Eran exactamente las 23:16 del 15 de agosto de 1977 cuando el radiotelescopio Big-Ear de Delaware recibió una extraña señal. Venía del espacio exterior «en la dirección de Sagitario» y duró 37 segundos. La señal no se grabó, pero fue registrada por la computadora del observatorio, una vieja IBM con un mega de disco rígido. Unos días más tarde, Jerry Ehman, un joven astrónomo de la Universidad de Ohio State, descubrió revisando los registros la señal anómala más intensa jamás detectada por un telescopio. Al margen de la combinación alfanumérica (“6EQUJ5“), Ehman anotó la palabra “Wow!”, que le dio nombre a la señal. El extraño código provenía desde una dirección en la que la estrella más cercana está a unos 220 años luz. Todavía hoy nadie puede dar una explicación acerca de qué o quién lo emitió. Algunos piensan que se trató de una auténtica señal de una civilización extraterrestre con un transmisor de gran potencia. Otros, más escépticos, creen que fue provocada por un acontecimiento astronómico de enorme potencia.
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