El siguiente es el primer caso cyberpatológico de la historia. La primera vez que un organismo humano es infectado por un virus propio de las máquinas modernas. Se trata de un experimento realizado por el científico inglés Dr Mark Gasson, de la Universidad de Reading, quien ha declarado que su histórica enfermedad fue autoinducida como parte de una investigación radical de transhumanismo.
Gasson insertó un chip de computadora infectado que le permite, entre otras cosas, abrir puertas de seguridad, activar su teléfono móvil, etc. en su mano izquierda. Anteriormente el científico había comprobado que el chip en cuestión, tenía la capacidad de transmitir su virus a sistemas externos, es decir, si era insertado en cualquier computadora, tanto el equipo como cualquier dispositivo externo que fuera conectado se verían infectados también.
Aunque parezca absurdo, el caso de estudio proporcionado por Gasson es muy relevante en el futuro próximo ya que servirá de parámetro para reducir riesgos de ataques informáticos en tecnoimplantes como el marcapasos u otros mucho más sofisticados a los actuales. En los próximos años, estos aparatos podrían ser víctima de virus cibernéticos.
«En los tiempos modernos la tecnología crece de manera vertiginosa y los beneficios con los cuales el usuario se verá favorecido, iran lamentablemente acompañados de éste tipo de riesgos como problemas de seguridad y virus» afirma Gasson.
El profesor Rafael Capurro del Steinbeis-Transfer-Institute of Information Ethics en Alemania, reconoció la labor de Gasson, calificando su experimento como algo muy interesante y añadió: «Si alguien tuviera acceso en-línea a tus implantes podría ser algo muy serio».
Como vimos en el artículo “Experiencias con la gravedad” y en “Busca del 0 Absoluto”, la humanidad deberá pensar en los movimientos giroscópicos y en las temperaturas más extremas, tratando de lograr los cambios de estados liminales que puedan catapultarnos eficientemente a las estrellas. Explicaré porque asumo esto.
Sabemos que los vectores químicos usados ya por más de cien años (desde el inicio de la cohetería moderna), pese a permitirnos llegar con humanos a la Luna y con sondas robóticas más allá de los confines del Sistema Solar, no nos cabe dudas a todos que son tan onerosos como imprácticos en su operación. Una expedición rápida a Marte insumiría al menos dos años. Ir algo más lejos, casi una vida con todos los problemas y riesgos enormes –amen de otras muchas dificultades – que esto implicaría.
Por lo tanto es perentorio, que a imagen y semejanza de los OVNIS, construyamos naves capaces de los portentos de navegación y velocidad que ellos producen.
En el primer artículo describía las velocidades de rotación necesarias para no tener peso y como tener “peso negativo” respecto a la forma y el diámetro, los cambios de dirección y la posibilidad de elevarse sobre la eclíptica, logrando espacio limpio para desarrollar grandes velocidades de empuje y de frenado evitando choques a enormes velocidades.
Con la búsqueda de inercias térmicas sobre- existenciales para lograr el cero absoluto se operará el cambio de estado que genere un “pozo gravitacional”, que combe el espacio- tiempo y que juntamente con la velocidad lograda con el primer dispositivo nos haga caer al destino que pasa a estar de lejano a cercano por este plegamiento.
Esto sucederá cuando los electrones caigan sobre los núcleos atómicos y la materia se circunscriba a un virtual punto contenido. (Posiblemente, todos neutrones y neutrinos no emitidos).
Confinar este procedimiento dentro de una nave será un gran problema, aun mayor que el que presupone mantener la estructura del conjunto giroscópico en las rapidísimas velocidades angulares necesarias.
Manejar estos viajes dentro del plegamiento presupone tecnologías impensadas para un viaje en un mundo cambiante segundo a segundo. La administración de los diversos tiempos suponen cálculos y variables copiosas. En fin, tecnologías a encontrar y desarrollar en varios siglos de constante superación, donde los habitantes de la Tierra tendrán por necesidad ser extraordinariamente hábiles y constantes. Presupone esto un «milagroso» cambio drástico en la calidad humana poblacional. Pero esto será motivo de varios artículos.
En la práctica, estas operaciones permitirían recorrer distancias de varios años luz en un muy corto tiempo.
Estaríamos dentro de dos burbujas, la primera generada por la “acción giroscópica” y la segunda “espacio- temporal” al plegar el espacio –tiempo alrededor de la nave.
Se produciría en estos momentos un nuevo efecto, atravesaríamos muchos universos «paralelos», en tanto viajáramos en el plegamiento. Sería así también una verdadera máquina del tiempo. (Ver «De vectores y otras yerbas»).
Sobre este tema, doblo la apuesta. Me gustaría que los que creen estar de algún modo conectados, comenten sobre ello.
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