su corta vida.

Sentí en un instante el fondo romántico de su existencia, las notas me hablaban más que mis propios recuerdos, su amor virgen esperando a su igual, que nunca llegó, sino una mujer rara, escritora, que gustaba disfrazarse o travestirse de hombre, Aurelia Dupin (o George Sand), que lo cuidó, hizo de madre, hermana, amante y ramera cuando era necesario. Lo cuidó hasta el fin de sus días y lo impulsó siempre para que no dejara de crear y hoy lo conocemos tan bien por ella.

Como es el mundo akáshico, conocí en mi infancia a la madre de un viejo tío político llamado Venancio Dupin, uno de los creadores de la Franco –Argentina, Seguros; esta señora era sobrina nieta de Aurora Dupin. A través de ella los espíritus de el gran Federico y el mío se tocaron por un instante.

En mis regresiones me he visto en la vida pasada: Al final-todas las vidas pasadas tienen un final-: Una chica embarazada que salta a las vías del metro de París.

Estos son algunos de mis déjà vus o como quieran llamarle. De este modo se me presentan hoy las cosas que escribo, muchas me las reservo por pudor. Esto confieso que lo he escrito con lágrimas en mis ojos. Siento el sufrimiento de todas las épocas. Espero con ansias un mundo mejor, sino no volveré a renacer, lo juro!.

por Manlio E. Wydler